Economía

Desencuentro en la UE frente al plan de Francia y Alemania para dar más ayudas a la industria

El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
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La controvertida respuesta europea al paquete de subsidios de 369.000 millones de dólares de EEUU ha dejado patentes las escisiones entre los Estados miembro en lo que ha devenido en un veinticinco contra dos en la Cumbre extraordinaria de líderes del jueves. El músculo de Francia y Alemania, político y económico, pujante por una respuesta contundente al plan estadounidense se ha topado con las voces de los más precavidos que, alegando menor espacio fiscal, pronostican la una fragmentación del mercado único. 

La cuestión continúa en el aire: cuánto flexibilizar las ayudas de Estado. Sin zanjarse, con falta de consenso y con trabajo todavía por delante, los líderes han cerrado el encuentro urgiendo a la Comisión a avanzar en este sentido, también para movilizar los fondos europeos disponibles.

Lo que le han afeado estos veinticinco países a los dos motores económicos de la UE es que su capacidad para dotar a la industria de más ayudas redunde en una mayor ventaja competitiva para sus empresas. Por lo pronto, la relajación de las normas de las ayudas de Estado, de la que la Comisión Europea presentó un planteamiento a principios de febrero, debería acotarse en un marco temporal de crisis y dirigirse a sectores concretos. Es la postura de algunos países como España, que además clama por una cláusula que evite la deslocalización de empresas en el mercado comunitario a países del norte con mayor capacidad económica.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha mostrado su conformidad con la flexibilización del marco de las ayudas de Estado que debe ser "acotada en el tiempo", ha señalado en rueda de prensa tras el encuentro con los líderes, donde se postuló por "salvaguardar el mercado único", "en condiciones justas de competencia". 

Algunos, como Francia, piden más manga ancha. A Alemania, con los ecos de su polémico paquete de 200.000 millones para apoyar a su industria frente a la crisis energética, la flexibilización de las normas de las ayudas públicas también le conviene. Y por poner todo sobre la mesa, el ministro de Finanzas galo y el alemán, Bruno Le Maire y Robert Habeck, viajaron esta semana a Washington a liderar la defensa de los intereses de la industria europea. A pedir, en definitiva, más garantías para las empresas comunitarias frente a la Ley de Reducción de la Inflación.

Estas garantías pasan, según ha explicado el canciller alemán, Olaf Scholz, tras la Cumbre, por que Estados Unidos asegure que el trato a la UE "no será peor que el de sus vecinos inmediatos, México y Canadá". Dos países incluidos en los acuerdos de libre comercio con EEUU que se podrán beneficiar de algunos de los incentivos de la Ley de la Reducción de la Inflación. 

Al final, se trata de agilizar la financiación hacia inversiones que promuevan la industria de las tecnologías limpias y su cadena productiva. Todo ello, ubicado en Europa. Se trata de evitar que los subsidios de Estados Unidos promuevan la deslocalización de las empresas europeas al otro lado del Atlántico.

Pero el punto está en hacerlo sin fragmentar el mercado único. En impulsar la competitividad de la industria europea y evitar que los subsidios de la Administración de Joe Biden hagan mella en ella. Y todo ello sin que el músculo fiscal de algunos países perjudique a aquellos Estados miembro que no pueden ayudar a sus sectores de la misma manera.

El Pacto Verde Industrial presentado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a los líderes de los Veintisiete se articula como un "marco regulatorio que incentive la inversión en tecnologías limpias", con financiación procedente de esa flexibilización de las ayudas públicas y financiación a nivel europeo. Un plan que busca movilizar capital privado y que también contempla una política comercial "activa" para "fortalecer la cadena de valor", ha dicho la alemana en rueda de prensa tras la Cumbre. 

Así países como España se postulan por que esta flexibilización de las normas de ayudas de Estado tenga un marco temporal hasta 2026, en línea con los planes trazados para los fondos de Recuperación de la pandemia, que, con la doble transición verde y digital de fondo, se alinearían hacia un mismo fin.

Que España es partidaria de que se relajen los umbrales de concesión de las ayudas a ciertos sectores, según han explicado fuentes de Moncloa. Pero no comulga con la postura gala que aboga por subir de 10 a 100 millones tales umbrales para los que se requiere el permiso de Bruselas para la concesión de apoyo a la industria. Tampoco España se postula por crear nuevos fondos porque todavía hay financiación de los planes de Recuperación disponible.

Parte del plan de respuesta de la UE incluye un fondo soberano, proyectado ya para antes de verano. Una medida que busca compensar las ayudas de Estado, para igualar las reglas del juego para aquellos que no tienen músculo fiscal. Aunque, por lo pronto, cabe arrojar otra perspectiva: si la UE debe mirar hacia dentro o hacia la competencia global al plantear su plan industrial. Si debe concentrarse en equiparar condiciones para con los Estados miembro o en no perder la carrera de la industria limpia con el apoyo a las empresas que proveen tanto China como Estados Unidos.

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