
Como cada año, el Foro Económico Mundial hace públicos los que cree serán los mayores riesgos del año. Y este 2023, los líderes económicos apuntan que el precio de los alimentos y de la energía seguirán al alza. Así lo ha constatado este miércoles la directora general del organismo, Saadia Zahidi, que ha indicado que la crisis energética, la crisis de los alimentos y el coste de vida se sitúan en los primeros puestos de los desafíos de 2023.
El Informe anual sobre Riesgos Globales, hecho público este miércoles, señala que los precios de la energía se situarán en 2023 un 46% por encima de la media de las proyecciones de enero de 2022. Además, los análisis apuntan que la relajación de las restricciones del coronavirus podrían ser catalizadores de un impulso en los precios de la energía y los precios de las materias primas y pondrán a prueba las cadenas de suministro globales.
La crisis del coste de la vida ya es una realidad y se articula como el principal riesgo de la agenda global de los próximos dos años, con un horizonte fijado en 2025, ha explicado Zahidi.
Así, el informe pone sobre la mesa los mayores desafíos al señalar que "las interrupciones continuas en la cadena de suministro podrían conducir a una inflación subyacente rígida, particularmente en alimentación y energía. Esto podría impulsar aún más las subidas de los tipos de interés, elevando el riesgo de sobreendeudamiento, una prolongada recesión económica y un círculo vicioso para la planificación fiscal".
Se ha referido en su intervención en rueda de prensa Carolina Klint, líder de gestión de riesgos en Europa continental de la corredora de seguros Marsh, a la inseguridad alimentaria derivada de la sustancial reducción de las exportaciones de grano y fertilizantes y ha apuntado que ningún país es inmune a los disturbios sociales que podría generar la pérdida de poder adquisitivo para los ciudadanos.
Este análisis también se fija en la deuda de los hogares y sugiere que la subida los tipos hipotecarios ha alcanzado su nivel más alto en una década, mientras que los alquileres también han experimentado un repunte sustancial. Además, el documento apunta que los pensionistas se verán afectados ya que las pensiones no pueden mantener el ritmo de laza de la inflación. Así el alza de los alimentos, la energía y la vivienda redundará en una contracción de los ingresos reales.
Es en este contexto que los expertos del Foro Económico Mundial han señalado la crisis de deuda, la imposibilidad para estabilizar la trayectoria de los precios y una recesión económica prolongada como los principales riesgos hasta 2025.
De hecho, las estimaciones apuntan a una ralentización del crecimiento global hasta el 2,7% en 2023, aunque un tercio de las economías mundiales tendrán que afrontar una recesión técnica. El informe prevé que las economías de los mercados avanzados se contraerán un 1,1% en 2023.
Las mayores economías, como la UE, Estados Unidos y China seguirán afrontando retos en términos de crecimiento y las economías en desarrollo podrían afrontar un crecimiento económico estancado, shocks de liquidez y sobrendeudamiento, con las peores perspectivas para los importadores de energía.
Dados los bajos niveles de desempleo en las economías avanzadas, el informe estima que las presiones de precios se traducirán con mayor probabilidad en tipos de interés más elevados para evitar una inflación persistente.
La guerra de Ucrania, que ha generado distorsiones en la cadena de suministro de materias primas y minerales, también ha implicado sanciones en el terreno comercial, ha explicado Klint, lo que tiene un impacto en otros bienes y servicios. "Las compañías han cambiado de una estrategia de justo a tiempo a otra de por si acaso", ha añadido.
Es en este marco que las tensiones geopolíticas y geoeconómicas se escalan al tercer puesto entre los mayores desafíos para los próximos dos años. Las sanciones, las guerras comerciales o el control de inversiones podrían generar ciertas tensiones entre las principales economías en los próximos dos años. Y la militarización de la política económica pone en evidencia la interdependencia comercial, financiera y tecnológica.