Con la espiral inflacionista como telón de fondo y las perspectivas de una desaceleración económica en el ambiente, la élite económica mundial reunida en el Foro de Davos, debate sobre cómo poner en marcha políticas fiscales que no choquen con la política monetaria, especialmente tras la retirada de los amplios estímulos sostenidos en la pandemia. Y emergen desafíos como el alza del déficit y la deuda públicos o la reanudación de una nueva espiral inflacionista de no lograrse una adecuada combinación.
En un panel dedicado a la política fiscal, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, habló de una historia de amor entre la política fiscal y la económica: "Comparto que el objetivo es evitar que la política fiscal compita con la política económica. La idea es que se complementen". Sin embargo, tras las amplias medidas implementadas durante la pandemia, el panorama ha cambiado con "una guerra, al alza de precios de la energía".
En su análisis son dos son los desafíos que vislumbra el comisario de Economía de no darse una buena coordinación entre la política monetaria y fiscal: el impacto sobre la reducción del déficit y la deuda y sobre la senda de la inflación.
Con la vista puesta en medidas temporales específicas ha explicado que, en 2022, el 1,3% del presupuesto comunitario se ha destinado a medidas para atajar los altos precios de la energía. Una proporción que espera se reduzca al 1% en el presente ejercicio pero que, advierte, podría llegar a alcanzar el 2% si no se implementan medidas temporales y específicas. Un requisito en el que Bruselas viene insistiendo en los últimos meses.
La combinación de factores es una reacción en cadena. De alcanzarse un 2% de gasto en medidas energéticas este año, en un escenario de crecimiento más moderado en la Unión Europea "la reducción de déficit y la deuda, tras la pandemia, podría estar bajo presión", ha razonado el comisario italiano. Además, ha destacado el riesgo de que la inflación vuelva a repuntar cuando se retiren tales políticas fiscales.
Además, Gentiloni ha incidido en la necesidad de mantener un buen nivel de inversión privada en áreas estratégicas. "Es muy alentador mirar el presupuesto de 2023 y ver que la inversión pública ha aumentado, no decrecido", ha contrapuesto el comisario con los cuatro años tras la crisis financiera en la que se implementaron políticas opuestas.
Es especialmente difícil para los gobiernos lograr ese delicado equilibrio, coincidió Gentiloni con la subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional, Gita Gopinath. Advirtió la experta de que la inflación ha reducido los elevados niveles de deuda pública global, que ha caído del 99% del PIB al 91% del PIB. "La inflación ha reducido el tamaño de esta deuda", ha explicado.
Lo cierto es que los Gobiernos pudieron incrementar el gasto durante la pandemia por la bajada de tipos implementadas por los bancos centrales, según recordó el profesor de Finanzas de la Universidad de Chicago, Raghuram G. Rajan. A su vez, éstos tienen un papel fundamental en la compra de deuda a largo plazo, lo que propicia que muchos Gobiernos reduzcan su deuda, pero que el balance consolidado de los bancos centrales se pueda ver afectado.
Así el profesor estadounidense ha puesto sobre la mesa la cuestión de quien va a lidiar con las consecuencias de implementar subsidios a la industria de tecnologías verdes "aquí y allá" y ha instado a "no tomar la ruta fácil" de poner parte de los costes de la transición energética en el gasto público cuando le resulta difícil al gasto privado.
Salió al paso de la cuestión el comisario de Economía que replicó que la desventaja para la industria europea radica más en los altos precios de la energía, y que el paquete de subsidios estadounidense supone un añadido. Así ha puesto en evidencia los problemas de competitividad que podrían derivar para la industria europea de esta espiral alcista de los precios de la energía con la presión sobre la regulación.