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La feminización en la universidad tiene forma de tijera

  • Existe segregación horizontal de género según el ámbito de conocimiento
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El pasado mes de noviembre, en este mismo espacio, alertaba que "procurar y recomendar" no son acciones suficientes en cuestiones de género y buen gobierno. En esa ocasión repasaba muy sucintamente un recorrido que partía de 2007, donde España fue pionera en introducir una serie de recomendaciones a favor de la igualdad de género en los consejos de administración de las empresas, y se situaba, diez años después, en una realidad donde el porcentaje de mujeres en los consejos de las empresas cotizadas españolas que apenas alcanza el 20%.

Pues bien, si ahora emplazamos en el mismo punto de llegada a las instituciones de educación superior y analizamos también su estructura de gobierno, la situación no mejora, siendo un 14% el porcentaje de mujeres rectoras que hoy rigen las universidades españolas. Además de este dato, existe otra multitud de cifras que ponen de manifiesto que en la lucha por la igualdad de género en las universidades aún hay un largo y apasionante camino por recorrer.

Estas cifras, que forman parte de los resultados de números estudios publicados, ponen de relieve que, si bien la entrada en la universidad se ha feminizado tras un largo proceso cuya máxima intensidad se alcanzó en las décadas de los sesenta y setenta, esta mayor presencia femenina no se traslada a etapas posteriores de la carrera académica. A pesar de que hoy las mujeres son mayoría en la universidad, siendo el curso 2016-2017 un 54,8% de los estudiantes matriculados, y que 6 de cada 10 nuevos graduados son mujeres, a medida que avanzamos en la carrera académica no se consigue eliminar la figura de tijera, donde si bien hasta el doctorado las proporciones son más o menos paritarias, a partir de ese momento las trayectorias se alejan hasta llegar a las cátedras con tan sólo un 21,3% de mujeres.

Además de esta segregación vertical de género, donde el conocido techo de cristal también se repite en las carreras académicas e investigadoras, existe segregación horizontal de género según el ámbito de conocimiento. Mientras que en las ramas de ciencias sociales y jurídicas y también de salud las carreras están feminizadas, las ramas científico-técnicas siguen siendo, aún, la gran asignatura pendiente, no sólo en lo que a representación femenina se refiere, sino también por una tendencia decreciente que aleja a la mujer de las oportunidades laborales, éstas si crecientes, que estos ámbitos ofrecen.

Si bien, se podría pensar que la fuerza de una universidad cada vez más feminizada en la entrada debería empujar la igualdad en posiciones más avanzadas, no parece que la inercia de esta ola sea suficientemente rápida ni potente para superar las barreras existentes en términos de promoción, conciliación y por encima de todo, cultura organizativa.

Si hace algo más de 108 años la principal barrera de la mujer era el acceso en igualdad de condiciones a la Enseñanza Superior, hoy resultan igualmente imprescindibles planes y acciones que mitiguen el impacto de esta segregación vertical y horizontal que, si bien no es exclusiva de la universidad, el hecho de reproducirse en la misma la hace todavía más dolorosa.

Elaborado por Àngels Fitó Bertran, Vicerectora de Competitividad y Ocupabilidad de la Universitat Oberta de Catalunya

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