La incorporación de lo que algunos llaman "nuevas tecnologías" o simplemente tecnologías digitales en las aulas está en constante desarrollo. Las instituciones educativas miran así con entusiasmo las iniciativas que incorporan el aprendizaje eficaz a través de estas nuevas herramientas.
Para ello, las actividades que fomentan el pensamiento computacional con asignaturas como Programación y Robótica se mantienen en firme crecimiento desde las distintas comunidades autónomas. Poco a poco, lo que partía de proyectos enfocados en el aprendizaje informal (en su mayoría iniciativas privadas), tanto para primaria como para secundaria, han ido incorporándose en las aulas de manera formal, añadiéndose de manera obligatoria en algunos currículos. Por ejemplo, tanto en la Comunidad de Madrid como en Cataluña, se cuenta con programas específicos de Educación Secundaria.
En estas líneas de trabajo se encuentran también los departamentos del Instituto Nacional de Tecnologías y de Formación del Profesorado (INTEF) donde, desde la iniciativa Code educaLAB, fomentan la divulgación ofreciendo una amplia gama de recursos didácticos, formación e información sobre pensamiento computacional.
Aun así, estas iniciativas no están carentes de críticas y muchos cuestionan la importancia que se le atribuye a estos nuevos dispositivos y la escasez de competencias humanísticas que estos conllevan; así como la falta de un enfoque normativo y la apuesta ciega hacia el pragmatismo. Sin embargo, para que las distopías como Matrix no se presenten, es decir, para no estar sometidos a las máquinas de manera acrítica, es interesante enseñar a las nuevas generaciones qué es lo que llevamos en los bolsillos en nuestro día a día y qué los hace funcionar. El pensamiento computacional nos ayuda a comprender el mundo que nos rodea, el ciberespacio en el que estamos inmersos, ofreciendo habilidades que permiten resolver problemas propios de este siglo. La manera de leer el mundo cambia para los nativos digitales, inmersos en destrezas impensables para otras generaciones en el uso de los dispositivos y recursos TIC. Pero, ¿saben qué hay detrás?
La respuesta no es tan clara. Según señala el informe Educación de las Ciencias de la Computación en España (2016), elaborado por Google junto a la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), muchos estudiantes confunden la alfabetización digital (habilidad de utilizar dispositivos digitales) con la enseñanza de la programación (proceso de desarrollar e implementar instrucciones que permitan que un dispositivo ejecute una tarea) y el pensamiento computacional (resolución de problemas, razonamiento lógico y diseño algorítmico).
El camino hacia la integración de las tecnologías digitales está en vigor, la apuesta por preparar a los educandos para enfrentarse a este mundo eminentemente cambiante, complejo e interconectado ya es un hecho. A pesar de ello, el desconocimiento social al respecto sigue siendo considerable. Mirar para otro lado no nos ayuda a la hora de comprender los procesos de cambio en el que nos encontramos inmersos. La programación y el sentido humanístico no tienen por qué ir reñidos y como diría Ada Lovelace, primera programadora de la historia, "si no me podéis dar poesía, ¿me podéis dar ciencia poética?"