Motor

Del 124 al Ateca: un repaso a la historia de los mejores familiares de Seat

Hace 50 años el panorama automovilístico español era bien diferente al actual. Había menos coches y, aunque más baratos que ahora, la compra suponía un esfuerzo mayor para el común de los mortales. Sin embargo, por aquel entonces Seat se dio cuenta de que las familias de la incipiente clase media empezaban a demandar un tipo de coche capaz de dar respuesta a sus necesidades de espacio y versatilidad a la hora de afrontar el día a día y los viajes vacacionales.

En este contexto nace el Seat 124 como respuesta a aquellas necesidades. Compacto para los estándares de hoy, pero de generosas dimensiones en relación al parque de los años 60, este coche apareció en formato berlina de cuatro puertas, con un amplio maletero y un interior para cinco ocupantes (o los que cupieran). Bajo el capó, un motor de 1.197 cc y 60 CV asociado a un cambio manual de cuatro velocidades y su precio en concesionario era de 144.432 pesetas, más o menos el doble de lo que costaba un Seat 600. Palabras mayores.

Fueron pasando los años y, en 1969, la gama se expandía con la llegada del Seat 124 Furgoneta (la variante familiar) y el denominado 1430 (léase 'catorce treinta'), que a pesar de llevar otro nombre era en realidad una versión más lujosa y potente del sedán original. Con la parte práctica bien cubierta, en 1970 salía a la palestra el Seat 124 Sport 1600, una suerte de coupé deportivo con 110 CV bajo el pie derecho, que además presumía de cinco velocidades en su cambio manual y de una velocidad punta de 180 km/h.

En el año 1975, la fábrica navarra de Landaben, hasta ese momento propiedad de Authi (donde se fabricaba el Mini español) pasó a manos de Seat y la producción del 124 empezó a ser compartida entre esta planta y la de la zona Franca en Barcelona. En este momento llegaba el restyling con el Seat 124 D, que se actualizaba técnica y estéticamente para afrontar los últimos años de su ciclo de vida. Finalmente, en 1980, tras 12 años y 896.364 unidades vendidas, el mítico 124 desaparecía de la gama Seat y dejaba libre la cadena de montaje de Landaben para otro gran icono del automovilismo: el Seat Panda.

Cinco décadas de evolución dan para mucho

Es momento ahora de dar un salto en el tiempo, para viajar de 1980 hasta hoy. Casi cuatro décadas y… ¡cómo ha cambiado el panorama! ¿Quién quiere hoy una berlina con la filosofía del 124? Nadie. El equivalente por precio, prestaciones, practicidad y deseo por parte del comprador (esto último es la clave) es el segmento SUV compacto. Y este lugar lo ocupa el Seat Ateca, un modelo que llegó a la gama 'despacio, pero con buena letra' y que al cierre de 2017 acumulaba ya más de 100.000 unidades vendidas.

Resulta interesante comparar determinados apartados para ver cuánto ha evolucionado el automóvil en estas cinco décadas. Por ejemplo, la seguridad. ¿Alguien se ha parado a pensar en las enormes diferencias que puede haber entre un 124 y un Ateca? Aquí van unos datos a modo esquemático de la dotación del 124:

- el circuito de frenos doble y en diagonal no fue un elemento de serie hasta 1971

- sólo las versiones más lujosas contaban con servofreno

- los neumáticos de serie eran diagonales y no radiales en sus primeros años

- el retrovisor exterior no era obligatorio en su primera etapa: se montaba en el concesionario

- al inicio de su comercialización no contaba con cinturones de seguridad. Llegan en 1973

- del mismo modo, los reposacabezas llegaron en 1973 y se consideraban un elemento de confort más que de seguridad

- la carrocería no tenía zonas de deformación programadas para minimizar el daño a los ocupantes en caso de accidente

Todo esto es algo que ni se cita en un coche moderno porque se da por hecho que lo lleva. Pero no debemos olvidar que son elementos clave y un punto de partida básico en la seguridad. El Seat Ateca evidentemente incluye todo esto, pero además incorpora todos los avances modernos exigibles, como ABS, ESP, TCS y asistentes varios a la conducción.

Cabe destacar que hoy, con un parque automovilístico 15 veces mayor que el de finales de los años 60, los siniestros con desenlace fatal son 2,5 veces menores. Y en esto tienen mucho que ver precisamente esos avances en materia de seguridad que, en la práctica, perdonan los errores del conductor y minimizan las consecuencias en caso de accidente.

Otros temas que han cambiado, y mucho, en estos 50 años son los motores y el aprovechamiento del espacio. Respecto a lo primero, hemos pasado de aquellos vetustos propulsores de cuatro cilindros de entre 60 y 118 CV, a los más modernos de tres y cuatro cilindros, sobrealimentados, que forman una amplísima gama TDI y TSI, con diferentes opciones de tracción y transmisión, y con unas cifras de consumo y emisiones mucho más eficientes; en lo segundo también se ha ganado , ya que un Ateca ofrece un habitáculo bastante más amplio y habitable, y con un maletero mayor, que el de su abuelo el 124.

Más eficiente, más seguro, más rutero, más silencioso, mejor preparado para la vida en familia… Pero, ¿más divertido? Probablemente, no. Los nostálgicos y los amantes de la conducción más pura seguramente no encontrarán mayor placer que el de conducir un clásico y ya se estarán echando las manos a la cabeza con las nuevas restricciones al tráfico que atañen a los coches más antiguos y contaminantes. El caso es que ambos mundos no deberían ser incompatibles. Así lo esperamos.

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