Economía

La divergencia franco-alemana deja en el limbo las relaciones con Pekín

El presidente francés, Emmanuel Macron y el canciller alemán, Olaf Scholz.
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La relación de la UE con China continúa generando controversias. Y si eje franco-alemán siempre se ha articulado como el motor de las decisiones comunitarias, una escisión de posturas entre ambos Estados miembro deja la perspectiva sobre la relación con el gigante asiático en una suerte de limbo.

Si bien las instituciones comunitarias se venían refiriendo a Pekín como "rival sistémico" al menos hasta la pasada Cumbre de líderes de la UE de octubre, la postura de la UE ha cambiado sustancialmente. El último mensaje llama a reducir riesgos con el país asiático, tal y como emuló en su discurso la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, antes su viaje a Pekín con el presidente de Francia, Emmanuel Macron en abril.

La UE está dividida acerca de cómo estrechar –o no– lazos con China y, en este marco, la alemana puso como cimientos de tal vínculo que China "es más represiva en casa y más asertiva fuera de ella". Así abogó por reducir riesgos en la relación comercial con Pekín diversificando la cadena de suministro cuidando y, en paralelo, los intereses de inversión comunitarios en el gigante asiático.

El tira y afloja con Pekín se traslada también hacia el aletargado Acuerdo de Inversión con China. El canciller alemán, Olaf Scholz, ha mostrado su voluntad de reactivar la alianza mientras que el presidente galo considera que no es una cuestión apremiante. Cabe considerar que, si el acuerdo fue anunciado en 2020, su bloqueo llegó poco después de que el régimen de Xi Jinping aplicará sanciones a miembros del Parlamento Europeo por sus críticas a las actuaciones de Pekín que suponían una violación de los derechos humanos.

En todo caso, este desacuerdo no es más que un reflejo de la dificultad de encontrar posturas comunes sobre cómo la UE debe vincularse con China. Alemania, en verdad, tiene intereses muy estratégicos en Pekín considerando que ha sido su principal socio comercial en los últimos seis años y lo continúa siendo.

Con Rusia fuera de juego los intereses empresariales de Basf, Siemens o Volkswagen miran al gigante asiático como destino potencial de sus inversiones. Por lo que han pedido al canciller alemán que mantenga una política comercial amigable con Pekín, siguiendo la estela marcada por Angela Merkel. Aún así los últimos pasos de los alemanes parecen emular una reducción de la exposición a China, tras anunciar su voluntad de limitar exportaciones de químicos que se utilizan para la fabricación de semiconductores al país asiático.

Pero el punto de inflexión en el que se encuentra el criticado acuerdo de inversión de China en el puerto de Hamburgo podría hacer que Alemania se lo pensara dos veces. Si el Ejecutivo de Olaf Scholz cerró el pasado octubre una alianza para que la compañía estatal China Cosco comprara un 24,9% de una terminal del puerto de Hamburgo –el mayor de Alemania–, un reciente informe del ministerio de Economía liderado por Robert Habeck ha dejado el acuerdo en el aire. Y es que el documento revela que la terminal debía haber sido clasificada como infraestructura crítica, algo que no figuraba en el acuerdo sellado previamente y que la anterior dueña de la terminal, Hamburger Hafen und Logistik, debía haber solicitado con antelación.

En todo este vaivén, la postura de Francia siempre ha sido más proteccionista con los intereses nacionales. El Ejecutivo de Macron es uno de los principales defensores de una autonomía estratégica a nivel UE. De hecho, se ha articulado como principal defensor de una respuesta de la UE a la Ley de la Inflación estadounidense. Tanto es así que las recientes declaraciones del presidente galo distanciándose de EEUU en su pulso con el gigante asiático sobre Taiwán han suscitado cierto resquemor entre sus socios comunitarios.

Y si Von der Leyen llama a reducir la dependencia de China en la cadena de suministro, lo que Macron ha defendido es que Europa reduzca su dependencia de Estados Unidos, ya que el gran riesgo para la UE "es quedarse atrapada en crisis que no son nuestras".

Todo en un escenario en el que el presidente estadounidense, Joe Biden, ha venido aumentado la presión sobre el bloque comunitario para que se distancie de Pekín en un momento en el que Washington ha ejecutado, precisamente esa vía.

De fondo resuenan varias tensiones no resueltas con Pekín. En un lado está la industria del plástico que han denunciado el dumping realizado por China a sus productos. La Comisión Europea ha puesto en marcha una investigación sobre los posibles daños en este sentido a la industria europea.

Pero el del plástico no es el único caso, la industria tecnológica comunitaria también se ha visto afectada por la falta de protección de las patentes en el mercado asiático. Bruselas denunció a China ante la Organización Mundial del Comercio por las dificultades para proteger sus patentes de tecnología como el 5G e impedir a las empresas recurrir a tribunales fuera del país para proteger estas licencias.

A esta denuncia de Bruselas a China ante la OMC se suma otra por Lituania. Las acciones legales aducen restricciones comerciales de Pekín a productos y componentes procedentes del país Báltico. Unas medidas que el régimen de Xi Jinping habría aplicado en represalia a Vilnius a raíz de la apertura de una oficina de representación de Taiwán en la capital lituana.

Las tiranteces diplomáticas del vínculo con Pekín

A toda esta situación solo echan leña al fuego las polémicas y recientes declaraciones del embajador chino en Francia, que hace unos días puso en duda la soberanía de las naciones que formaron parte de la Unión Soviética. Unas declaraciones generaron una crisis diplomática y provocaron un rechazo de lleno por parte de los países Bálticos, pero también del gobierno alemán. Al paso salió la Cancillería china para desmarcarse de tal postura y asegurar que respeta la soberanía de los países bálticos y Ucrania. En lo que respecta a Rusia, tampoco es que la UE haya recibido con muy buenos ojos el hecho de que China haya evitado posicionarse en el confito de Ucrania. El acuerdo de paz, mediado por Pekín resultó inaceptable para Kiev. Así es que la presidenta de la Comisión Europea instó al líder chino, Xi Jinping, a mantener un diálogo con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Un diálogo que se hizo realidad la semana pasada y que supone un paso importante en las conversaciones de paz.

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