Paloma Caballero
Pekín, 5 dic (EFECOM).- China se convirtió en 2006 en la tercera potencia comercial del mundo, sólo detrás de Estados Unidos y Alemania, con exportaciones de 762.000 millones de dólares, el 7,3 por ciento de las mundiales, e importaciones de 660.000 millones de dólares, el 6,1 por ciento de las globales.
Las estadísticas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) confirmaron en noviembre el papel de China en la economía mundial por el tirón del comercio exterior, que creció más que ninguno y que lo seguirá haciendo al 10 por ciento anual, para situarse en 2010 en 2.300 millones de dólares.
De ellos, 400.000 millones de dólares corresponderán al sector de servicios, según las previsiones.
Todo apunta a que el fuerte dinamismo del comercio exterior (hace diez años, en 1995, las cifras eran tres veces menores, con 249.203 millones de dólares en exportaciones y 266.098 millones en importaciones) continuará en el futuro la tendencia de 2006, con China como realidad decisiva para la economía mundial.
Ante las llamadas de países que registran grandes déficits comerciales con China, como EEUU (de 102.200 millones de dólares), el Ministerio de Comercio respondió con medidas que, según dijo, reducirán el crecimiento comercial (antes se preveía un crecimiento del 14 por ciento hasta 2010).
Se trata de poner en marcha en la economía China un cambio de estrategia ante la expansión comercial, que antes tenía como objetivo acumular reservas de divisas (ahora rondan el billón de dólares y son las mayores del mundo).
Para ello, Pekín impulsó que los exportadores dedicados a la fabricación intensiva (que suponen el 15 por ciento del total de ventas al extranjero) traten de conseguir ventajas competitivas con innovación técnica.
También anunció que en los precios de los productos a exportar se tengan en cuenta los costes de protección medioambiental y subsidios.
El protagonismo de China como actor económico global llevó durante este año a otras grandes potencias económicas (UE y EEUU), a pedir el cumplimiento de responsabilidades y compromisos de adhesión a la OMC, como los derechos de propiedad intelectual.
En noviembre pasado, en Pekín, el Comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, pidió al Ejecutivo acciones rápidas, pues si no, el problema afectará tanto a China como actualmente ocurre en la UE o EEUU, ya que, precisó, las empresas chinas no innovarán, si ven sus productos pirateados.
"China no puede aislarse del mundo o comportarse como si estuviera fuera del sistema. Está ya en posición de aceptar nuevas responsabilidades y mostrar un liderazgo fuerte", afirmó Mandelson.
En paralelo a las llamadas a su responsabilidad para la estabilidad de la economía mundial, Pekín reiteró que China es un país en desarrollo que seguirá necesitando, para sostener su crecimiento, grandes cantidades de inversión directa extranjera, que en 2006 superó los 72.400 millones de dólares.
Esa inversión directa extranjera, reveló el "China Daily", sirve a la innovación tecnológica e impulsa la competitividad en la fabricación intensiva de sectores como maquinaria, automóviles, semiconductores o informática y también en servicios comerciales, turismo, telecomunicaciones y transporte.
Un estudio reciente puso de manifiesto que el 45 por ciento de las multinacionales prefiere invertir en China, en el Delta del Río Yangtsé, donde se sitúan Shanghai y las principales ciudades de las provincias de Jiangsu y Zhejiang, seguido por el área Pekín-Tianjin-Hebei y el Delta del Río Perla, donde está Hong Kong.
Durante 2006, las autoridades repitieron que el país cumple plenamente sus compromisos con la OMC, e incluso animaron a los fabricantes de zapatos a denunciar ante ella a la UE, en el conflicto que ambas economías afrontan en el sector.
A mediados de noviembre, Pekín anunció que sigue adelante con la reclamada (internacionalmente) apertura bancaria.
Como muestra, presentó la reforma del Reglamento de Administración de Bancos de Capital Extranjero, en vigor desde el 11 de diciembre, y un gran paso respecto a la apertura económica del país iniciada en 1979.
Según las autoridades monetarias chinas, la revisión del Reglamento recoge la concesión de trato nacional, cumple los compromisos de la OMC, y protege tanto los intereses de los depositantes como la seguridad del sistema monetario del país.
Los bancos con personalidad jurídica china podrán hacer negocios en yuanes con la unificación de normas para toda la banca, pero las oficinas de representación de la entidad extranjera y su personal no podrán hacer actividades de gestión.
Además, en septiembre, el Gobierno respondió a las presiones en favor de la apertura del mercado de capitales, que prefiere pasos graduales "ya que no es cosa de un día", dijo Tu Guangshao, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Reguladora de Valores.
"Es un esfuerzo a largo plazo y un proyecto sistemático paralelo al desarrollo económico de China y su reforma financiera", destacó. EFECOM
pc/abc/rl
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