
En una semana plena de euforia en el Partido Popular (PP) por la aplastante victoria electoral de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, los populares han vivido días convulsos en otro de sus tradicionales graneros de voto: la Comunidad Valenciana.
La presidenta del PP regional durante los últimos 6 años, Isabel Bonig, ha renunciado a su cargo y su acta de diputada tras varias semanas de tira y afloja con la dirección nacional del partido.
Una salida que la propia Bonig reconoció que se debe a la falta de confianza de Génova, que maniobraba desde hace tiempo para aupar al presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, como nuevo líder regional. Mazón, que ya ha presentado su candidatura para el Congreso Autonómico en julio, es una apuesta personal de Pablo Casado, que fue quien lo recuperó hace dos años para la política.
Con la renovación, el PP busca pasar a la ofensiva para derrotar en dos años al actual tripartito de socialistas, Compromís y Podemos, emulando el mensaje de "libertad o comunismo" que tan buen resultado ha dado en Madrid.
Pero antes, su primera tarea será unir a un partido que pese a ser la segunda fuerza política valenciana aún carga la herencia de los casos de corrupción y en el que la ausencia del poder acentúa las diferencias entre sus familias, uno de los motivos por los que Génova justifica su tutela. De hecho, antes de renunciar Bonig surgió una tercera vía, la de José Vicente Anaya, alcalde de Ayora, tras el que algunos ven la sombra de Francisco Camps, que varias veces se ha ofrecido al PP para volver a política.
Mazón ejemplifica ese delicado juego de equilibrios. Llegó de la mano de Eduardo Zaplana como director del Instituto Valenciano de Juventud en 1999, por lo que sus rivales políticos le tildan de "neozaplanista". Para lograr el apoyo del partido en la capital valenciana ha pactado que su número dos será su actual líder, María José Catalá.
La incógnita de Cantó
Una de las claves para que el PP de Alicante que dirige Mazón lograse mantener la Diputación y el Ayuntamiento de la capital provincial fue el apoyo de Ciudadanos. La descomposición de la formación naranja después de la moción de censura fallida en la vecina Murcia se ha acelerado aún más con su fracaso electoral en Madrid.
En el caso valenciano, la salida de Toni Cantó, que era el portavoz del grupo parlamentario, no ha sido la única. La semana pasada cuatro de sus 18 diputados en Les Corts anunciaron su baja del partido ante la negativa de los dirigentes de Cs a asumir responsabilidades. Pese a su salida, mantendrán sus escaños por lo que pasarán al grupo parlamentario de no adscritos.
Como ocurrió con Cantó, los populares ya han anunciado su interés en sumar tanto a los desencantados con Arrimadas como a sus electores. Y precisamente una de las piezas más incómodas de encajar sería el regreso a Valencia de Cantó. Tras su salto fallido a las listas de Ayuso, el actor ya se ha ofrecido a quien tome los mandos.