Economía

Hegestrato y Zenotemis, los primeros que estafaron al seguro en la antigua Grecia

  • Los prestamistas adelantaban un dinero y se le devolvía al llegar al puerto
  • Intentaron hundir un barco cargado de cereal para no devolver un crédito
  • Les descubrieron intentando abrir una vía de agua en la embarcación

Los antiguos griegos fueron pioneros en muchos ámbitos. Y las finanzas y el fraude, tantas veces ligados, no son una excepción. Esta es la historia de Hegestrato y Zenotemis, y de la estafa financiera que perpetraron en el siglo cuatro antes de Cristo, tratando de aprovecharse de lo más parecido al seguro que tenían en aquella época. Es la primera acción de este tipo de la que tenemos constancia.

Hay que empezar explicando cómo se regulaba el comercio y el derecho marítimo de entonces. Y el conocido como préstamos a la gruesa ventura.

Este tipo de créditos funcionaban como un seguro para los mercaderes: un prestamista les adelantaba un dinero, ya fuera para la carga o para afrontar posibles reparaciones durante el trayecto. Al llegar al puesto, el prestatario devolvía el dinero más los intereses. Y si el viaje fallaba, ya fuera por la piratería o porque el barco se hundía, no había que devolver el dinero que se había prestado.

Garantía de préstamo

En cierta manera, suponía utilizar el barco y la mercancía como garantía del préstamo. Pero el fraude parecía simple. Bastaba con defender que tu barco había naufragado para no devolver el dinero. Y no eran pocos los casos en los que las naves se escondían en puertos extranjeros. Conscientes de este riesgo para los prestamistas, no extraña que las primas de estos seguros fueran elevadísimas, llegando al 25 o 30% de interés. Y con el tiempo, los contratos empezaron a incluir cláusulas que doblaban la prima a pagar si las embarcaciones eran descubiertas flotando en algún lugar.

Como en cualquier seguro, la prima dependía de varios factores: el trayecto, el barco, la carga o el propio capitán.

En ese contexto tenemos a Hegestrato y Zenotemis, amigos y originarios de Masalia (la actual Marsella). Diseñaron un fraude en un trayecto en barco entre Siracusa, en Sicilia, y Atenas. El propio Hegestrato era el capitán. Un mercader llamado Protus cargó cereal en la nave, comprado con un crédito que le había pedido a un prestamista llamado Demon. Por su parte, los dos amigos pidieron dinero prestado simulando comprar el cereal que en realidad había comprado el mercader.

El plan era hundir el barco y volver a puerto en una barca para que nadie les pudiera reclamar el crédito. Ni el de la carga ni el de la nave, que ya había volado en dirección a Masalia.

Pero el plan salió mal. Tres días después de partir, el resto de la tripulación empezó a escuchar ruidos en la bodega, y pilló a Hegestrato tratando de hacer una vía de agua para hundir el barco. Desesperado, saltó por la borda y se ahogó. Por su parte, Zenotemis simuló no tener nada que ver con los planes de su amigo.

Fraude y reclamaciones

El barco llegó a Atenas, y Zenotemis, lejos de aceptar el fraude, reclamó la carga a Protus, le acusó de emborrarcharse en el trayecto, y de robarle y destruir los documentos que probaban que era el verdadero propietario del cereal.

Protus, por su parte, vio como el precio de los cereales habían caído y que el valor de la carga era menor que el préstamo contraído por ella. Así que decidió aceptar el dinero y huir de Atenas.

Pero Demon, el prestamista, sí que se enfrentó a Zenotemis. La alternativa para él era "perder mi propiedad, que había regresado sana y salva a puerto, y estaba frente a mis ojos".

La historia ha llegado a nuestros días por la batalla legal posterior sobre la propiedad de la carga. Aunque es cierto que solo nos ha llegado la versión de una de las partes, y ni siquiera completa. La de Demon, que prestó dinero a Protus y reclamó la carga a Zenotemis. Las declaraciones de los testigos, la actuación de la defensa... se han perdido, así que no podemos completar la imagen de lo sucedido.

Probablemente no fueron los únicos en darse cuenta del potencial de fraude en el acuerdo. No es de extrañar que la burguesía ya hubiera adquirido una reputación desagradable en la antigüedad y pronto dejó de practicarse después.

Desde la estafa fallida de un comerciante de granos griego hace más de 2300 años hasta la amenaza en constante evolución del estafador de hoy en día, nos conviene preparar nuestras defensas de manera proactiva. Este fue el primer incidente registrado de fraude financiero, y ha habido muchos desde entonces.

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