
La Unión Europea promueve un sistema eficaz en el uso de los recursos y respetuoso con el medio ambiente. Una apuesta incluida entre los siete retos sociales identificados en el programa Horizonte 2020.
El transporte es uno de los sectores económicos claves de la Europa de los 28. Supone un 4,8 por ciento del valor añadido bruto para el conjunto de los estados miembros de la UE, lo que equivale a 548.000 millones de euros. También genera más de 11 millones de puestos de trabajo en el espacio único.
Los propios ciudadanos gastan un 13,5 por ciento de sus ingresos en bienes y servicios relacionados con el transporte, desde billetes de tren y de avión hasta el combustible con el que llenan los depósitos de sus vehículos. De hecho, el transporte representa el segundo gasto más importante del presupuesto doméstico, sólo por detrás del dedicado al hogar.
Por todo ello, el transporte genera también algunos de los principales retos a los que se enfrentan los gobiernos comunitarios. En primer lugar, el que supone la congestión de las carreteras y del tráfico aéreo, que ya ocasiona pérdidas cercanas al 1 por ciento del PIB anual europeo y sigue creciendo. También la dependencia del petróleo, ya que el 96 por ciento del transporte depende de dicha energía pese a que es cada vez un recurso más escaso. Sin olvidar, la emisión de gases de efecto invernadero que deberían reducirse en un 60 por ciento de aquí al 2050 para que el calentamiento global no supere el peligroso límite de los 2ºC.
Se trata de un problema ecológico de primer orden que tiene su raíz en el propio modelo económico que potencia el transporte por carretera, el que más contamina. Según los últimos datos, éste produce alrededor del 71 por ciento de todas las emisiones de CO2 derivadas del transporte, siendo los automóviles los responsables de dos tercios de dicho porcentaje. Además, una cuarta parte de las emisiones del transporte de la UE proceden de las zonas urbanas precisamente por ello. Otros sectores contaminan mucho menos: el transporte marítimo y el aéreo representan el 14 y el 13 por ciento, respectivamente, y la navegación interior el 2 por ciento. El ferrocarril es, con diferencia, el medio menos contaminante; no supone ni el 1 por ciento.
El plan de la UE
Por ello, la UE ha decidido apostar en los últimos años de manera decidida por el desarrollo de un nuevo sistema de transporte inteligente, ecológico e integrado. Una apuesta incluida entre los siete retos sociales identificados por la Comisión Europea en el programa Horizonte 2020. El objetivo fundamental es lograr un sistema europeo de transporte más eficaz en el uso de los recursos, que sea respetuoso con el clima y el medio ambiente, y que funcione con seguridad y sin fisuras en beneficio de la economía y la sociedad.
No será ésta, sin embargo, la única medida europea en este campo. De hecho, los 28 apoyan el despliegue eficaz de las nuevas tecnologías ecológicas. Así, por ejemplo, las normas más recientes obligan a los países miembros a fomentar las tecnologías limpias, como los coches eléctricos o de hidrógenos, y los camiones y embarcaciones con motor de gas. Para ello, exigen la instalación de un número mínimo de estaciones de recarga de estas energías para facilitar la apuesta de los ciudadanos por ellas.
Además, desde 2014 la UE ha puesto en marcha una nueva política de infraestructuras para conectar el continente de Este a Oeste y de Norte a Sur. Se pretenden eliminar los actuales cuellos de botella que dificultan el movimiento de personas y mercancías en el espacio único, y que aumentan la contaminación. También, se quieren surpimir los obstáculos técnicos que han permitido que existan normas ferroviarias incompatibles. Para ello, la UE tiene previsto dedicar hasta el año 2020 un presupuesto de 26.000 millones de euros con cargo a la partida ?Conectar Europa?, que también se beneficiará del plan trienal de inversiones de la Comisión que movilizará un mínimo de 315.000 millones de euros de inversión pública y privada de aquí a 2017.
En España, todo esto se ha traducido en un programa de apoyo al desarrollo sostenible que, con 7.700 millones de euros de presupuesto total, incluye partidas específicas para el desarrollo del ansiado transporte ecológico. Dado a conocer en verano de 2015, el programa tiene prevista una fuerte inversión para potenciar las conexiones ferroviarias, mejorar la movilidad regional mediante el apoyo a las interconexiones y el transporte multimodal, así como facilitar la interoperabilidad, y reducir la contaminación sonora.