
Coincidiendo con el aniversario de la guerra de Ucrania y con un categórico mensaje de oposición a la invasión militar rusa, la UE lanza el décimo paquete de sanciones contra Moscú. Una nueva ronda que se centra en castigar a la industria militar y tecnológica de Moscú.
Así este décimo paquete incluirá restricciones a la exportación de 47 componentes electrónicos utilizados en los sistemas armamentísticos rusos, como drones, misiles y helicópteros, así como materiales específicos de tierras raras y cámaras térmicas. Restringir también los bienes para el sector de la construcción que puedan ser empleados por el ejército ruso, como antenas o grúas.
Además, afecta, por primera vez, a terceros países. Concretamente, siete entidades iraníes se verán afectadas por el suministro de drones al Kremlin, entre ellas la Guardia Revolucionaria de Irán y abarca medidas para que no sea posible esquivar las sanciones, como obligando a los bancos a publicar información sobre los bienes detectados.
En varias reuniones a nivel de embajadores, los Veintisiete han perfilado a lo largo de la semana los detalles del décimo paquete de sanciones. Un acuerdo que no ha estado exento de polémica ya que, como viene siendo habitual en las últimas reuniones, Hungría ha planteado objeciones a las restricciones al Kremlin. En este caso, la discusión ha radicado en la lista de individuos rusos afectados por la décima ronda, ya que Budapest ha manifestado reticencias sobre cuatro personalidades sancionadas.
Al otro lado de la balanza, Polonia y los países bálticos defienden que se prohíban visados y se congelen los activos de empresarios importantes que operen en Rusia. También quieren incluir a familiares directos u otros individuos que puedan resultar directamente beneficiados en la lista de castigos contra el Kremlin. Y el pulso ha pasado por una discusión sobre si los diamantes y el sector de la energía nuclear ruso deben entrar en este paquete, a lo que además de Hungría se han opuesto Francia o Bélgica.
También Ucrania instó a la UE a atender a sus peticiones para que el paquete incluyera a la compañía estatal rusa de energía nuclear, Rosatom. Lo dijo el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en su visita a Bruselas a principios de mes y lo reiteró la vice primera ministra y titular de Economía, Yulia Svyrydenko, esta semana, después --y utilizando como argumento-- el anuncio de Rusia de suspender su participación en el Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START). La petición, no obstante, se ha encontrado de nuevo con la oposición de Hungría cuya industria de energía nuclear depende altamente de Moscú para continuar operativa.
El paquete viene cargado de simbolismo en una fecha clave para Ucrania. Y si parecía que la UE estaba estancada entre los recursos del Kremlin que ya había vetado y los que no se atrevía a tocar, con esta nueva ronda de sanciones busca fortalecer su mensaje de que apoyará a Ucrania todo el tiempo que sea necesario, tal y como enfatizaron la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, durante la visita del líder ucraniano, Volodimir Zelenski a la capital belga a principios de este mes.
La propia jefa del Ejecutivo comunitario cifró el impacto de esta nueva ronda de sanciones en unos 11.000 millones de euros sobre la economía rusa. El objetivo, desde que Vladimir Putin inicio la agresión militar sobre el territorio ucraniano, es ahogar económicamente al Kremlin y "evitar que siga financiando su maquinaria de guerra", como reiteran desde Bruselas.