Normalmente, cuando hablamos de una inversión a través de fondos pensamos en una aportación inicial al fondo elegido, por el que la sociedad gestora nos asigna un número de participaciones que recuperaremos, junto con los rendimientos generados, cuando vendamos dichas participaciones. Es decir, estamos describiendo los fondos de acumulación.
Las ventajas de esta modalidad son evidentes. Entre otras, en primer lugar, la fiscalidad, ya que mientras no se produzca la venta de participaciones no se generará ningún impacto fiscal; y, en segundo lugar, la sociedad gestora valora diariamente las inversiones y los rendimientos obtenidos se reinvierten automáticamente, sin necesidad de actuación por parte del inversor. Ya solo con estas dos ventajas los fondos de inversión de acumulación son unos instrumentos realmente eficaces.
En muchas ocasiones, sin embargo, los objetivos de algunos inversores pueden no estar alineados con esta estrategia. Ciertos clientes, por sus características especiales, valoran muy positivamente la recepción de unos ingresos estables y recurrentes, sin renunciar a obtener una posible revalorización del capital invertido. Pensemos por ejemplo en inversores ya jubilados que desean complementar su pensión con una cantidad recurrente o las personas que dependen de la renta generada por su patrimonio para abordar sus gastos anuales.
Este tipo de productos comparte con los fondos de acumulación sus principales características de diversificación, liquidez, etc.
Con la finalidad de cubrir la necesidad de este colectivo, existen varias fórmulas financieras posibles, y una de ellas son los denominados fondos de reparto. Este tipo de productos comparte con los fondos de acumulación sus principales características de diversificación, liquidez, etc., siendo su diferencial el de generar de forma recurrente una renta que se abona directamente en la cuenta corriente del cliente.
Es importante destacar que no se trata de productos que garanticen una renta junto con la devolución del principal, sino que en general son fondos específicamente diseñados para maximizar la obtención de ingresos recurrentes, por lo que invierten en activos que, a priori, cuentan con un elevado potencial de generación de rentas. Además, tienen establecidos unos objetivos de asunción de riesgos que les permiten preservar a medio plazo el patrimonio.
Concluyendo, elegir una inversión con un horizonte temporal de medio y largo plazo no está reñido con la obtención de ingresos recurrentes; los fondos de reparto nos pueden facilitar estos ingresos estables y recurrentes sin necesidad de intervención del inversor y sin renunciar a una revalorización del patrimonio invertido.