La cumbre europea de primavera, que concluyó en la noche del jueves tras casi nueve horas de videoconferencia, llegó cargada de temas: covid, Turquía, Rusia, mercado interior, agenda digital, euro, e incluso contó con la intervención del presidente de EEUU, Joe Biden.
Sin embargo, la principal pregunta a la que intentaron responder los jefes de los Ejecutivos de los 27 era cómo conseguir más vacunas. Europa lleva semanas quedándose atrás en la carrera de la vacunación frente a EEUU, el Reino Unido o campeones como Israel. Y para muchos dentro de la sala del Consejo, la culpa es en gran parte de AstraZeneca. "Podríamos haber ido mucho más rápido si todas las compañías farmacéuticas hubieran cumplido con sus contratos", lanzó tras la cita la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La jefa del Ejecutivo comunitario actualizó a los líderes las cifras de vacunas. Dijo que la UE ha recibido 88 millones de dosis, de las cuales se han administrado 62 millones y 18,2 millones de europeos (un 4,1% de la población) han recibido las dos tomas necesarias. Para el segundo trimestre, la UE espera tener 360 millones de vacunas, de las cuales 70 millones deben proceder de AstraZeneca, que había acordado enviar 180 millones inicialmente.
La falta de confianza en AstraZeneca es total. Por eso, y atendiendo al desequilibrio en el flujo de vacunas con el Reino Unido, donde está la mitad de la producción de la compañía, la Comisión propuso esta semana reforzar su mecanismo para la autorización de la exportación de vacunas que se producen en territorio europeo. El endurecimiento del instrumento fue respaldado por los 27 socios.
Von der Leyen explicó a los líderes que 21 millones de vacunas (la gran mayoría de BioNTech/Pfizer) han sido exportadas desde la UE al Reino Unido desde el 1 de diciembre, mientras que ninguna ha hecho el camino contrario. En total, la UE ha exportado 77 millones de vacunas fuera de sus fronteras.
"Europa siempre será una ferviente defensora de la cooperación global. Invitamos a otros a que igualen nuestra apertura", planteó Von der Leyen, sacudiéndose las acusaciones de proteccionista que le llegan a Europa desde Londres pero también desde la Organización Mundial del Comercio.
Europa se ve ahora a la defensiva, porque creyó que países como EEUU o Reino Unido mantendrían las mismas reglas de apertura y juego limpio. Pero ya sea por la fuerza de la ley o por la habilidad al firmar los contratos con las farmacéuticas, tanto Washington como Londres han sabido asegurarse las vacunas que necesitaban para sus ciudadanos sin importar roces con socios y aliados. Europa intenta reaccionar ahora a las nuevas reglas de una partida a la que llega tarde y con una mano mala.
Control de vacunas
El nuevo mecanismo para la autorización de la exportación de vacunas no solo tendrá en cuenta si los laboratorios están cumpliendo con sus contratos para permitir envíos, también si los países de destino tienen en vigor restricciones de cualquier tipo a las exportaciones (reciprocidad) y si su situación epidemiológica o de vacunación (proporcionalidad) es más positiva.
El considerable aumento de los poderes de la Comisión, o cualquier Estado miembro, para bloquear un envío, provocó algunas dudas antes de la cumbre entre algunos socios, como Irlanda, Holanda, Bélgica o los nórdicos. Sin embargo, los líderes terminaron por aceptar el mecanismo.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, señaló tras el encuentro que el nuevo instrumento reforzado "podría ser de ayuda". No obstante, también expresó sus temores sobre el impacto que podría tener en el flujo de materiales y materias primas que Europa necesita para luchar contra la pandemia, además de otros bienes, si desata una guerra comercial bloqueando exportaciones de vacunas. Por eso "espero que no se use", dijo, y si fuera el caso, pidió que la Comisión fuera clara con el daño comercial que podría sufrir la UE.
La prioridad para los europeos continúa siendo acelerar la producción de vacunas en su territorio. Así lo dejaron claro los líderes desde la primera línea del comunicado de conclusiones de la cumbre. "Acelerar la producción, entrega y utilización de las vacunas continúa siendo esencial y urgente para superar la crisis. Los esfuerzos para este fin deben ser intensificados", señala el texto.
En esta tarea, el gran protagonista está siendo el comisario de Industria, Thierry Breton, quién está en permanente contacto con laboratorios y cualquier empresa o factoría que pueda cooperar
en la Unión. El esfuerzo del francés, ex director ejecutivo de la multinacional francesa Atos, está siendo muy valorado por los países. Está intentando desatascar sobre el terreno los cuellos de botella y maximizar al máximo la capacidad de producción de las factorías en Europa. Breton ha declarado que el objetivo es que Europa termine el año siendo más que autosificiente, produciendo entre 2.000 y 3.000 millones de vacunas. Pero Europa necesita las vacunas ya, si quiere cumplir con su objetivo de vacunar al 70% de la población adulta antes del 21 de septiembre. Von der Leyen aseguró ayer que la UE va encarrilada para cumplir con la meta.
No obstante, los jefes de los Ejecutivos europeos no se pusieron de acuerdo sobre el reparto de las 10 millones de vacunas de Pfizer que han recibido por adelantado. Media docena de socios del Este quiere una cantidad mayor de la que les correspondería según el criterio poblacional, utilizado hasta ahora. La insistencia del canciller austriaco, Sebastian Kurz, por incluirse en el grupo impidió el acuerdo, y la patata caliente pasará a los embajadores de los 27 la próxima semana.
Certificado
Los líderes también dieron un impulso al certificado de vacunación, que durante la pasada cumbre de febrero fue aceptado a regañadientes por algunos. Las conclusiones aprobadas ayer señalan que el trabajo legislativo y técnico de este certificado "no discriminatorio" debería ser desarrollado "como una cuestión de urgencia". Todavía quedan flecos importantes por pulir, como la privacidad de los datos, y cuestiones por aclarar, como la posible transmisión del virus de los vacunados. Sin embargo, el consenso en torno a la propuesta aparece ahora más sólido, y la Comisión espera, de manera optimista, tener listo el certificado para el verano.
El Consejo Europeo tuvo que celebrarse de nuevo por videoconferencia, por el empeoramiento de la situación epidemiológica en Europa. Su presidente, Charles Michel, además decidió condensar en un día las dos jornadas previstas. Como estaba previsto, los líderes tuvieron la oportunidad de hablar brevemente con Biden. La voluntad en ambos lados del Atlántico es recuperar la relación transatlántica, con un foco importante por el lado europeo en la cooperación tecnológica y la regulación de los gigantes digitales.
El sanedrín europeo también celebró una breve cumbre del euro, en la que discutieron cómo reforzar el rol internacional del euro. En este contexto, pidieron al BCE que continúe con sus trabajos exploratorios para introducir el euro digital, para que iniciativas privadas no ocupen el espacio digital de la moneda común. Además, fuentes diplomáticas señalaron que los líderes resaltaron la importancia de poner en marcha cuanto antes los planes nacionales de recuperación, que los Estados miembros aun tienen que enviar a Bruselas para su evaluación. España espera hacerlo antes de que termine el mes.