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La educación puede hacer volar los sueños de 31 millones de niñas que aún no van a la escuela

  • La educación es la mecha que prende y que espanta la sombra
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Kim nació en Totonicapán, una zona rural de Guatemala. Es indígena maya y creció en un entorno rodeado de belleza y color, pero también de muchas amenazas y violencias para las niñas. Ella, al igual que todas las niñas de su comunidad, siente el peligro constante de sufrir abusos, camino a la escuela, cuando va a buscar leña, incluso en su propio entorno. Además, en casa, cada día debe cocinar para su familia, ir a buscar agua, ayudar a su madre a conseguir comida y encargarse de sus hermanas pequeñas. Cuando tenía 12 años tuvo que dejarlo todo e ir a trabajar de cocinera a otra ciudad para ayudar económicamente. Allí estuvo 5 largos años, lejos de la escuela, lejos de su madre. Cuando regresó a su casa, Kim insistió en retomar sus estudios. En todo ese tiempo no se habían desvanecido sus ganas de ser locutora o contable, y no iba a permitir que un matrimonio temprano truncara sus planes. Comenzó a estudiar por las noches y a escondidas. Hoy tras muchos esfuerzos, está a punto de graduarse y es un un referente de esperanza y posibilidad para su entorno.

En su cultura, el colibrí es un símbolo de fuerza, de resistencia, de perseverancia y, además, es un ser sagrado que puede hacer los deseos realidad. Por eso el colibrí es, junto con Kim, protagonista de la Campaña de Navidad de Entreculturas "Las Niñas Colibrí". Con este símbolo han querido representar la fuerza y la resistencia de millones de niñas que luchan cada día por acceder a una educación que les brinde oportunidades de futuro.

Aunque le haya supuesto luchar contracorriente, Kim es ahora estudiante del Instituto de Educación Radiofónica (IGER) en Fe y Alegría Guatemala y, como los colibrís, está dispuesta a llevar los buenos deseos al resto de de las niñas de su comunidad: "ya basta de tanta violencia... ya es hora de cambiar el mundo, ya es momento de que a todos y todas se nos tome en cuenta", dice.

Al igual que Kim, en Entreculturas también creen que todas las niñas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y en contextos de violencia poseen -como el resto de niños y niñas del mundo- una luz que hay que dejar brillar. La educación es la mecha que prende y que espanta la sombra; las alas que te ayudan a volar tan lejos como llegan tus sueños. Desde Entreculturas trabajan para ofrecer a los niños y niñas una educación que los proteja de abusos y explotación, les ofrezca atención psicológica, formación y herramientas laborales con las que poder salir adelante por sí mismos.

La educación hizo volar los sueños de Kim y hará volar los de multitud de niñas y niños a los que acompaña Entreculturas en países como Sudán del Sur, Haití, Perú, Nicaragua, El Salvador o Chad. Más de 32.000 niñas de África y América Latina han participado desde 2012 en el programa "La Luz de las Niñas" que pretende disminuir la situación de violencia física, psicológica y sexual que sufren las niñas. Son niñas con alto riesgo de sufrir cualquier tipo de violencia en situación de extrema pobreza, desplazamiento, migración o refugio, riesgo de embarazo; niñas pertenecientes a poblaciones indígenas, con alguna discapacidad o víctimas de matrimonio precoz, conflictos o violencia sexual. Además, en Entreculturas trabajan desde 2013 junto al Servicio Jesuita a Refugiados en Sudán de Sur (JRS), prestando apoyo psicosocial, distribuyendo bienes de primera necesidad y educación en emergencia. La intervención se focaliza principalmente en la población femenina, ya que son las que más sufren violencia y abusos. Trabajan para protegerlas, para ofrecerles atención emocional, física y psicológica y para que puedan desarrollar sus capacidades y acceder a un futuro mejor. La historia de Kim nos recuerda el poder de la educación para sanar heridas y para acompañar y transformar realidades.

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