Economía

Economía.-La planta que inició protestas contra contratación foránea en R.Unido ratifica el acuerdo y regresa al trabajo

LONDRES, 5 (de la corresponsal de EUROPA PRESS, Eva Martínez Millán)

Cientos de trabajadores de la refinería inglesa de Lindsey, donde se desencadenó la ola de protestas contra la contratación de extranjeros en el sector energético de Reino Unido, ratificaron esta mañana en asamblea el acuerdo que pone fin a más de una semana de huelga, después de que las partes acordaran ayer el alta de británicos para la construcción de la planta de desulfuración que desencadenó la polémica.

El consenso se produjo después de tres días de negociaciones entre la dirección de la fábrica, la francesa Total, los sindicatos, la compañía contratadora Jacobs y la mediadora laboral Asca, y supondrá que un total de 102 ciudadanos británicos se sumen a los italianos ya llegados a las islas para trabajar en el proyecto que ejecutará la empresa transalpina Irem, para el que habían concurrido cinco empresas de Reino Unido y dos del resto de Europa.

Además, el acuerdo se vio favorecido por la disposición expresada por el primer ministro, Gordon Brown, de revisar si la normativa europea de contratación de trabajadores desplazados perjudica a los británicos, como aseguraron a lo largo de esta semana los miles de manifestantes, que arguyen que los menores salarios que cobran los extranjeros los hacen más interesantes para el recorte de costes de las empresas.

Así, finalmente los trabajadores escucharon a los sindicatos, uno de los sectores con más influencia en el Partido Laborista que desde 1997 gobierna en Reino Unido, que ayer mismo los habían instado a abandonar las protestas y retomar la actividad, después de que Brown expresase su voluntad de revisar el dictamen de un cuerpo de expertos comunitarios sobre la materia y se asegurase el 50 por ciento de los empleos para británicos.

FIN DE LAS PROTESTAS

De esta forma, concluyen ocho días de protestas en las que las islas vieron agitar el fantasma del proteccionismo y de la xenofobia, aprovechada por formaciones como el Partido Nacional Británico, a partir de la consigna reivindicada por el propio primer ministro en el Congreso laborista de 2007, en el que prometió 'trabajos británicos para trabajadores británicos'.

En consecuencia, el fin del conflicto supone un balón de oxígeno para Brown, que ha visto cómo sus reivindicaciones antiproteccionistas en el panorama internacional, la última el pasado fin de semana en el Foro Económico Mundial de Davos, topaban con un conflicto doméstico que afectaba a una de las bases de su electorado y dañaba a una de las líneas de flotación del actual contexto: la apuesta por el empleo y el mantenimiento de la actividad industrial.

Además, el acuerdo no significará que los trabajadores que ya se han trasladado a Reino Unido contratados por la compañía transalpina Irem vayan a perder el puesto, puesto que serán un total de 102 los británicos que serán empleados en esta ocasión de un total de 195, de los cuales 67 irán a puestos cualificados, como electricistas o soldadores.

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