Economía

Las empresas aragonesas confían menos en la evolución económica

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El tejido empresarial cree que las principales amenazas son los precios de la energía y materias primas, aparte de apuntar un empeoramiento de la calidad institucional, las condiciones de vida y del mercado laboral. No obstante, valoran menos negativamente la evolución de Aragón que la del conjunto de España, si bien se acorta la diferencia.

Es la principal conclusión que se extrae de la Encuesta de Competitividad elaborada por CEOE Aragón, su Consejo Empresarial e Ibercaja y que constata el empeoramiento de la percepción de la evolución económica en las empresas aragonesas que ya se puso de manifiesto en el primer semestre y que, ahora, es más evidente para estos seis meses.

Este aumento del sesgo negativo se aleja de las expectativas más optimistas de las segunda mitad de 2021. En la primera mitad del año, las expectativas se deterioraban entre otras causas por los problemas de precios. Sin embargo, ahora, su agudización y generalización como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania hunde todavía más las perspectivas empresariales.

En relación a los factores de riesgo y las consecuencias sobre la actividad empresarial, las empresas aragonesas apuntan especialmente a tres, que están asociados con los precios en general (inflación), así como la presión sobre la energía y las materias primas.

Otro bloque de riesgos altos se asocia a las dificultades logísticas, que se recrudecen, las consecuencias de la guerra y los costes salariales. Las empresas también manifiestan su alta preocupación por las dificultades de contratación de trabajadores, las subidas de tipos de interés y de impuestos, y los riesgos asociados a posibles caídas de demanda.

La sexta edición de esta encuesta refleja como riesgos más bajos (5 a 6) los asociados a los problemas de negociación colectiva y las consecuencias de la potencial crisis alimentaria mundial. Por su parte, los que mantienen una puntuación más baja (inferior a 5) son las dificultades de financiación (4,8) y la evolución de la pandemia (3,6).

Referente a la situación socioeconómica general en comparación con el semestre anterior, las respuestas son en su mayoría tendentes al pesimismo tanto para España (83,8%) como para Aragón (58,0%). Solo el 4,4% de los encuestados cree que la situación en el país mejorará frente al 11,6% que así lo considera para la comunidad aragonesa.

La tónica de una percepción menos negativa sobre Aragón que sobre el conjunto nacional es general con todos los indicadores, si bien se observa que la brecha entre ambos territorios se cierra ininterrumpidamente desde hace un año. En ambos casos, caen las percepciones optimistas y crecen las pesimistas.

Los otros factores cuya percepción registran también un deterioro creciente son los referidos al mercado laboral (70,1% para España, 47,8% para Aragón), la calidad institucional (75,8% y 25% respectivamente), las condiciones de vida (80,3% y 66,7% respectivamente) y los precios (91,2% y 66,7%). El deterioro es percibido desde hace más de un año y no parece encontrar suelo, salvo en el caso de los precios.

Como aspectos más estables y con menor deterioro se muestran las opiniones en torno a factores productivos más estructurales como las infraestructuras, el capital humano, las nuevas tecnologías y la innovación, cuya evolución de mejora o empeoramiento se mueve en tendencias de largo plazo.

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