Ecoaula

Ahora que estoy jubilad@, tengo el tiempo para ir a la universidad

  • Los beneficios para los adultos mayores que participan en este tipo de programas son muchos
Madridicon-related

Con la llegada de la jubilación, much@s son los que disponen de más tiempo para dedicar a su familia, los amig@s, aficiones, y cada vez son más personas las que se plantean acudir a la universidad para adultos. Es probable que en su juventud la formación universitaria no se planteara como una opción. En los años 50 y 60, la formación académica se prolongaba menos en el tiempo. Motivos económicos, laborales, o simplemente una sociedad en que el acceso a estudios superiores se reservaba a algunos hicieron que muchos jóvenes de ese entonces no tuvieran la posibilidad de acceder a la universidad. Afortunadamente, el escenario actual es distinto, y ahora convertidos en adultos mayores pueden plantearse disfrutar del estudio.

Muchas universidades ofrecen la posibilidad de cursar diferentes asignaturas relacionadas con distintas titulaciones. Los profesores de las mismas adaptan los contenidos a estos nuevos alumnos y les ofrecen la posibilidad de adaptarse a sus necesidades. Sin ser necesaria una titulación previa, se brinda la posibilidad de disfrutar de una formación de calidad.

Los beneficios para los adultos mayores que participan en este tipo de programas son muchos. Partiendo del enriquecimiento personal que supone la formación, su bienestar personal mejora al percibirse como alguien activo, que continúa teniendo propósitos y objetivos después de concluir su etapa laboralmente activa. Asistir a la universidad puede convertirse en un nuevo reto motivador, en el que la finalidad no es conseguir la titulación que los jóvenes anhelan, sino disfrutar de manera genuina del camino que se presenta ante ellos. A la vez, asistir a clase facilita las relaciones sociales entre iguales, un elemento a cuidar en esta etapa del ciclo vital. Es ejemplo de este colectivo Salvador Aldana, estudiante nonagenario del grado de Diseño y Creación Digitales de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Es un hombre del Renacimiento, un pequeño Leonardo valenciano al que todo le interesa. Antes de los once años ya había leído la obra completa de Blasco Ibáñez y se entretenía con los Episodios nacionales, desmontaba un tren eléctrico pieza a pieza y hacía fotos con una de las primeras Kodak que le había regalado su padre. En 1949, con dieciocho años, entró en la Universidad de Valencia en la facultad de Filosofía y Letras (para cursar Historia). Y ya no ha dejado el campus universitario: en 2018, con noventa años, estudia el grado de Diseño y Creación Digitales en la UOC. De una universidad militarizada a una democrática, de una presencial a una virtual... cuando la curiosidad es el motor, no hay límites. Estudio, docencia, investigación, creación artística, escritura... ¿Su secreto? Trabajo duro y pasión por igual. Salvador no le teme a nada, ni siquiera al Photoshop o al PowerPoint, que para tantos compañeros de generación son un misterio indescifrable. "El día que me aburra, lo dejo", afirma.

Fue su mujer, pianista profesional, que estudia Derecho en la UOC, quien le propuso: "¿por qué no estudias tú también?" Siempre ha dibujado, ha hecho exposiciones fotográficas, y se ha interesado por conocer nuevas tecnologías. "No tengo miedo al ordenador y utilizo programas como Photoshop o PowerPoint para las presentaciones o conferencias que doy sobre arte". Hasta ahora lo ha hecho por libre, pero quería mejorar y se matriculó en este grado.

Su secreto para seguir en activo a los noventa es no parar nunca. "Me pongo a hacer una cosa, descanso y leo". Pero también escribe. Ha publicado más de cincuenta libros sobre historia del arte y ahora, novelas históricas. Aldana y muchas otras personas mayores ya están en las aulas. Ahora debemos aprovechar la oportunidad relacional que brinda esta experiencia intergeneracional.

Elaborado por Montserrat Lacalle, profesora colaboradora del grado de Psicología de la UOC

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky