
La banca de Sri Lanka se ha tomado unas vacaciones de cinco días, que han comenzado este jueves. El objetivo de este parón nada tiene que ver con el descanso, sino con la reestructuración la deuda interna, que ya alcanza los 42.000 millones de dólares. Esta región vive una profunda crisis económica desde la pandemia, que tuvo efectos directos sobre la principal fuente de ingresos del país, el turismo.
Sin embargo, los expertos apuntan que el covid no es la única razón de esta situación. A esta se suma las políticas aplicadas desde 2009, cuando terminó la guerra civil en la nación. Las medidas adoptadas se basaban en unas exportaciones bajas, es decir, la mayoría de la producción se destinaba para el abastecimiento interno. Mientras las importaciones no dejaban de crecer y, por tanto, el gasto.
Así, Sri Lanka se encuentra ante la peor crisis económica desde que se independizó de Reino Unido en 1948, según informa la BBC. Por ello, el Gobierno reestructurará la deuda, y como esta podría causar volatilidad en los mercados financieros, han decidido cerrar cinco días las entidades bancarias con tal de evitar retiradas masivas de fondos, según explica al medio británico Alex Holmes, economista de Oxford Economics.
El presidente del país, Ranil Wickremesinghe, ha asegurado que esta acción no supondría el "colapso del sistema bancario". Por su parte, el jefe del banco central, Nandalal Weerasinghe, señaló: "El gobierno espera que todo el proceso concluya mientras los mercados permanecen cerrados durante estos cinco días". "Los depositantes locales tienen garantizada la seguridad de sus depósitos y sus intereses no se verán afectados", añadió.
Pese a estas declaraciones, el mercado mantiene cierta desconfianza, ya que el año pasado, la Administración esrilanquesa dejó de pagar la deuda que tiene con otros países. Las principales obligaciones que tiene la nación son con China, a quien debe 7.000 millones de dólares, y a India, 1.000 millones de dólares. Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) les concedió en marzo un rescate por valor de 3.000 millones de dólares, tras lograr que sus acreedores -entre ellos China e India- confirmaran las garantías de financiación. La condición sine qua non que puso el FMI para esta ayuda fue que Sri Lanka debía hacer "rápidos progresos" en la remodelación de su deuda.
Posteriormente, el Banco Mundial les ha concedido un préstamo 700 millones de dólares, que se destinarán a apoyar el presupuesto en su mayoría, pero también a "proporcionar oportunidades de ingresos y medios de subsistencia mejor orientados a los pobres y vulnerables".
Escasez de divisas
Las importaciones de Sri Lanka actualmente suponen 3.000 millones de dólares más de lo que exporta anualmente. Un hecho que ha causado la escasez de divisas en el país. Si a finales de 2019 contaban con 7.600 millones de dólares en reservas de moneda extranjera, ahora se han reducido a 250 millones de dólares.
La situación comenzó a complicarse en 2022, cuando comenzaron los cortes de luz y comenzó a haber escasez de productos básicos como el combustible, consecuencia de la falta de divisas. A este se sumó el aumento de la inflación del 50%. Desde entonces la venta de gasolina y diésel están muy restringidas.
En junio de 2022, el entonces presidente del Gobierno, Gotabaya Rajapaksa, decidió renunciar. Su sucesor, Ranil Wickremesinghe, declaró el estado de emergencia nada más llegar a la Presidencia.