Economía

El amanecer de la ciudad biotecnológica

  • Las tecnologías no solo deben ser eficientes sino aunar varias objetivos a la vez
. iStock
Madrid

Imaginemos abrir los ojos en nuestra cama y lo primero que toquemos sea la hoja de una planta, y que esta te responda con la primera luz que veas del día, una luz cálida activada por ella misma. Luego, tras poner los pies en suelo, entras al salón, y te das cuenta de que el aire es puro, y que la temperatura es fresca a pesar de que debería hacer calor. Miras arriba y ves que de tu techo se desprenden plantas colgantes, las cuales no solo limpian el aire y reducen el calor, sino que generan energía de la propia tierra, alimentando las luces de tu piso. Y es que, aunque haya paneles solares en el ático, ahora cada piso es aprovechado para limpiar el aire y generar energía con plantas que no requieren de ese impacto directo del sol.

Al abrir la ventana, ves una ciudad verde, una ciudad que ya dejó de intentar ser meramente sostenible para dar un paso más allá, para transformarse en la primera ciudad biotecnológica del mundo. Caminas por sus parques, los cuales, además de generar energía de la propia tierra con sus microorganismos naturales, integran sistemas para generar fertilizantes mientras se absorbe CO2 del mismo aire. El agua es cuidada hasta el milímetro, ya no te planteas cómo usaban antes sistemas donde tanta se perdía en forma de vapor.

Vas más allá, en lo que llaman la biblioteca viva de la ciudad. Un lugar sin paredes, sin libros. Un bosque repleto de vida que ya no solo aúna todo lo que habías visto antes, sino que es capaz de guardar la memoria de la humanidad en la naturaleza. Al caminar por ella, tocas una planta, una luz emana de su base y escuchas, como si de un susurro se tratara, una voz saliendo de ella, un mensaje guardado para generaciones presentes y futuras. De ahí que sea el primer monumento evolutivo del mundo.

En el día a día, en el trabajo, la vida es un componente más de la arquitectura, donde todas estas tecnologías tienen cabida y donde la esperanza de vida ha vuelto a dar un salto, gracias a las innovaciones médicas y al entorno. Un entorno con una segunda oportunidad. La humanidad ha trascendido el concepto de biotecnología, que abarca desde la salud hasta la energía y la transformación del mundo.

La próxima revolución que verá la humanidad, tras las industriales, la de las comunicaciones, o la digital que ya vivimos, será la biotecnológica. Y es que no hay una sola tecnología de las descritas arriba que no exista ya.

El sector de la transformación biotecnológica de las ciudades está encaminado a cubrir un mercado de más de 15 billones de euros anuales a partir de 2023 con lo que será un crecimiento exponencial y lo que está demostrando en los sectores de las clean-tech, ag-tech, food-tec y farma un auge en la inversión que se ha triplicado en los últimos 5 años y que multiplica por 100 el mercado del sector biotech global.

Sistemas como los descritos, ya se lanzaron a mercado y son capaces de generar energía de la tierra, enterrados bajo nuestros parques alimentando sus puntos de luz, mientras ofrecen reducciones de hasta 4 grados de calor en exterior e interiores que en climatización ahorraría más de 5 MWh/año por sala, un ahorro de hasta el 50% en los costes de irrigación y una absorción de CO2 del medio. Las tecnologías que vamos a ver implementadas en los próximos años pasan precisamente por ser eficientes al aunar no solo un propósito, sino varios objetivos globales a la vez. Objetivos enfocados no solo a prever que el mundo no vaya a peor, sino en recuperar e incentivar la naturaleza que había antes en él con un retorno de la inversión claro. De la misma forma que las renovables tradicionales hasta hace una década tuvieron un reto en cuanto a razón de ser en un mercado competitivo, ese reto ya se ha comenzado a resolver en el sector biotecnológico, y avanza a pasos agigantados. La economía de la ciudad del futuro pasa por aquello que no solo nos haga sacar un aumento del valor de la propiedad o del tráfico de un mayor público sino, además, aumentar la calidad y el tiempo de vida de todos.

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