Economía

Veinticinco años sin la Unión Soviética

  • Se cumple un cuarto de siglo del 'Golpe de Agosto' de 1991
Gorvachov y Yeltsin en el Parlamento de la URSS tras el intento de golpe de Estado. GETT

Se cumple un cuarto de siglo del 'Golpe de Agosto' de 1991, perpetrado por la línea dura del Partido Comunista contra el programa de reformas de Gorbachov

Hace 25 años, el mundo contenía la respiración. El peligro de involución se cernía sobre la Unión Soviética. La intentona conocida como Golpe de Agosto tuvo lugar entre el 19 y el 21 de agosto de 1991. Durante este periodo, un grupo de miembros del Gobierno de la URSS depuso brevemente al presidente Mijaíl Gorbachov e intentó tomar el control. Los líderes del golpe eran miembros de la llamada línea dura del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que consideraban que el programa de reformas había ido demasiado lejos y que el Nuevo Tratado de la Unión negociado dispersaba demasiado el poder del Gobierno central en favor de las repúblicas.

Sin embargo, el golpe fracasó y Gorbachov volvió al poder. Lo ocurrido minó aun más la legitimidad del PCUS, contribuyendo al colapso de la URSS. Las declaraciones de independencia se sucedieron.

Cuando subió al poder en 1985, había tenido que enfrentarse al grave problema del estancamiento económico. Lanzó la perestroika o reestructuración y, cuando los burócratas se empeñaron en frustrar esta operación, recurrió a la glásnost o transparencia informativa y debate abierto.

También su política exterior, que denominaba "nuevo pensamiento", contribuyó al final de la Guerra Fría. Creía que para la seguridad todos podrían beneficiarse mediante la cooperación. Proclamó una doctrina de la "suficiencia" de armas atómicas. Tras el pasado desastre de la invasión de Afganistán, percibía que el control soviético sobre Europa del Este costaba demasiado, aportando muy pocos beneficios. Hacia el verano de 1989, concedió mayores grados de libertad a los habitantes de estos países. El mundo siempre deberá gratitud a Gorbachov por haberse negado a autorizar el uso de la fuerza para reprimir manifestaciones.

En la última etapa surgieron problemas dentro del seno de la URSS. Respondían, por una parte, a las lógicas consecuencias de una reorganización económica para la que la población no estaba preparada. Un ejemplo entre muchos: el cambio a una economía de mercado supuso un aumento generalizado de los precios, que en la mayoría de los casos alcanzó el 100%.

Por otra, los problemas de las distintas nacionalidades. La Unión Soviética era la unión de los diferentes soviets bajo la dirección de un Soviet Supremo o dirección general del país. El ansia independentista de las repúblicas era evidente y, en muchos casos, irrefrenable.

La URSS experimentó una liberalización general en todos los aspectos políticos y económicos. Estos iban desde la apertura de mercados exteriores al surgimiento de los diferentes partidos políticos. Gorbachov optó por la libertad de expresión.

El ascenso de Boris Yeltsin

Paralelamente se producía el meteórico ascenso de uno de sus más acérrimos enemigos, Boris Yeltsin. Había sido elegido diputado en las primeras elecciones plurales de la URSS, en marzo de 1989. Gracias al apoyo de los denominados "demócratas radicales" y al rechazo que despertaba en Gorbachov, que nunca fue un líder querido, su candidatura a la Presidencia del Parlamento ruso superó a la del pretendiente comunista. En julio de 1990, durante el 28º Congreso del PCUS, Yeltsin dejó el partido y alegó como pretexto que, siendo líder del poder legislativo, no podía militar en ninguna organización política. A principios de 1991 se agravó su lucha contra el Kremlin y exigió la dimisión de Gorbachov. El 12 de junio de ese año se convirtió en el primer presidente electo de Rusia, la mayor república de la URSS, al ganar las elecciones en la primera vuelta (57% de los sufragios).

Dos meses escasos después un grupo de halcones intentaba derrocar a Gorbachov, secuestrándolo en su dacha (casa de campo) de Crimea. Se suele olvidar que los conjurados dieron su golpe para impedir la firma, al día siguiente, de un Tratado de la Unión que debía transformarla en confederación. A este respecto, Gorbachov había tenido que ceder ante Yeltsin, cuyo poder reposaba en la independencia de Rusia. Los golpistas estaban decididos a conservar la federación. Querían preservar como cerebro y columna vertebral el Partido Comunista. Los brazos deberían seguir siendo el Ejército y el KGB. Su obsesión desembocó en el resultado opuesto. La URSS comenzó a morir y la Gran Rusia resucitó.

Fue la oportunidad de Yeltsin, quien, a riesgo de ser detenido por el KGB, se parapetó con barricadas en la emblemática Casa Blanca (sede del Parlamento ruso) y resistió el embate de anacrónicos y trasnochados que llegaron a sacar a la calle a las tropas. La imagen de Yeltsin, encaramado a un tanque y leyendo una proclama en favor de la democracia, entraba en la Historia. Más tarde, en diciembre de 1991, la Unión Soviética dejaba de existir.

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