
Hoy, 28 de abril, se celebra el Día Internacional de las Niñas en las TIC. Sin embargo, los días internacionales son una contradicción en sí mismos. Una contradicción necesaria porque ponen de manifiesto el camino que queda por recorrer para poder celebrar. Los organismos internacionales marcan estos días para que se discuta cómo avanzar en la consecución de un objetivo y para poner en la agenda mediática y de los dirigentes, realidades que pueden pasar desapercibidas en nuestro día a día.
De acuerdo con Naciones Unidas, sólo el 3% de los estudiantes que se matriculan en cursos de tecnología de la información y comunicación (TIC) en el mundo son mujeres. Para poder entender esta problemática y buscar por tanto cómo solucionarla, es imprescindible partir de la perspectiva de género que nos indica que en nuestras sociedades existe desigualdad de género, independientemente del grado de desarrollo del lugar donde vivimos. Obviamente, la desigualdad de género tenderá a ser menor en aquellas sociedades más igualitarias, pero no debemos pensar que con la consecución de una igualdad formal está todo hecho.
España, por ejemplo, únicamente un 30% de los puestos TIC están ocupados por mujeres, según el Observatorio de Igualdad y Empleo. Una situación preocupante cuando en nuestro país se necesitan, al menos, 120.000 mujeres con un perfil profesional tecnológico para cubrir la demanda de empleo, según el estudio 'Tech Cities' realizado por Experis. En la era en la gestión del talento apuesta por la diversidad como valor añadido, y por incorporar cada vez más a mujeres a los equipos, los datos nos muestran que existe una gran asincronía entre la palabra y los hechos; entre los deseos de cambio y los cambios en sí mismos.
¿Cómo hacemos reales estos objetivos? Es imprescindible ir al origen, poner el foco en la llamada socialización de género. Familia, escuela, medios de comunicación, etc. nos enseñan desde las edades más tempranas cómo debemos ocupar nuestro lugar en la sociedad, incluyendo cómo se espera que actuemos, lo que está bien o mal visto y, por supuesto, los puestos de trabajo que debemos ocupar. Las desigualdades de género parten de este proceso en el que los roles y estereotipos son distintos para hombres y mujeres.
Cuando las niñas, que están en la edad de conformar su identidad, reciben impactos en los que sólo se habla de los referentes históricos masculinos y en los que las nuevas tecnologías están asociadas a intereses netamente masculinos, se hace un flaco favor para eliminar dicha brecha de género. En 2007 y 2015 la revista Science publicó estudios sobre estereotipos de género y la auto conciencia intelectual de niños y niñas. El primero estudiaba el impacto de los estereotipos de género menores de hasta 6 años y concluía que, a esta edad, las niñas ya se consideran menos brillantes que los niños. Y el segundo, concluía que precisamente ese estereotipo de que los hombres son más intelectuales penaliza a las mujeres. Por este motivo, las mujeres eligen menos las opciones tecnológicas, las cuales están más masculinizadas.
Está en nuestras manos saber cómo acceder a ese talento que tienen las mujeres, buscar los referentes, que los hay, para que ellas deseen acceder a la tecnología, para que se sientan identificadas con ella, rompiendo las barreras, visibles e invisibles, que les impiden gozar de las mismas oportunidades.
Elaborado por María Garzón, Socia Fundadora de iMades Communication