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Cepive opta por inculcar herramientas de inteligencia emocional ante el acoso escolar

  • Está constituido por Cordelia Estevez, Aida Carrillo y Teresa Díez.

CEPIVE es un centro especializado en prevención e intervención del acoso escolar que se alzó como uno de los ganadores de la primera fase de la 7ª Maratón de Creación de Empresas, el programa para el impulso de start-ups innovadoras gestionado por el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández (UMH). Cada iniciativa ha sido premiada con 1.000 euros. Cordelia Estevez, directora del centro, explica en qué se basa esta idea.

¿Cómo surgió la idea de incluir el acoso escolar en una start-up?

En el desarrollo de nuestra experiencia profesional, como docentes e investigadoras en la temática desde el cetro CRIMINA de la UMH, nos han llegado en diversas ocasionespeticiones solicitando una intervención directa en menores y familias con problemas de acoso escolar y al coordinarnos con los respectivos centros educativos, en numerosas ocasiones nos encontrábamos a docentes que manifestaban la falta de recursos para poder abordar esta problemática. De este modo, más que surgir una idea ha sido la propia necesidad ante la realidad existente la que nos llevó a dar forma a este proyecto con el fin de constituir un centro especializado para poder abordar la intervención en casos de acoso escolar y para abordar medidas preventivas específicas a este tipo de problemática, tanto con las familias, como con el equipo educativo y con los menores implicados.

Para llevar a cabo este proyecto, habéis tenido que investigar cómo se encuentra la situación del acoso escolar en la actualidad, ¿qué conclusiones habéis obtenido?

Desde el Centro CRIMINA para el estudio y prevención de la delincuencia de la Universidad Miguel Hernández de Elche, hemos realizado investigaciones en la provincia de Alicante sobre el acoso escolar en las aulas y el alcance de la victimización de los menores en Internet. Los resultados en sendos estudios nos han permitido cuantificar qué conductas son las que más sufren los menores y la forma en la que se llevan a cabo. La conclusión es que a pesar de que no se trata de un problema emergente, sí está ganado en virulencia por el aumento en la franja de edad de víctimas y agresores y por el papel de las nuevas tecnologías. Por otro lado, conocemos mucho más acerca del papel de la educación emocional en este fenómeno y la importancia de dotar de estrategias de inteligencia emocional a los menores para prevenir este tipo de fenómenos

¿Creéis que este problema ha aumentado con el paso de los años?

Más que aumentar, consideramos que la violencia y el acoso escolar es cada vez más visible, trasladándose, con la evolución de los años, a menores de edades más tempranas. Además, el acceso a las nuevas tecnologías por parte de estos menores, hace que el impacto de las consecuencias sea aún mayor debido a que las conductas de acoso no se limitan al recinto escolar, sino que pueden extenderse a cualquier hora del día durante los 365 días del año.

¿Cómo se puede prevenir el acoso en los centros desde vuestro punto de vista?

Como mencionábamos anteriormente, es necesaria una comunicación efectiva y una coordinación entre familias, equipo educativo y alumnado. El clima positivo en el aula influye directamente en la erradicación de este tipo de conductas. Trabajar e inculcar estrategias de inteligencia emocional en los menores, tanto en las familias como en la escuela, será esencial a la hora de abordar situaciones de acoso entre menores.

¿Es necesario una mayor formación sobre lo negativo de estas acciones?

Es totalmente necesario, sobre todo, teniendo en cuenta que, excepto en las situaciones de acoso más graves y visibles, generalmente el acoso se establece y normaliza entre los menores. Muchas veces, se aceptan o asumen roles, creando dinámicas relacionales donde menores pueden estar expuestos a situaciones que, aunque no les permiten relacionarse con plena libertad ni desarrollarse de forma saludable, se consolidan en el día a día como forma de pertenencia al grupo. Por ello, trabajar la empatía en el aula, exponiendo estas situaciones normalizadas y haciendo que se pongan en la situación de la persona que las sufre, permiten que se den cuenta de las consecuencias que pueden tener en sus compañeros y compañeras.

¿Qué medidas tienen que tomar los centros para eliminar este problema?

Los centros educativos son una pieza clave para la prevención. El sistema educativo debe invertir recursos y esfuerzos en la formación de los docentes y en la implementación de programas como el nuestro, dirigidos a desarrollar en los menores aptitudes y habilidades incompatibles con la conducta de acoso. También es crucial disponer de un plan de convivencia efectivo que garantice una buena praxis.

Cuando exista la sospecha de un caso de acoso en el centro, en primer lugar, se debe llevar a cabo una evaluación del clima del aula así como las entrevista pertinentes para poder detectar las dinámicas establecidas y esclarecer posibles situaciones de acoso.

En caso afirmativo, el primer paso es proporcionar protección para el menor que está siendo víctima, así como tomar las medidas de sanción oportunas. Seguidamente se deberá informar y asesorar a las respectivas familias, pero no nos podemos quedar ahí, es necesario intervenir con los menores y para ello necesitamos servicios especializados como el que pretendemos poner en marcha.

¿Cuál es vuestra estrategia para prevenir el acoso escolar?

La estrategia es una abordaje integral y mantenido desde la educación emocional que es lo que está demostrado que funciona. Hemos diseñado un programa de prevención que trabaja habilidades emocionales centradas en las conductas relacionadas con el bullying para niños de entre 8 y 14 años. Este programa incluye sesiones formativas dirigidas a las familias que se centran principalmente en la detección desde el ámbito familiar y en la educación emocional a sus hijos. También dispone de sesiones formativas para los docentes acerca de esta problemática y la implementación del programa psicoeducativo para los estudiantes.

Y en el caso del cyberbullying, el objetivo principalmente es dotar a los propios menores de herramientas para detectar conductas de riesgo y fomentar el uso seguro y responsable de las TIC. En ambos casos, la educación y sensibilización sobre esta problemática aportando información sobre la prevención, detección e intervención, resulta crucial para reducir las tasas de prevalencia.

¿Qué papel juegan las tecnologías en este problema?

El desarrollo en los últimos años de las TIC y el acceso a Internet por parte de los menores, cada vez más jóvenes, ha modificado y creado nuevas formas de relacionarse socialmente. De este modo, el ciberacoso escolar entre menores, se está extendiendo y su problemática, en ocasiones, es prácticamente desconocida entre padres, madres y docentes, los cuales pueden deducir que existe una problemática por el cambio anímico del menor pero desconocen qué hechos están ocurriendo ya que generalmente la víctima no denuncia ni verbaliza esos ataques.

Teniendo en cuenta las características propias de Internet, como son el anonimato, la inmediatez y la desregulación aparente, es decir, "todo vale" y se minimizan las consecuencias de nuestros actos al no llevarlos a cabo "cara a cara", se puede ver favorecido que en el ciberespacio se lleven a cabo conductas que en el espacio físico no se realizarían. Además, al poder llevar a cabo el acoso en cualquier momento del día y no existir barreras físicas, hecho que facilita que se pueda realizar desde cualquier lugar simplemente accediendo a la Red, hace que las consecuencias psicológicas que sufre la víctima puedan ser incluso más graves que cuando el acoso se ejecuta en el espacio físico, configurándose como un fenómeno complejo de graves implicaciones psicosociales para los menores ya que no se sienten a salvo ni siquiera en la intimidad de su hogar.

¿Qué les ofrecéis a las víctimas de acoso escolar?

Teniendo en cuenta que la victimización por acoso escolar deriva, en la mayoría de casos, en la existencia de daños psicológicos y emocionales en los menores implicados, la evaluación resulta de vital importancia a la hora de valorar el alcance de las consecuencias del bullying. Las entrevistas individuales y las pruebas psicológicas nos permitirán completar la información psicológica relevante del caso y determinar el riesgo real de la situación.

Una vez evaluada la situación, ofrecemos intervención psicológica especializada ya que las víctimas de bullying pueden presentar consecuencias como fracaso escolar, aislamiento social, autoimagen negativa, baja expectativa de logro, indefensión aprendida, ansiedad y en los casos más graves, cuadros depresivos.

También proponemos la intervención psicológica con grupos reducidos de menores víctimas de acoso escolar puesto que a menudo presentan unas características que les hace vulnerables, como por ejemplo baja autoestima y pobre autoconcepto, inseguridad, timidez, dificultades de comunicación… Además, como consecuencia de la situación de acoso suelen contar con pocos amigos pues el resto de compañeros tienden a no relacionarse con ellos por miedo a convertirse también en víctimas. La terapia grupal le ofrecerán una nueva red de apoyo que disminuirá los sentimientos de soledad y donde podrá poner en práctica las habilidades aprendidas.

