
Desde el ámbito educativo es obvio que estamos ante el gran desafío que implica que en el mundo actual todo se transforma y reinventa gracias a la tecnología, una realidad que nos obliga más si cabe a estar a la vanguardia de esos cambios. De hecho, la transformación digital afecta a todos los sectores hasta el punto de haberse convertido en un imperativo para las empresas e instituciones y, por extensión, para los profesionales que necesitan creatividad, agilidad en el uso de herramientas tecnológicas, y más flexibilidad que nunca para adaptarse a un escenario laboral en constante evolución.
Un contexto que provoca que las generaciones que se están incorporando al mundo de la empresa tengan unas características profesionales y unas demandas diferentes a la que hemos estado acostumbrados hasta ahora, por eso es determinante que desde las instituciones educativas no pongamos el foco únicamente en las demandas de la empresa actual, sino también en aquello que busca el estudiante.
Porque efectivamente la demanda del estudiante también está cambiando, y las empresas y organizaciones deben ser conscientes de que el estudiante aspira a obtener las mejores oportunidades, experiencias en el extranjero y una oferta donde internacionalización y empleabilidad vayan de la mano.
Bajo esa máxima y precisamente porque vivimos tiempos laborales exigentes y apasionantes, debemos tener claro que los nuevos profesionales del siglo XXI deben ser capaces de ejercer profesiones nuevas que surgen cada día y en las que se emplean tecnologías y herramientas en constante evolución; por ello, resulta clave una rápida adaptación al cambio. Una adaptación que exige, además, como vemos cada día en nuestras aulas, de individuos audaces, inconformistas y creativos, con un espíritu crítico que les lleve a cuestionarse el status quo. En definitiva, profesionales "question everything", armados de capacidades, actitudes y conocimientos para enfrentar un presente convulso y un futuro lleno de retos.
Así, analizar ese escenario actual en el que vivimos es siempre fascinante y además una necesidad inherente a cualquier institución educativa como la universidad, que tiene la exigencia de ser sensible a las transformaciones sociales. Por ello, resulta tan estimulante tener la oportunidad de tener un punto de contacto tan directo como la cita obligada en el Salón Internacional del Estudiante y la Oferta Educativa 2019 (AULA). Un punto de encuentro que nos brinda la oportunidad de activar una comunicación directa y cercana con los futuros alumnos, padres y orientadores que quieren conocer de primera mano qué ofrecemos en la Universidad Europea. Y no solo qué ofrecernos sino, qué nos hace diferentes, únicos.
Por ello, AULA es desde su inicio un escaparate imprescindible, porque nos permite no solo compartir nuestra oferta académica y visibilizar nuestra apuesta por la innovación, sino que nos da la oportunidad de mostrar nuestra imagen como universidad de una manera tangible y sobre el terreno.
Conexión y visibilidad, creo que por encima de todo lo que nos permite una feria como AULA es conectar con el futuro estudiante y su entorno, dar a conocer nuestros pilares como institución y contar de primera mano la realidad de nuestros campus. Por ello, tenemos que tener en cuenta que bajo ese prisma es una herramienta eficaz a través de la cual ofrecemos al estudiante y a su entorno información y orientación en un momento vital determinante como es decidir qué estudios cursar y en qué institución educativa.
Autor: Miguel Zarzuelo, vicepresidente de marketing de la Universidad Europea