El final de la primavera, justo antes de llegar el calor abrasador de los meses de verano, es la época perfecta para salir de paseo con un coche descapotable. No hay nada mejor que rodar con el viento en la cara un día de temperatura agradable mientras pasan los kilómetros de forma tranquila, disfrutando del paisaje y de las sensaciones que transmite conducir sin techo, que son muchas.
Hoy nos ponemos a los mandos del Mini Cooper SD Cabrio, en busca de ese relax, aunque también nos encontramos con esa elevada dosis de diversión propia de todos los Mini. ¡Arrancamos!
Lo primero: ¿por qué un Mini a la hora de elegir un coche así? Descapotables hay muchos, en diferentes segmentos, y el Mini estaría en ese primer escalón que ocupan los coches pequeños. No es el único, tiene algún que otro competidor en esta categoría, pero no llegan a ser rivales directos. Por ejemplo, podríamos poner sobre la mesa al siempre acertado Mazda MX-5 o a su primo hermano el Fiat 124 Spider, pero ambos son biplaza; también podríamos sacar a la palestra al Fiat 500 Cabrio (o más bien a las variantes Abarth), pero este modelo no es totalmente descapotable sino más bien una carrocería cerrada que conserva los pilares a pesar de tener un techo practicable de material textil.
Así que el Mini Cabrio, dentro de su categoría, es el más completo porque es 100% descapotable, tiene cuatro plazas y, de regalo, ofrece buenas cualidades dinámicas. Pero mucho ojo porque esto no quiere decir que sea un modelo práctico. El Mini Cabrio deriva del Mini de 3 puertas y, tanto sus plazas traseras como su maletero, pierden puntos. Los asientos posteriores sirven como desahogo e incluso dan cabida a niños y a sillas infantiles si llega el momento dado (un adulto no viaja nada cómodo) y la zona de carga, a pesar de que conserva casi idéntico el -escaso- volumen (211 litros), al perder el portón, pierde también versatilidad.
Está claro que el Mini Cabrio no es un coche para todo: no cabe la compra del mes, no permite guardar mucho equipaje en los viajes y no ofrece holgura de sobra en su habitáculo. Pero si todo esto no es relevante, es decir, si el usuario tiene claro que todas estas premisas son apenas relevantes para él, entonces sí puede ser una estupenda elección. Porque por todo lo demás, precio aparte, el Mini Cabrio es un coche muy satisfactorio. Es pintón como el solo, personalizable hasta el extremo, ágil, divertido y su calidad de fabricación es más que buena.
La unidad que tenemos entre manos es un Cooper SD. ¿Diésel? Sí, diésel. Aunque parezca mentira y pesar de todo, aún le queda recorrido al gasóleo. Y en este caso concreto, no es ninguna mala opción. Pero de ello hablaremos luego. Ahora es momento de observar el coche por dentro y por fuera, para ver qué esconden sus líneas.
Las últimas novedades en la gama Mini Cabrio
Hace bien poco, la gama Mini se puso al día con una serie de novedades estéticas y de equipamiento. Algo que no le ha sido ajeno al Cabrio. Visto desde fuera, lo más llamativo son los nuevos colores de carrocería (no es el caso de nuestro coche de pruebas, cuyo blanco ya existía) y esa bandera británica 'Union Jack' que está presente en el diseño interior de los pilotos posteriores. En el interior también aparece esta bandera retroiluminada en el salpicadero, a lo que se suman las nuevas tapicerías o la luz de cortesía con el logo de Mini que se proyecta desde los retrovisores. Otros detalles como la nueva caja de cambios automática de 8 velocidades, no se ven, pero se sienten.
En cualquier caso, el elemento que más se presta a su personalización es la capota. A fin de cuentas es lo que realmente identifica a un descapotable y en Mini, a diferencia de otras marcas que sólo tienen en cuenta los colores, plantean cosas como el bordado de la bandera británica (sí, una vez más) en la capa exterior del material textil. Y no le queda nada mal, todo sea dicho. De hecho, este detalle unido a la preciosa tapicería en cuero marrón con costuras hacen que el coche que ha pasado por nuestras manos sea especialmente apetecible a la vista.
Sensaciones a bordo
El Mini Cooper SD Cabio es un coche ágil. No tanto como su equivalente de 3 puertas, pues su condición de descapotable le suma 100 kilogramos extra y algún crujido estructural (todo muy normal, típico de versiones cabrio que derivan de carrocerías cerradas), pero aún así sigue siendo un modelo con muy buen tacto de conducción, preciso, aplomado y rápido. Esto quiere decir que vale tanto para rodar a ritmo 'tropical' con la melena al viento y buena música de fondo, como para disfrutar de un buen tramo revirado si llega el caso. En cualquiera de los dos escenarios, este Mini da la talla, si bien en el primero habrá quien eche en falta una suspensión algo menos firme y más cómoda. Pero claro, entonces ya no sería un Mini.
En todo esto de la agilidad y las prestaciones tiene mucho que decir su motor diésel SD, un 4 cilindros turbo, de 2 litros, con 170 CV y 360 Nm, que mueve al coche como un tiro. Más aún cuando se elige el modo deportivo de conducción, que convierte al Mini en un modelo muy reactivo a las órdenes del conductor. El cambio automático de convertidor de par y 8 velocidades es nuevo y se lleva a la perfección con esta mecánica: suavidad, rapidez en las transiciones entre marchas, agilidad cuando se le pide o eficiencia cuando se requiere… Todo lo hace bien.
La única pega es que este motor en parado suena mucho a 'petrolero'. Luego ya una vez en marcha, el sonido es menos perceptible y más agradable, y uno se olvida de que lleva un diésel hasta que toca parar a repostar y elige la manguera del gasóleo. Cosa que pasa con poca frecuencia, porque el consumo es verdaderamente bajo. Son 4,3 litros / 100 km oficiales, que no distan mucho de la realidad. Y a esto se le une una capacidad de aceleración soberbia, que no hace echar de menos los motores de gasolina prácticamente en ningún caso. Dado que es un motor que encaja como un guante en este coche, me parece una opción a tener en cuenta, incluso a pesar de la que está cayendo con el diésel.
El Mini Cooper SD Cabrio es un coche de capricho, no cabe duda. En primer lugar por su precio, que en esta versión parte de 36.700 euros y que, con alguna que otra 'chuchería' (inevitable) es fácil rebasar los 40.000 euros. Por otra parte es pequeño y poco práctico en líneas generales. Sin embargo, dejando todo esto al margen, es un modelo de diseño cuidado al detalle, con materiales y tapizados bien elegidos, con unas líneas muy creativas y capaz de ofrecer una magnifica experiencia de conducción. Por todo ello creo que puede ser un buen segundo coche en un hogar familiar o una primera y única opción en el caso de un usuario que no necesite espacio y sí tenga muchas ganas de volar libre.
La selección de tapizados es un acierto en el Mini Cabrio
Destacable
- diversión al volante
- diseño
- personalización
Mejorable
- precio
- algo duro de suspensión
- poca versatilidad
Ficha técnica
Motor: turbodiésel, 4 cil, 1.995 cc
Potencia: 170 CV a 4.000 rpm
Par motor: 360 Nm a 1.500 – 2.750 rpm
Consumo mixto oficial: 4,3 l/100 km
Transmisión: automática, 8 velocidades
Maletero: 215 litros
Velocidad máxima: 218 km/h
Aceleración 0-100 km/h: 7,7 segundos
Precio: 36.700 euros