
La economía española llega a las elecciones generales del 23-J superando su nivel prepandemia. Lo hizo ya en el primer trimestre de 2023, a pesar de que la remontada no se esperaba hasta haber finalizado el pasado mes de junio. El PIB subió un 0,6% hasta marzo, una décima más de lo que el propio INE había anticipado hace unos meses, y dejando el volumen un 0,06% por encima del registrado en 2019. La recuperación es ajustada, pero más temprana de los pronosticado y se produce en un contexto de máxima incertidumbre.
España avanza a contracorriente, no solo de la tensión geopolítica y la desaceleración global, sino también de la persistencia del BCE a poner final a las subidas de los tipos de interés. Las decisiones de Christine Lagarde martirizan al resto de grandes economía europeas, incapaces de mantener el vigor demostrado en los años en los que el valor del euro se mantenía en negativo. Los PIB de todos -excepto Portugal, Austria y España- han perdido fuelle en 2022, con respecto a 2021. De cara a los próximos meses, todo dependerá de la cita que el BCE tiene el 27 de julio en Frankfurt. De momento, el avance de la actividad española se sostiene sobre el buen comportamiento de las exportaciones, que crecieron un 5,7% en los primeros tres meses del año. También la inversión; y sobre todo la creación de empleo que sigue mostrando cifras récord, al superar -el número de afiliados- los 20,45 millones.
No obstante, la estela que ha dejado a su paso la crisis de precios vivida en 2022, ha hecho mella en las finanzas personales. Sánchez no ha conseguido recuperar el PIB per cápita previo a la pandemia. En contra, el nivel a retrocedido con respecto al registrado en 2019, al igual que le ocurre a alemanes y franceses. En concreto, los españoles contaban con 24.580 euros el año pasado, 600 euros menos de los que acumulaban hace cuatro años. Sin embargo, la tendencia es progresiva desde el traspié provocado por la Covid. Los ciudadanos han recuperado 2.370 euros desde el bajón registrado en 2020.
La caída del consumo
Además, hay otros vectores de la economía que siguen sin remontar el vuelo. El consumo sigue tropezando con la -aún- elevada tasa de inflación subyacente, que cerró junio en el 5,9%. Las compras de los hogares cayeron un 1,3% hasta marzo, encadenando así dos trimestres consecutivos de recortes. Culpa de ello la tiene el endurecimiento de las condiciones crediticias, tanto en lo relativo al pago de una vivienda, como aquellos destinados al consumo. Además, según advierte el Banco de España, la tormenta de precios afecta especialmente a las clases bajas. "Los hogares con menor renta tienen una posición más vulnerable frente al aumento de la inflación por la composición de su cesta de consumo y su menor capacidad de ahorro. Así, el consumo de los hogares en el quintil inferior de la distribución de la renta absorbe prácticamente los ingresos disponibles y tiene un mayor sesgo hacia bienes y servicios de primera necesidad", apunta el organismo en uno de sus últimos informes publicados.
En contra, la mayor parte del ahorro acumulado durante la pandemia se oculta en las cuentas corrientes de las rentas más altas, menos propensas a utilizarlo para el consumo. Según el regulador bancarios, casi el 45% del ahorro extraordinario acumulado por los hogares durante la pandemia se mantiene en depósitos bancarios, "es probable que estos recursos no proporcionen un impulso significativo al consumo", apunta.
El turismo toca techo
Además, el combustible que ha llevado a la economía española a las actuales cifras de crecimiento, empieza a agotase. La mala marcha de la economía en países claves como Alemania -que caerá un 0,3% en 2023, según el FMI- tendrá su impacto en España. BBVA Research prevé una desaceleración de la industria turística que llevará al PIB a crecer menos de lo esperado, al 2,1% en 2024. La entidad calcula que la economía de regiones clave -como Baleares o Canarias- pasarán de avanzar del 3,6% y el 3% en 2023, al 1,5% y 1,4% el próximo año. "La caída de Alemania contagiará al resto de economías europeas, sin duda", apunta Arturo Bris, director del Competitividad del IMD.
Todo dependerá si el ala dura -liderada por el Bundesbank- se impone en el seno del BCE, y Lagarde anticipa nuevas subidas de los tipos que cierren el paso de la recuperación a Berlín. De momento, el gobierno germano prevé un leve crecimiento de su economía del 0,2% para 2023. El pronóstico contradice al del FMI que calcula que el PIBalemán se contraerá un 0,3% este año.