
La economía de Estados Unidos perdió su brío en el tercer trimestre. Según informó el Buró de Análisis Económico (BEA, por sus siglas en inglés) del Departamento del Comercio, el PIB real aumentó un 2% en tasa interanual (0,5% trimestral), tras un aumento del 6,7% (1,6% en tasa trimestral) en el segundo trimestre. El consenso esperaba un aumento de alrededor del 2,8 tras rebajar sus proyecciones a lo largo de las últimas semanas.
Desde el Departamento de Comercio mencionan factores como el resurgimiento de los casos de Covid-19, que provocaron nuevas restricciones y retrasos en la reapertura de establecimientos en algunas partes del país, como causas que explican la moderación del crecimiento.
Al mismo tiempo, durante dicho trimestre, también disminuyeron o expiraron los pagos de asistencia gubernamental en forma de préstamos condonables a las empresas, subvenciones a los gobiernos estatales y locales así como otras prestaciones sociales a los hogares.
Eso sí, los pagos anticipados de créditos fiscales por hijo autorizados por el Plan de Rescate Americano de la Administración Biden, que comenzaron a distribuirse entre julio y septiembre, sirvieron de colchón para compensar parte el descenso de las prestaciones sociales a los hogares.
El avance en la economía estadounidense en el tercer trimestre reflejó los incrementos de la inversión en inventarios privados, los gastos de consumo personal (PCE), el gasto de las administraciones estatales y locales o la inversión fija no residencial, que se vieron parcialmente compensados por los descensos de la inversión fija residencial, el gasto de las administraciones públicas federales y las exportaciones. Las importaciones, que restan en el cálculo del PIB, aumentaron.
Aunque el consumidor continuó dando la cara por mantener el crecimiento es cierto que la desaceleración del PIB se explica en mayor medida por la ralentización del gasto de consumo personal (PCE). El gasto en general avanzó solo un 1,6% (interanual) frente al 12% registrado en el segundo trimestre, lastrado por los vehículos de motor, los servicios de alimentación y el alojamiento. De hecho, el gasto en bienes se contrajo un 9,2% en su tasa interanual debido a la fuerte caída en el desembolso de bienes duraderos (-26,2%). La debacle estuvo moderada por el consumo en bienes no duraderos y servicios.
"La actual escasez de semiconductores, que frena la producción de vehículos, hace que no esperemos un repunte espectacular del consumo en los próximos dos trimestres", señala Paul Ashworth, economista jefe de Capital Economics tras revisar estos datos.
En este sentido explica que con la retirada de los subsidios de desempleo a lo largo del trimestre, la renta personal real disponible se contrajo un 5,6% (anualizado) y la tasa de ahorro cayó al 8,9%, desde el 10,5%. Esto significa que la tasa de ahorro ha vuelto a su nivel anterior a la pandemia, lo que deja mucho menos margen para que los hogares aumenten su gasto, aunque la tasa actual no tiene en cuenta los ahorros acumulados durante los confinamientos.
El índice de precios del PCE aumentó un 5,3%, frente a un aumento del 6,5% en el segundo trimestre. Si se excluyen los precios de los alimentos y la energía, la lectura subyacente aumentó un 4,5%, frente a un incremento del 6,1% registrada entre los meses de abril a junio.
El PIB del tercer trimestre de 2021 fue un 1,4% superior al nivel del cuarto trimestre de 2019. Aún así, los funcionarios de la BEA indican que los efectos económicos completos de la pandemia no pueden cuantificarse todavía en la estimación publicada este jueves porque los impactos están generalmente integrados en los datos fuente y no pueden identificarse por separado.