
El fabricante de componentes de automóvil francés Faurecia ha presentado en Frankfurt un sistema que se instala en los escapes de cualquier tipo de coche para que éste emita un sonido que puede ser personalizado, desde el que genere su motor hasta el como el V8 de un superdeportivo de Ferrari.
Mostrado por primera vez esta semana en el Salón del Automóvil de Frankfurt, el objetivo de esta tecnología fabricada Faurecia es satisfacer las demandas de un importante número de aficionados al automóvil que ven en el progresivo descenso en el tamaño y cilindrada de los coches en los últimos años una merma en el placer de conducir que llega por el sentido del oído.
Además, la estricta regulación que dicta cada vez más recortes en las emisiones contaminantes de los vehículos ha llevado a la instalación de tecnología extra en el interior de los tubos de escape que conllevan una atenuación del sonido que proviene del motor.
Desde el fabricante galo reconocen que "hay mucho interés por parte de los fabricantes norteamericanos", según declara su jefe de ventas Peter Lakin al Wall Street Journal. El público estadounidense, tradicionalmente ávido de grandes vehículos y 'muscle cars', es seguramente el que más se está viendo afectado por el fenómeno bautizado como downsizing, que ha hecho a Ford, por ejemplo, preocuparse por cuestiones más relacionadas con la eficiencia y la sostenibilidad que con el músculo y la solvencia que siempre ha caracterizado a sus automóviles.
Para solventar ese cambio en el paradigma de la producción de coches, Faurecia ofrece a los fabricantes de automóviles una especie de mini altavoz capaz de amplificar el sonido de un motor pequeño que sale por el escape hasta simular el rugido de un superdeportivo con un propulsor de alta cilindrada. Como se puede ver en el vídeo (a partir del minuto 1:23), el sistema permite regular el ruido motor hasta sonar como un V8 de los que lleva, por ejemplo, el 458 Italia de Ferrari.
Instalado de serie
Pero esta tecnología presenta un inconveniente: no es un sistema que pueda ser adquirido a posteriori para ser instalado en nuestro actual coche, sino que debe ser preinstalado en el proceso de manufactura por el fabricante en cuestión. De ello, sin embargo, se deriva una ventaja: que venga de fábrica facilita que pueda ser homologado más fácilmente y sea posible así pasar las inspecciones oportunas sin problemas.
El invento de Faurecia no será, probablemente, la mejor noticia para el vecindario de quien opte por adquirir un coche con él equipado, pero es a buen seguro una interesante opción para tener un Ferrari (o al menos, un automóvil que suene como tal) sin necesidad de desembolsar los más de 200.000 dólares que cuesta el más barato de la firma italiana.