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¿Quién vota a quién en Eurovisión? Un caso de estudio

  • El comportamiento de los países, cada año con sus votaciones, poco varía

El certamen musical más seguido a nivel televisivo es mucho más que un festival donde se premia la mejor canción. Apenas quedan unos días para que el Festival de Eurovisión celebre su 63ª edición, pero el comportamiento de los países, cada año con sus votaciones, poco varía. El festival, donde Amaia y Alfred son los representantes españoles, es un fiel espejo de la geopolítica al más alto nivel.

¿Por qué los expertos en Eurovisión aciertan tantas veces en las puntuaciones? Porque los patrones de votación están relacionados con cuestiones de geopolítica, pero siempre hay quienes ven motivos más inocentes. El análisis de estas relaciones entre países ha pasado a estudiarse en las universidades. De hecho, la Universidad de Melbourne fue una de las pioneras y actualmente cuenta con una asignatura curricular única y exclusiva sobre Eurovisión. "Exploramos los aspectos fundamentales para comprender la integración y expansión europea", asegura la universidad australiana en el apartado dedicado a estos estudios. Asimismo, indican en su web que en la propia asignatura explican "cómo ha sido el aumento de la Unión Europea, la integración y expansión europea, la marca nacional, así como el auge del inglés y la expresión de la diversidad cultural y social en todas sus formas". "Se trata de cultura, historia, estrategia y una buena dosis de política. ¿Qué alianzas de votación formarán? ¿Quién le dio a Ucrania sus puntos ganadores este año y por qué? ¿Hasta dónde llegarán las naciones competidoras para ganar Eurovisión?", continúa.

La universidad de Malta ofreció en 2016 un módulo llamado Interpretando la Cultura Musical: Multimodalidad, MTV y Eurovisión, con cuatro créditos de ECTS (European Credit Transfer and Accumulation System). El programa de este curso planteaba: ¿Cómo ha cambiado Europa a lo largo de los años?; ¿cómo de unida está Europa como continente?, con un total de 28 horas para completarse dentro de un semestre, y se evaluaba a través de un trabajo.

También España está tomando ejemplo de los australianos. La Universidad Pontificia de Comillas desarrolla un taller, de la mano de Antonio Obregón, profesor de Relaciones Internacionales, en el que se va viendo el análisis del proceso de integración europea y su paralelismo con el festival de Eurovisión.

Actualmente cuenta con 180 alumnos. Entre los deberes que deben llevar a cabo los estudiantes para superar con éxito la asignatura se encuentra un trabajo final a modo de ensayo a partir de una canción de Eurovisión para explicar qué implicaciones tiene su letra o contenido en el ámbito geopolítico.

Obregón destaca que "Eurovisión es reflejo, y a veces indicio, que sirve para explicar sucesos internacionales, como las complejas relaciones entre Grecia y Turquía en los años 70 por razón del conflicto de Chipre; la comprometida relación de los países europeos con Israel, que también se significa en su controvertida participación en Eurovisión; la descomposición de Yugoslavia y la aparición desgarradora de los nuevos Estados balcánicos (atisbada ya en la celebración del Festival de 1990); el acercamiento de Turquía a la Unión Europea –del que es signo el triunfo en 2003– y su posterior alejamiento, expresada en su autoexclusión de Eurovisión a partir de 2013, o la disputa entre Rusia y Ucrania, magnificada por el boicot de la primera al Festival de 2017. Incluso la presencia sorprendente de Australia nos adelanta claramente la imparable penetración de la globalización hasta en un programa llamado Eurovisión". Asimismo, añade que "prestigiosas universidades, particularmente anglosajonas, convierten el Festival de Eurovisión en una asignatura electiva que se ofrece transversalmente a sus titulaciones de grado, con el fin de conocer mejor la historia contemporánea europea y los procesos de integración supranacional. Es el caso, por ejemplo, de varias universidades situadas en el Top 100 del ranking de Shanghái?,como New York University, o las universidades australianas de Melbourne, Monash y Sidney. Este taller sitúa a Comillas en su órbita, pues venimos ofreciendo en los últimos cinco años, en los títulos oficiales de Grado en Relaciones Internacionales y en Global Communication, un seminario con metodología innovadora sobre la mutua relación entre el Festival de Eurovisión y la integración europea y, más aún, la globalización".

Antonio Obregón, profesor de Relaciones Internacionales, también contestó a una exclusiva de Ecoaula sobre más cuestiones del festival.

¿Qué país se llevará más puntos este año en relación a la geopolítica y por qué?

Uno de los países cuyos resultados vienen más influidos por cuestiones político-sociales es Rusia: por un lado, por el apoyo de numerosos países vecinos y con numerosa población rusófona, y, por otro lado, por las reticencias despertadas en otros países cercanos, como Ucrania y Polonia. Y, en particular, este año será interesante comprobar si la que ha venido siendo favorita desde hace semanas, Israel, sufre algún tipo de penalización por razones de posición geopolítica y la revitalización del conflicto con los palestinos.

¿Por qué este año parece que se vive con más fuerza Eurovisión?

En España este año el fenómeno de Eurovisión ha cobrado especial interés por haber elegido a sus representantes a través de un programa exitoso como Operación Triunfo; además, el hecho de celebrarse en Lisboa también contribuye a una expansión del fenómeno eurofán, pues se calcula que más de veinte mil españoles –más que una final de fútbol europea- se van a desplazar en esta semana a la capital portuguesa. De todas formas, desde 1961 el Festival de Eurovisión siempre ha sido líder de audiencia en España, con cuotas de pantalla en estos últimos años en torno al 30 ó 40%, y siendo especialmente elevada entre el público juvenil.

¿Cuáles son los rifirrafes políticos más destacados?

Además de los ya citados, recientemente el conflicto mayor se produjo en la edición de 2017, por el veto de Ucrania –anfitriona del Festival- a la representante rusa, por haber participado en un concierto en el territorio disputado de Odessa, lo que provocó el boicot ruso al Festival del año pasado y la reivindicación de la artista, volviéndola a proponer para este año 2018.

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