Desde nuestro CEPIVE, entendemos que las habilidades sociales deberán desarrollarse en un entorno grupal que nos permita poner en práctica los conocimientos adquiridos, además de ofrecer a la víctima la oportunidad de conocer a otros menores que han sufrido una situación similar.

¿Cómo funciona vuestro centro una vez tengáis identificada a la víctima y al acosador?

Una vez detectada la situación, una psicóloga especialista en intervención escolar se desplazará al centro educativo para asesorar al equipo docente del centro y gestionar la crisis de manera adecuada, evitando que se repita el fenómeno. Este asesoramiento no solo se centra en la toma de medidas sino también en la intervención con todo el grupo, En el fenómeno del bullying se instaura una dinámica sistemática donde las burlas, hostigamientos, las agresiones directas o indirectas, etc. son habituales. Estas conductas son llevadas a cabo por uno o varios alumnos hacia otro mientras el resto de compañeros son conocedores de esta situación, pero, o bien participan reforzando estas conductas o callan por temor a que los califiquen de "chivatos" o se conviertan en las próximas víctimas; es lo que se conoce como la "Ley del silencio". Trabajar con todo el grupo es esencial para, de un lado, evitar que los menores crezcan normalizando la violencia como algo habitual e inevitable, y de otro, para instaurar modelos de relación adecuados.

Además de ofrecer en nuestras instalaciones intervención individual especializada para el menor que ha sufrido la situación de acoso y su familia, el bullying también conlleva efectos negativos para el menor o menores que ejercen las conductas de acoso.

Principalmente porque se puede llegar a producir un aprendizaje erróneo de la consecución de objetivos obteniendo estatus a partir de la violencia e incluso puede llegar a convertirse en la antesala de una trayectoria conductual delictiva. Por este motivo, es esencial la intervención individualizada también con los que perpetúan el acoso y sus familias.

Además, actualmente cuando desde el centro educativo se sanciona a un alumno por llevar a cabo conductas de acoso escolar, entre las sanciones que se disponen se encuentra la expulsión del centro hasta un máximo de 15 días. Durante el tiempo de la sanción, los alumnos suelen permanecer en el entorno familiar y, en muchas ocasiones, las responsabilidades laborales de los progenitores no permiten realizar una supervisión de su hijo o hija, por lo que la medida disciplinaria de expulsión a menudo se convierte en un mero periodo de descanso.

Por ello, desde CEPIVE nos gustaría crear un Centro de Día para ofrecer una opción psicoterapéutica alternativa a las expulsiones tradicionales. Es decir, cuando la sanción escolar sea la expulsión del menor que ha realizado las conductas de acoso, nuestro centro ofrecerá en sus propias instalaciones, un entorno supervisado y educativo al que podrá acudir el menor en el periodo de expulsión para ser entrenado en asertividad, en habilidades sociales, en estrategias de autorregulación y control de impulsos, en inteligencia emocional...

¿Contáis con profesionales del área de la psicología?

Sí, se trata de un centro de intervención psicológica, de este modo, las socias de la empresa tenemos en común la formación en psicología, cubriendo, gracias a nuestras especialidades, áreas como la psicología clínica, la sanitaria, la jurídico-forense y la educativa. Además, contamos con formación específica tanto en intervención infantojuvenil como en intervención victimológica y criminológica.

Yo, Cordelia Estevez, soy la directora, Doctora en psicología y psicóloga clínica y profesora de la UMH, así como investigadora del Centro CRIMINA.

Aida Carrillo es licenciada en psicología con master en terapia psicológica infantil y adolescente y en orientación educativa.

Teresa Diez es Licenciada en Psicología. Miembro de la División de Psicología Jurídica y del Listado Oficial de Psicólogos Forenses. Máster Oficial en Intervención Criminológica y Victimológica. Diplomada en Criminología y Técnico Superior en Educación Infantil.

¿Qué papel juegan los padres en este proyecto?

La familia supone un elemento esencial a la hora de prevenir y abordar el fenómeno del acoso escolar. La implicación de los padres y madres, así como su formación, es fundamental debido a que, a menudo, desconocen las características de este fenómeno, así como las estrategias y herramientas adecuadas para abordarlo. Desde CEPIVI ofrecemos la información necesaria para detectar si su hijo o hija está siendo víctima de acoso escolar o lo está ejerciendo sobre otro y para saber qué hacer en el caso de que así sea. Además, debemos recalcar que el entorno familiar es el propicio para educar en inteligencia emocional a los menores.

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