España y los veintiséis Estados miembro restantes han sido sometidos a un exhaustivo análisis por parte de la Comisión Europea en el paquete de primavera presentado la semana pasada. Instó al Ejecutivo español a realizar un ajuste del 0,7% del PIB en 2024 si el gasto supera un aumento del 2,6%. También puso el foco en el desafío que suponen los elevados niveles de deuda a medio plazo. Pero más allá de eso, Bruselas ha llamado la atención sobre la ralentización del ritmo de crecimiento de la productividad.
Si hay una frase que refleje la preocupación de Bruselas es esta: "el crecimiento moderado de la productividad es un problema endémico de la economía española". Endémico porque si antes del 2014 el alza de la productividad española, medida en relación al Producto Interior Bruto (PIB) por hora trabajada, estaba alineada con la medida comunitaria, desde esa fecha ha descendido a un 90% respecto al resto de la UE.
Es una ralentización de los últimos años. Y es una ralentización que lleva el crecimiento de la productividad a niveles inferiores que la media comunitaria. En los años de pandemia, la caída de este indicador en el sector industrial se articula como la raíz de esta coyuntura. Aunque lo cierto es que la productividad de los distintos sectores ha variado significativamente en las últimas dos décadas.
Y si el sector textil, minero, energético y de las comunicaciones ha registrado niveles de crecimiento en la productividad laboral superiores al 3%, en otros segmentos como el suministro de agua, la construcción, el transporte o los servicios de alojamiento y alimentación el crecimiento medio anual es negativo. De hecho, Bruselas considera "preocupante" los malos datos del sector transporte y de alojamiento, con descensos de la productividad del orden del 2%, ya que tienen un gran peso en la economía.
"La baja productividad en España puede ser explicada, parcialmente, por las dificultades de las pymes para escalar", argumenta la Comisión Europea. Una coyuntura que reduce la capacidad de las compañías para innovar, exportar, adoptar nuevas tecnologías o contratar profesionales más cualificados.
Todo ello propicia que España sea uno de los Estados miembro con mayor proporción de pequeñas compañías en el parque empresarial, ya que de media las firmas europeas son un 24% más grandes. Ante lo cual Bruselas apunta que una mejor regulación con menor carga administrativa ayudará a aumentar el tamaño de las pymes. También recomienda diversificar instrumentos financieros para que estas firmas puedan aumentar de tamaño, especialmente en la actual situación financiera de alza de tipos de interés.
Mercado único
Sirve una visual a la baja integración comercial de España en el mercado único para que Bruselas encuentre uno de los motivos para esta baja productividad. Pese a que el país es una de las grandes economías de la UE, su integración en el mercado comunitario está por debajo de la media, con una ratio del 22,1% frente al 45,8% de los Veintisiete. Así es que el Ejecutivo comunitario pone de relieve el rol de un mercado único fuerte para asegurar la competitividad a largo plazo en un entorno geopolítico como el actual.
En este sentido, Bruselas ha subrayado que el Plan de Recuperación español incluye reformas para evitar esta fragmentación. Y es que las empresas españolas apuntan a la regulación empresarial como el principal obstáculo para las inversiones a largo plazo. A lo que se suman un 57% de los inversores con dudas de que sus inversiones estén protegidas por la ley y justicia españolas.