Ecoaula

La universidad se extinguirá sola

  • La educación virtual de calidad es mejor que la tradicional
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Es un hecho incuestionable que la universidad está en crisis. En plena eclosión de la economía digital, el sector educativo ha tratado de subirse al tren de la innovación pero siempre con un pie en tierra. Como en toda crisis, las tornas pueden cambiar y atisbarse una oportunidad importante para cambiar en el horizonte cercano, para edificar sobre lo que es y no sobre lo que podría haber sido.

La digitalización del mundo universitario no ha sido planificada, ni integral ni eficazmente. Ante la avasallante ola digital, la gran mayoría de las universidades han empleado las tecnologías como pequeños parches o de cara a la galería. Ahí está el error.

La universidad, luz ilustrada y ámbito eminente de innovación, no puede recoger las migajas que la economía digital va dejando. Transformación digital no es que las calificaciones se puedan ver en el móvil, ni que un par de profesores entreguen los apuntes en un formato digital. Eso no arregla el problema de fondo: la estructura burocrática infinita, la mentalidad del profesorado, la forma de enseñar, las materias enseñadas, ni las consecuencias de todo lo anterior, es decir, si los propios recién graduados tienen hueco o no, tras su paso por la universidad en una economía como la actual.

El resultado de estos pocos esfuerzos renovadores en el mundo universitario, tan loables como ineficaces, lo encontramos en un estudio del ex asesor del Departamento de Educación de Obama, Spiros Protopsaltis. Dejando al margen sus intenciones políticas, resultan reveladores los datos: la educación virtual es la que más crece, sin embargo los profesores y líderes académicos son escépticos ante la educación virtual, la consideran inferior a la tradicional, y los estudiantes online rinden peor. Error, grave error.

La educación virtual de calidad es mejor que la tradicional. Lo que ocurre es que la inmensa mayoría de las universidades sigue ofreciendo experiencias virtuales de muy baja calidad. Y es fruto de que la apuesta de la mayoría de las instituciones educativas superiores ha sido permitir el online como guiño a la innovación, pero seguir apostándolo todo al modelo tradicional presencial, que todos sabemos que ya no funciona -si es que en algún momento pasado, llegó realmente a funcionar-.

Hace unos días conocíamos en España que el declive demográfico está vaciando las aulas universitarias. Muchas instituciones se ven obligadas a ampliar sus lazos de reclutamiento, apostando por el mercado internacional.

No está mal, pero sería más útil que antes comprendieran que la manera de frenar su crisis es apuntalar la formación de calidad virtual. No hacerlo también en el online, sino profundizar en la formación a distancia, diseñando sistemas, títulos y metodologías genuinos, y comprometiendo a una comunidad de profesores y directores que estén preparados para dar un enorme salto de calidad.

Al menos, las que quieran sobrevivir y seguir siendo útiles a una sociedad que ya no conoce fronteras, que ya no estudia una carrera para conseguir un trabajo, que ya no aprende conocimientos imperecederos sino que requieren actualización constante, y que necesita responder a una demanda laboral más transversal, disruptiva y creativa que toda la que hemos conocido hasta la fecha.

Las universidades no saben o simplemente no quieren cambiar. Es la constatación de una muerte anunciada. La universidad se extinguirá ella sola.

Elaborado por Pablo Rivas, CEO de Global Alumni

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