Economía

Con el acelerador pisado, buscando mejorar posiciones

Patricia de Arce.

Madrid, 14 dic (EFECOM).- La economía española acaba 2006 con una grata sorpresa, la de un crecimiento mucho mayor de lo esperado, pero también con una inquietud que acecha a Gobierno y empresas: ¿Logrará España aprovechar este ciclo, aún expansivo, para mejorar su posición competitiva en el mercado global?.

Muchos son los datos que avalan la buena marcha de la economía, pues además de su creciente actividad sigue creando empleo, aunque persisten desequilibrios -baja productividad, inflación y déficit exterior- que impiden destacarse a nuestras empresas y productos, frente a la feroz competencia de otras economías.

A estos males reconocidos por el Gobierno, que no obstante recuerda la ligera moderación de los precios y la pequeña mejora del sector exterior, se une otro, que el propio gobernador del Banco de España (BE), Miguel Angel Fernández Ordóñez, reconoció como el "problema" que más le preocupa: la deuda de los hogares.

Y es que dentro de los dos billones de euros que hasta septiembre adeudaban hogares, empresas y administraciones, 750.000 millones los debían las familias y, de esa cantidad, 550.000 millones correspondían a hipotecas aún sin pagar, según datos del BE.

Una deuda que, sin embargo, aún podemos soportar. Eso dicen las autoridades económicas, que ven en nuestras hipotecadas viviendas una importante riqueza patrimonial.

En 2006, la prudencia del Gobierno ha sido de nuevo excesiva en sus estimaciones de crecimiento, influido tal vez por numerosas voces que auguraban que este año comenzaría la desaceleración.

La contundencia de los datos mostró todo lo contrario, y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pudo anunciar recientemente que, al final, la economía habrá crecido este año el 3,8 por ciento, cuatro décimas por encima de la última previsión oficial.

Para lograrlo, y tras sucesivos crecimientos del 3,6, 3,7 y 3,8 por ciento en los tres primeros trimestres, será necesario que la actividad repunte aún más en el cuarto periodo, hasta el 3,9 por ciento, algo que el Ministerio de Economía ve perfectamente posible.

No hay duda de que el acelerador está pisado a fondo, pero... ¿qué pasa con el ansiado cambio de modelo de crecimiento? Que no se logra en dos días.

Lo ideal sería que en nuestra economía no pesasen tanto consumo y construcción.

En el primer caso, la subida de tipos de interés incide ya algo en el gasto de los hogares, pero la construcción sigue en alza, y tras una leve desaceleración, ha vuelto a repuntar en la segunda parte del año, porque la edificación residencial no descansa y mucho menos lo hace la obra civil, en un país plagado de proyectos de infraestructuras.

El posible cambio de modelo se atisba sin embargo en la mejora de la producción industrial y, cómo no, en la creciente inversión en bienes de equipo, que al fin y al cabo es la más productiva y supone el termómetro de actividad de todo país desarrollado.

Y del déficit comercial, ¿qué? Pues que sigue siendo alto, aunque se desacelera su aumento, gracias a la mejora de las exportaciones.

Frente a la cautela en los datos sobre crecimiento, el Ministerio que dirige Pedro Solbes ha sido más osado al hablar de inflación, y acertó cuando, ante estratosféricas subidas de precios, avisaba de que las cosas mejorarían cuando se notase la bajada del petróleo.

Así ha sido, y mientras la inflación dio fuertes sustos en la primera parte del año, con un índice máximo del 4,2 por ciento en enero, ha mejorado algo en la segunda, hasta colocarse en el 2,5 por ciento en octubre y en el 2,7 por ciento en noviembre según el indicador adelantado del Índice de Precios de Consumo Armonizado.

Los elevados precios de consumo, en cualquier caso, siguen alejando a los productos españoles de posiciones competitivas.

Y entre tantas luces y sombras, sigue pendiente la asignatura eternamente suspendida: la productividad.

La política de Pedro Solbes ante este problema es clara: mejorar el capital físico, humano y tecnológico español, centrando las principales inversiones en infraestructuras, educación e I+D.

Se trata de una apuesta que sólo tiene efectos a largo plazo y para la que el Gobierno sigue pidiendo el compromiso aún pequeño del empresariado.

Y en este entorno de datos y previsiones, un importante acontecimiento político irrumpía en el mundo económico: la marcha del director de la Oficina Económica del Presidente, Miguel Sebastián, para afrontar la carrera de las urnas, ni más ni menos que contra Alberto Ruiz Gallardón.

Mientras Sebastián lucha por la alcaldía madrileña, el Gobierno deberá seguir con el Plan Nacional de Reformas, que el ahora candidato tanto ha supervisado y del que ya se desarrollan 164 medidas, más de la mitad de las contenidas.

Todo sea porque nuestra renta per cápita converja pronto con la europea. Dicen que antes de que acabe la legislatura. Veremos. EFECOM

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