
Las universidades juegan un papel social muy importante en el impulso de la igualdad de género en toda la sociedad. No obstante, aunque las instituciones tengan éxito como pedagogas, como empleadores no logran progresar adecuadamente.
La igualdad de género ha recorrido un largo camino y las universidades han sido una fuerza positiva en este viaje. Hoy, hay más estudiantes mujeres que hombres, a nivel mundial. Sin embargo, aún hay menos mujeres en materias STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). En España, se observa una proporción similar de alumnas (54%) y alumnos (46%) en grados universitarios, pero la presencia de la mujer desciende a medida que avanza en su paso por estudios de doctorado (47%), profesorado (44,5%) cátedra (29%), según refleja el Gender Monitor de la Fundación CYD. En el caso de la dirección, solo un 20% de las universidades tiene una mujer como rectora o vicepresidenta.
De la misma manera, según datos del Ranking CYD, el 56% de las estudiantes matriculadas en la universidad son mujeres, pero su presencia mengua a medida que avanza su carrera académica: suponen el 49% de las tesis leídas, el 43% del Profesorado Docente e Investigación (PDI), el 25% de las catedráticas y el 23% de las rectoras.
En España, por ámbitos de conocimiento vinculado a las STEM, Biología (62%), Química (55%) y Arquitectura (50%) son los que tienen mayor presencia de la mujer en las aulas, mientras que Ingeniería Informática (14%), Ingeniería Mecánica (17%) e Ingeniería Eléctrica (19%) son los que menos matriculadas tienen.
Las carreras STEM cuentan con una gran disparidad de género entre los estudiantes. Las investigaciones han demostrado que es mucho menos probable que las mujeres se gradúen con un título en STEM o ingresen a una carrera de "números" en comparación con ellos. La brecha no solo refleja condiciones injustas y mal trato a las mujeres a lo largo de los años, sino que también reduce la calidad del trabajo y la innovación.
Según muestran los datos del Gender Monitor, siguen existiendo estereotipos de género vinculados al tipo de estudios que las mujeres escogen en la educación superior. Enfermería, Educación, Farmacia, Odontología y Medicina, entre otras, siguen siendo titulaciones más vinculadas a la mujer mientras que Ingeniería e Informática son ámbitos de estudio donde predominan los hombres. En ámbitos como Economía, Ciencias Políticas, Historia, Química o Ciencias Ambientales, la presencia de ambos géneros es al menos de un 40%.
Resistencias al cambio
La pregunta obligada a hacerse aquí es: ¿cómo es que las desigualdades de género persisten en un campo donde el talento femenino destaca de manera significativa? Las investigaciones apuntan a tres razones principales: Estereotipos de género; las carreras STEM todavía se perciben hoy como pertenecientes a los hombres, y tanto los padres como los maestros desalientan a las estudiantes, cuestionando su capacidad para sobresalir en la ciencia. En segundo lugar, culturas dominadas por hombres; se siguen dando casos de entornos laborales no inclusivos y de discriminación a pesar del rechazo de la sociedad a los sesgos sexistas. Por último, menos referentes femeninos a seguir. Aunque la contribución femenina en el campo de la tecnología es enorme, los estudiantes solo escuchan sobre modelos a seguir masculinos. De hecho, solo hay que mirar cómo las producciones de Hollywood caracterizan a los personajes científicos en las películas, con científicos masculinos superando en número a sus contrapartes femeninas generalmente blancas, atractivas, sin hijos y solteras en una proporción de 2 a 1.
La paradoja de la igualdad de género es una presunción teórica que destaca una desconexión entre la igualdad de género y la representación en los campos. Como dice la paradoja, en países con una gran igualdad de género en la sociedad en general, no existe una representación equitativa correspondiente para las mujeres en campos que, tradicionalmente, han estado dominados por hombres, como muchos de los campos STEM. Además, a medida que aumenta la igualdad de género en un país, disminuye la representación en los campos STEM.
De hecho, los problemas de conciliación entre la vida personal, familiar y laboral derivados de la maternidad y las cargas familiares, junto con la existencia de redes implícitas de poder masculino y sistemas de cooptación son los problemas más comunes en el entorno universitario. Todo ello producido en un contexto social caracterizado históricamente por un sistema patriarcal y androcéntrico.
Las instituciones de educación superior han puesto la igualdad en una de sus primeras acciones defensivas, pero la realidad es que si miramos los puestos de dirección, se puede observar el techo de cristal.
No obstante, el acceso de la mujer al espacio público no ha sido quizá tan difícil en ninguna otra institución social como en la Universidad. En España, la primera matriculada en educación superior fue María Elena Maseras, que en 1872 comenzó a estudiar Medicina por libre en la Universidad de Barcelona.
La presencia y evolución de las catedráticas ha registrado la mayor tasa de crecimiento del total de las categorías profesionales del conjunto de los recursos humanos universitarios en los últimos años, pero aún lejos de los porcentajes europeos.
A partir de ese momento, las mujeres comenzaron a entrar por las aulas, sin conseguir, aún hoy, una igualdad en la la carrera académica (cátedras, decanatos, rectorados). Una batalla que aún se resiste a la mujer.
Ejemplo y modelos
Las investigaciones en este sentido destacan de la importancia de implementa un enfoque integral, de toda la institución, para abordar la desigualdad de género, incluido el apoyo del equipo rectoral, oficinas dedicadas, una distribución clara de responsabilidades y garantizar que los hombres participen en las iniciativas.
Si todas las universidades adoptaran este enfoque general, al tiempo que implementaran iniciativas específicas adaptadas a la misión y los valores de su institución, y también midieran e informaran sobre su progreso hacia la igualdad de género, entonces podrían asegurarse de no solo exponer las formas en que las niñas y las mujeres son discriminadas en contra, sino también dar el ejemplo a seguir para que otros lo implementen.