
El Banco Central Europeo ha admitido que la subida de tipos afectará directamente al mercado laboral. Pero no en todos los países por igual: aquellos que cuenten con mayor tasa de vacantes de empleo y menor número de personas buscándolo afrontarán esta con un menor incremento del paro. Pero España se encuentra en las antípodas de ese escenario.
Pese a las incertidumbre provocadas por la inflación y la guerra en Ucrania, la creación de empleo es vigorosa y la tasa de paro marca mínimos en los países europeos. Y aún quedan millones de vacantes sin cubrir. De hecho, tanto en Estados Unidos como en varios países europeos, como Alemania, Holanda, República Checa y Austria ya hay más vacantes que parados.
El consenso de los expertos coincide cada vez más en que la persistencia de esta situación se debe a un 'sobercalentamiento' de la demanda de trabajadores.
Tras la parálisis de la pandemia, las empresas han retomado la actividad con tanta intensidad que empiezan a quedarse cortas de mano de obra. Es lo que ocurre en la hostelería, el comercio minorista, la logística o la educación y la sanidad: sectores que han vivido un auge sin precedentes tras la pandemia.
En un contexto inflacionista como el actual esto preocupa porque se traslada a los salarios y multiplica el riesgo de efectos de segunda ronda, lo que llevaría a un mayor endurecimiento de la política monetaria. En la zona euro, al menos, queda el consuelo de que la negociación colectiva centralizada entre patronales y sindicatos mitiga este riesgo, aunque en España el debate se complica ante la posición del propio Gobierno.
Pero este escenario tiene también una parte positiva: este exceso de oferta puede servir de 'colchón' que proteja al empleo. Dicho de otra forma: el impacto de la crisis de Ucrania y el endurecimiento de la política monetaria no serán tan traumáticos para el empleo como lo fue la crisis financiera y de deuda de hace una década. Al menos para los países en los países donde se ha producido esta situación.
Es una tesis refrendada por Philip Lane, economista jefe del BCE y también miembro del Comité Ejecutivo, quien ha reconocido por que las subidas de tipos de interés pondrán fin a la buena marcha del mercado laboral. Es decir, reducirán las vacantes y esto podrían desembocar en un aumento del desempleo.
El economista irlandés cree que se puede enfriar el mercado laboral sin la necesidad de generar desempleo. Para ello hay que 'atacar' primero la tasa de vacantes, que a día de hoy está disparada y, por ende, generando presión al alza de los salarios.
El colchón de la Gran Renuncia
Pero este 'colchón' no es el mismo en todos los países. Para que exista que coincidir un alto número de vacantes y una escasa holgura laboral (una variable que añade al paro, otras categorías de personas que quieren trabajar pero no entran en la definición estándar de empleo y se cuentan habitualmente como inactivos).
La idea es que, ante un escenario de crisis, las empresas reducirán las ofertas sin que esto perjudique a las personas que buscan empleo.
Esta es la previsión que diversos análisis coinciden en hacer para Estados Unidos y para la zona euro. Por ejemplo, para Estados Unidos se estima que un recorte de las vacantes a niveles prepandemia 'solo' supondría elevar la tasa de paro al 5%, desde el 3,7% actuales.
En la zona euro, el impacto sería diferente, donde también entra en juego el impacto de la guerra de Ucrania y la crisis energética, los expertos prevén que este 'sobrecalentamiento' se mitigará con mayor suavidad, sin que llegue a impactar con tanta intensidad en los salarios.
Es decir, en ambos países se producirá una racionalización del mercado laboral que no se traducirá en una tasa de paro disparada. Y permitirá una rápida recuperación posteriori.
El problema es que España no cumple ninguno de los requisitos clave para contar con esta protección. En primer lugar tiene una de la tasa de vacantes de empleo más bajas de la Unión Europea, lo cual complica que la sobredemanda absorba el impacto de los tipos como en otros países.
Y a esta situación suma una variable más: la precariedad. España mantiene la mayor tasa de holgura laboral no solo por su elevada tasa de paro, sino por su infraempleo.
Mientras en otros países, como Italia, el efecto desánimo suma un porcentaje destacado a la holgura, algo que muchos achacan a las ayudas públicas, en España las cosas son muy diferentes.
El segundo factor en importancia tras el paro es el empleo precario, que suma el 5,6% del total del empleo y el 4,7% de la fuerza laboral extendida. Aunque el desánimo llega al 3,3%.
Mínimo insuficiente
Este comportamiento de la holgura explica en buena parte la resistencia de nuestra tasa de paro a recuperar los los niveles del 8%. Pero esto no significa que el intenso rebote del empleo haya pasado de largo por ella: el dato del segundo trimestre es el mínimo desde 2009.
Lo que ocurre es que el diferencial de vulnerabilidad de nuestro mercado laboral con el resto de la eurozona vulnerabilidad de España se mantiene.
Esto supone que una recesión o cualquier revés económico, se traduciría inmediatamente en una mayor destrucción de empleo.
Algo que ya ha empezado a registrarse en los meses de julio y agosto, cuando el empleo en España ha roto su racha alcista pese a una intensa recuperación del turismo.
En este escenario, la apuesta del Gobierno por centrar todo el frente laboral en subir salarios (empezando por el SMI) lleva a un debate que parece situarse al margen de la situación del mercado laboral ante las decisiones del BCE.
Lo que no ayuda a que la política monetaria repercuta en un descenso rápido de la inflación en nuestras fronteras sin castigar el empleo.