
El coche del futuro está dejando de ser un sueño para convertirse en realidad. Todo apunta a que en 2020 podremos adquirir los primeros coches autónomos, pero... ¿Nos interesan? ¿Estamos preparados para esta revolución?
Imaginemos un mundo en el que cualquiera pudiera moverse en un vehículo con facilidad y seguridad, independientemente de su capacidad para conducir -por edad, por impedimento visual...-; donde el tiempo dedicado a estar atento a la carretera lo pudiéramos emplear en leer, trabajar, descansar...; donde los accidentes de tráfico disminuyeran drásticamente; donde se redujera la contaminación y los atascos en las ciudades...
Puede parecer un sueño, pero está más cerca de ocurrir de lo que podamos pensar. De hecho, el coche autónomo ya es una realidad como prototipo y, en España, el pasado mes de noviembre la Dirección General de Tráfico (DGT) anunció que los vehículos de conducción automatizada disponen ya de un marco normativo estable para realizar las pruebas o ensayos de investigación en vías abiertas a la circulación. Con esta iniciativa, nuestro país se sitúa entre los primeros que apuestan por el desarrollo de este tipo de tecnología, definiendo un marco estable que pueda permitir, fomentar y atraer la realización de pruebas de vehículos de conducción automatizada, con el objetivo de mejorar la movilidad haciéndola más segura y sostenible.
Las principales marcas del sector ya trabajan en ello, aunque todavía no se atreven a concretar una fecha de salida al mercado, quizá en 2020. Pero no sólo los grandes fabricantes de automóviles se lanzan a la conquista del coche del futuro; algunos gigantes de la tecnología -como Google (cuyo prototipo está en pruebas desde 2009) o Apple (que lo mantiene más en secreto)- están creando sus propios modelos.
El sueño de la auto-conducción
Según la instrucción de la DGT, vehículo autónomo es todo aquel que dispone de capacidad motriz equipado con tecnología que permita su manejo o conducción sin precisar la forma activa de control o supervisión de un conductor, tanto si dicha tecnología autónoma estuviera activada o desactivada de forma temporal o permanente.
Esto parece muy nuevo, pero el sueño de la auto-conducción es casi tan antiguo como el propio coche. Como apunta el último Observatorio Cetelem Auto 2016, ya en 1939, cuando el grupo General Motors montó la exposición Futurama en el marco de la Exposición Universal de Nueva York, el diseñador Norman Bel Geddes había imaginado autopistas o coches teledirigidos que circulaban a gran velocidad y con toda seguridad. Y el speaker decía: "¿No es increíble? Tienen ante ustedes el mundo de 1960!". Más tarde, en 1958, el mismo grupo testaba en la autopista el prototipo Firebird III, que disponía de un piloto automático, capaz de seguir un cable colocado bajo el pavimento. En 1984, el alemán Ernst Dickmanns, de la Universidad de Múnich, y sus equipos, hicieron circular a 96 km/h en una autopista desierta, una furgoneta Mercedes-Benz sin ninguna intervención humana. En Francia, l? INRIA presentó en 1996 un prototipo, el CyCab, para ilustrar el potencial de la robótica en los desplazamientos urbanos.
Las investigaciones sobre vehículos autónomos existen desde hace tiempo en muchos países. Es a partir del año 2000 cuando este tema se acelera: las investigaciones han progresado notablemente y en particular en Estados Unidos, cuando Darpa (Defense Advanced Research Projects Agency) elige organizar dos carreras, en 2004-2005 y después en 2007, con una recompensa extraordinaria para el que consiguiera hacer circular durante una distancia concreta, un coche sin ninguna intervención humana. Es en estas carreras donde toman parte los primeros prototipos de coches inteligentes sin piloto. El premio Grand Challenge de 2005 lo ganó un laboratorio de búsqueda electrónica de la Universidad de Stanford a la que pertenecía? el futuro director de investigación del proyecto Google. Su prototipo, el Volkswagen Touareg Stanley, recorrió 212 km en el desierto con total autonomía.
Hoy en día, el prototipo de vehículo de auto-conducción de Google ha recorrido cerca de 3 millones de kilómetros, de los que más de 1,5 millones han sido en modo cien por cien autónomo -lo que significa que el software está conduciendo el vehículo y los conductores de prueba no tocan el modo manual-. Su objetivo ahora mismo es ir reduciendo el número de desconexiones manuales y reunir la mayor cantidad posible de datos para perfeccionar el sistema con la idea de intentar comercializar los primeros coches en 2020. El mismo objetivo tiene Tesla o Mercedes-Benz, por citar algunos ejemplos. La carrera hacia el vehículo cien por cien autónomo parece estar bien encaminada.
¿Hasta dónde llegará el coche autónomo?
Así como las nuevas tecnologías han invertido desde hace años en el interior y exterior del coche, la oleada digital que se aproxima promete cambiar el estatus del coche: una asistencia en la conducción hasta el límite, la geolocalización -con todo lo que ello conlleva de publicidad contextualizada, pero también una oferta diversa de servicios personalizados y variados durante el trayecto en función de los conductores y de los pasajeros-, sistemas preventivos que vigilarán el buen estado de salud de los ocupantes, mantenimiento anticipado de los vehículos...
El Observatorio Cetelem Auto 2016 concluye que, con el coche autónomo, el sector del automóvil sufrirá grandes movimientos, una verdadera revolución. A nivel legal se tratará de definir nuevas reglas para hacer circular este nuevo tipo de vehículos. En cuanto al mercado de los seguros, el sector también se verá influido. La determinación de las responsabilidades en caso de accidentes -que serán más complicados-, provocará nuevas controversias. Y sobre todo, los fabricantes tradicionales, que tendrán que hacer frente a nuevas llegadas que gestionan ya con éxito, la futura materia prima del sector automovilístico: la información. Actores que, como Google sobre todo, han realizado importantes inversiones de dinero y de conocimiento, para hacer circular lo antes posible un vehículo autónomo, ¿se convertirán en fabricantes? Nada es seguro. Mientras tanto, los fabricantes tradicionales tienen importantes ventajas para afrontar la competencia: un saber-hacer innegable, una experiencia en la carretera y también la integración real de este futuro coche.