
No hay semana que el paquete de subsidios estadounidense de 369.000 millones de euros no protagonice algún debate o alguna reacción en Bruselas. Hay voluntad de dar una respuesta comunitaria. Más bien las diatribas radican en cómo darla. La voz cantante de Francia por una medida de igual magnitud se ve ahora solapada por la de siete Estados miembro que se postulan por una posición más cauta, aunque no más tímida.
Austria, Finlandia, Dinamarca, Irlanda, Eslovaquia, República Checa y Estonia apelaron a la Comisión Europea para evitar tensiones con Estados Unidos y rechazaron, en paralelo, que se movilice más financiación para dotar a la industria europea de un paquete de subsidios similar al que economías como la estadounidense pero también la china ponen a disposición de las empresas.
El mensaje de estos siete Estados miembro se apoya en evitar tensiones comerciales "innecesarias" con Estados Unidos, país al que consideran un "socio especialmente importante para le UE", según figura en la carta remitida por los ministros de Economía y Finanzas de estos siete países al vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, y a la que ha tenido acceso El Economista.
El escrito rechaza que se pongan en marcha subvenciones "permanentes", "excesivas" y que "no sean específicas" ya que considera que pone en riesgo las condiciones igualitarias del mercado interior, además de la sostenibilidad fiscal. Y por la lista de advertencias pasa también el riesgo de "una competencia en subvenciones" que no sería sostenible para los distintos Estados miembros.
Tampoco es que sorprenda, por tanto, que los siete ministros de Finanzas manifestaran en la carta sus reticencias a la creación de un nuevo fondo comunitario. Un argumento que apoyaron en la financiación del Plan de Recuperación todavía sin desembolsar y al amparo del Plan RePower EU.
La idea de que no hace falta un nuevo fondo para la Unión Europea ya la manifestó esta misma semana el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, que encarnando la postura de los países frugales abogó por cambiar las políticas nacionales y defendió que había suficiente financiación actualmente a disposición de los países.
Oteando el horizonte comunitario, Francia ha sido la principal defensora de dotar a la industria europea de paquete de ayudas similar al estadounidense. También Alemania se mostró favorable a que la Unión Europea de luz a nuevos instrumentos de financiación conjunta para que los países de la UE puedan competir con esta Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) y esa ventaja competitiva que confiere a los productos fabricados en Estados Unidos. Aunque las voces críticas de algunos Estados miembro afean que estos dos países podrían dotar a su industria de más ayudas que otros, lo que se alinea con las advertencias de estos siete países y el riesgo de romper con las condiciones igualitarias del mercado.
Por lo pronto la Comisión Europea ha planteado que la respuesta de la UE debe pasar por la flexibilización de las normas de las ayudas de Estado o ayudas públicas, una Ley para la Industria Cero Emisiones y un fondo soberano. En todo caso será esta semana que el Ejecutivo comunitario presentará sus propuestas para que sean debatidas en la Cumbre extraordinaria de Líderes del 9 y 10 de febrero.
En este escenario España pidió el viernes a la Comisión Europea que se implementen unos procedimientos acelerados para los proyectos estratégicos de los fondos Next Generation, una reforma que se enmarcaría en la flexibilización de las normas de las ayudas de Estado. Según el documento remitido por España a Bruselas, el objetivo es conseguir autonomía estratégica en sectores como el de la energía, los semiconductores, los vehículos eléctricos y tecnologías críticas.
Un plan industrial verde europeo
Los vicepresidentes de la Comisión Europea: Margrethe Vestager, Valdis Dombrovskis y Frans Timmermans, instaron a evitar el "ojo por ojo" en respuesta a la medida estadounidense, según un escrito hecho público la pasada semana. En lugar de ello, abogaron por la innovación en la transición hacia la energía cero emisiones a través de un plan industrial común en línea con el Pacto Verde. Este plan debería abarcar cuatro pilares: el entorno empresarial, la financiación, la formación y el comercio. "Necesitamos urgentemente que fluyan las inversiones privadas, ya que el dinero público no será suficiente", señalaron y apuntaron que Bruselas propondrá un Fondo soberano para apoyar proyectos industriales estratégicos.