Motor

Coches eléctricos: cuando la fiscalidad se contrapone al medioambiente

El Gobierno noruego está cuestionándose los privilegios fiscales concedidos a los coches eléctricos sin emisiones. Una considerable caída de recaudación en impuestos derivados del sector del automóvil podrían acabar con el paraíso medioambiental nórdico.

Noruega está a la cabeza de Europa en cuanto al parque de coches eléctricos. Y de forma destacada pues, habitado por una población de tan sólo cinco millones de habitantes, circulan actualmente más de 50.000 vehículos de propulsión exclusivamente eléctrica.

El éxito de esta opción de transporte no es ni mucho menos espontáneo ya que, en Noruega y en general los países nórdicos, los coches de combustión interna están mucho más gravados por impuestos que en el resto de países europeos y su es muy superior.

En cambio, los eléctricos gozan de unos privilegios fiscales muy ventajosos, además de tener acceso gratuito a la recarga rápida de la red, al aparcamiento en las ciudades, los carriles de bus e incluso a los peajes de las autopistas. No es extraño, pues, que los noruegos se hayan volcado con gran entusiasmo sobre el coche eléctrico, marcando la tendencia en cuanto al transporte con nulas emisiones.

Drástica bajada de la recaudación

Pero este paraíso "verde" parece estar difuminándose desde los despachos del ministerio de economía noruego. La pérdida de recaudación en impuestos de circulación se ha cifrado para el presente año en más de 100 millones de euros, a los que habría que sumar la importante bajada de consumo de carburantes, asimismo muy gravados en Noruega.

La alarma de sostenibilidad fiscal se contrapone así a la circulación medioambiental sostenible. Pero no son los únicos problemas para el coche eléctrico pues, al ser ya legión, han levantado polémica por dificultar con su creciente número al transporte urbano en invadir zonas hasta ahora vetadas para los coches con motor de combustión interna.

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