
El contrato para artistas y personal técnico y auxiliar en espectáculos públicos, creado por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en marzo de 2022 para liberar al sector de las exigencias de su propia reforma laboral, se consolida como la modalidad más precaria de todas las que se firman en el mercado laboral español. El pasado mayo, se firmaron 29.517, con una duración media de 4,81 días. Es más, en todo el mes solo seis se convirtieron en indefinidos.
Este tipo de contratos se ha convertido en uno de los 'puntos negros' de la reforma laboral, con una duración media que es más de diez veces inferior a la del total de contratos temporales, que se sitúan en 43 días. Y es que el 94% se firmaron por una duración de menos de siete días y solo el 0,14% superó los seis meses. Y lo peor es que sus perspectivas de continuidad al término son prácticamente inexistentes: solo 6 en todo el mes fueron convertidos en indefinidos. Y 61 prorrogados como contratos temporales.
El contrato para artistas fue introducido en el Real Decreto-Ley 5/2022, de 22 de marzo con el objetivo de regular las condiciones no solo de los artistas propiamente dichos, sino también del personal técnico de los espectáculos. Con esta modificación, según declara el propio enunciado de la norma, se "mejoran las condiciones laborales del sector". Pero este extremo parece bastante discutible.
Aunque el contrato se creó hace más de un año, no fue hasta febrero que se empezaron a publicar datos. Los de febrero fueron muy parciales, pero los de los meses siguientes revelan que cuantos más contratos de este tipo se firman, menos duran. En tres meses han pasado de casi 6,5 días de media a menos de 5.
La razón de este retraso en conocer estos datos está en la negociación del primer Estatuto del Artista, que no vio la luz hasta enero de este año. En el ámbito laboral, el texto incluye medidas como la facilidad de compatibilizar la actividad artística con una pensión de jubilación o el diseño de una nueva prestación pensada específicamente para los artistas que no trabajan, lo que fue calificado por la oposición como una suerte de 'PER' cultural.
Una excepción para las empresas
En cualquier caso, pese a estos avances, el acuerdo suscrito entre el sector y los ministerios de Cultura, Inclusión y Trabajo dejaba pendientes la cuestión clave del empleo de los profesionales artísticos: la precariedad de su actividad. El Estatuto se limita a contemplar la creación de dos comisiones interministeriales que se ocuparán de revisar las enfermedades profesionales, y la "intermitencia" en este ámbito laboral.
Esta redacción pasaba de puntillas por el hecho que el departamento de Díaz había hecho un año antes una excepción en su propia reforma laboral para los empresarios del sector, con la creación de este "contrato laboral artístico". Trabajo señalaba que el contrato podía ser temporal o indefinido y prorrogarse las veces que haga falta si la gira, representación o rodaje lo requiere. Aunque los datos del SEPE solo recogen eventuales.
Se argumenta que las peculiaridades del sector hacían necesario este tipo de contratos para evitar afectar las actividades culturales. Pero el hecho es que se trata de una excepción que no se ha hecho con empresas o trabajadores de otros tipos de eventos, como las ferias profesionales. Ni tampoco en el caso de la hostelería, que están obligados a cumplir con la reforma laboral. Y no solo eso, son penalizados con una cotización adicional por hacer contratos de duración determinada inferior a 30 días.
Barra libre de precariedad
Los artistas y profesionales que trabajan en montar los espectáculos artísticos no están sujetos a esta restricción. Por expresarlo con un ejemplo: tras este cambio legal, no solo el intérprete, sino los iluminadores o técnicos de sonido que trabaja en un concierto tienen menos garantías ante la volatilidad del empleo que un auxiliar en un evento empresarial o comercial de otro tipo no 'cultural'.
Esta barra libre para hacer contratos de muy corta duración explica la elevada volatilidad de estos empleos. Algo de lo que Trabajo parecía ser consciente, ya que el SEPE esperó un año para empezar a publicar los datos del nuevo contrato, hasta que el Estatuto estuvo negociado y aprobado. En cualquier caso, esto tampoco parece haber supuesto una mácula en el apoyo de diversos actores y cantantes al proyecto político lanzado por Yolanda Díaz.
En el sector lo achacan a que, como ha ocurrido en el Estatuto del Artista, estos guiños se dirigen a profesionales consagrados y más conocidos mediáticamente (en muchos casos también son empresarios a través de productoras de contenidos) más que al grueso de trabajadores.
En cualquier caso, la mejora de sus condiciones laborales sigue en el aire, a la espera de que se convoque la comisión prometía para analizarlo. Algo que, con las elecciones, puede retrasarse sine die, como ocurrió con el propio Estatuto del Artista.