
Ricos cada vez más ricos, pobres cada vez más pobres. Así se puede resumir un estudio sobre el efecto de la herencia de bienes en Suecia, en el que se concluye que la mejor forma de evitar que la brecha económica entre ricos y pobres se incremente en el largo plazo como consecuencia de la herencia es un impuesto progresivo de sucesiones bien diseñado.
El ensayo ha sido publicado en la revista académica The Review of Economic Studies y toma la sociedad sueca como marco de análisis para estudiar cómo afecta a las distintas clases sociales la aceptación de una herencia.
Los investigadores, Arash Nekoei y David Seim, de la Universidad de Estocolmo, apuntan que la recepción de una herencia hace que la desigualdad económica entre las clases más adineradas y las que menos se estreche en los primeros momentos, pero en el largo plazo tiende a incrementarse cada vez más. "El heredero promedio agota su herencia en una década, mientras que las herencias de los herederos adinerados permanecen intactas", resumen.
La clave de este cambio está en el uso que cada grupo social hace de lo que recibe de sus mayores. Mientras que las clases medias y bajas aprovechan el ingreso para incrementar el consumo, como adquirir bienes duraderos como un coche, las clases altas tienden a invertir la cuantía, generando mayores rendimientos en el largo plazo. De esta forma, la cifra de la herencia tiende a aumentar en un periodo de siete años, mientras que aquellos que la han gastado no obtendrán ese incremento.
En este punto, parece sensato deducir que la respuesta puede estar en el impuesto de Sucesiones. Los investigadores apuntan en primer lugar que si se aplica un impuesto de sucesiones proporcional, donde todos tributen bajo el mismo porcentaje independientemente de la cifra heredada, "aumenta la desigualdad de la riqueza a corto plazo, al reducir la magnitud promedio de las herencias sin cambiar la desigualdad de la herencia". Pero tampoco ven la solución simplemente en un impuesto progresivo, que tase únicamente en función de la parte heredada.
En este sentido, comparan el impuesto de sucesiones del 0,2% en EEUU con el 34% de Suecia y apuntan que, pese a la gran diferencia del gravamen, "ambos sistemas reducen la desigualdad de forma similar en el largo plazo", ya que se mantiene el principal condicionante: los adinerados son capaces de sacarle más partido.
La manera que Nekoei y Seim proponen para disminuir la desigualdad económica es tener en cuenta no solo la cuantía heredada, sino también los bienes que posee el heredero antes de recibir sus nuevos activos, y que además tase ambas cuestiones de forma progresiva. De esta manera, sería más probable que tuvieran que usar parte de la herencia de forma similar a los menos adinerados. Además, indican, este nuevo sistema impositivo "tiene la capacidad de capturar transferencias inter vivos", es decir, donaciones previas al fallecimiento.