
La pandemia por la COVID-19 ha puesto el bienestar emocional de los menores en los primeros puestos de interés del tornadizo debate de la opinión pública. Y es que lo sucedido en los dos últimos años ha otorgado más visibilidad a la realidad que viven muchos jóvenes y lo fundamental que es lidiar y prevenir los conflictos a los que se enfrentan para garantizar su adecuado desarrollo con el mundo que les rodea en la etapa adulta.
Construimos las bases de su educación emocional
Los colegios tenemos un papel crucial como formadores de futuros ciudadanos. Debemos ir un paso más allá en cuanto a la prevención de conflictos y ayudarles a comprender la raíz de sus luchas internas y desavenencias con el entorno que les rodea. Les dotamos de recursos cognitivos y emocionales que les servirán de guía en cualquier etapa de su vida.
Asimismo, para lograr que su alfabetización emocional sea efectiva, no solo debemos enfocarnos en los alumnos, sino también en sus padres y en los docentes como referentes en su educación. Desde los departamentos de orientación de los colegios debemos abordar este tema no solo interviniendo en los posibles enfrentamientos que puedan manifestarse entre los estudiantes y sus profesores, sino además llevando a cabo talleres específicos para dotar a todos ellos de las herramientas y técnicas más útiles para ayudarles en la resolución de estas situaciones.
La escucha activa y la empatía, los abordajes en la prevención de conflictos
Profundizando en las medidas que pueden fomentar la estabilidad y el bienestar emocional de los menores y que previenen los conflictos con su entorno, lo primero que debemos comprender es que las fricciones forman parte de la vida y que no hay que evitarlas, hay que saber resolverlas.
Por ejemplo, es habitual que los menores entren en disputa cuando comparten ideas contradictorias. En este caso, como orientadoras, nuestro papel es mostrarles que las opiniones son solo eso, opiniones, y que no son verdades absolutas. La mejor forma de resolverlo es a través de la escucha activa y la empatía, algo que aplicamos con ellos y que los animamos a practicar con sus compañeros.
Para que los alumnos puedan comprenderlo, primero tenemos que fomentar el desarrollo de su pensamiento independiente, invitándoles a reflexionar sobre el entorno que les rodea y aquellas situaciones que puedan generar opiniones enfrentadas con otros compañeros. Tienen que establecer un juicio crítico en los diferentes ámbitos de su vida. Por ello, los colegios debemos promover las técnicas de escucha activa, que fomentan que presten atención a lo que dicen sus compañeros, ofreciéndoles respuestas coherentes o una crítica constructiva.
Es importante crear entornos cómodos y de confianza en las aulas para que ellos mismos puedan hablar abiertamente de sus conflictos sin sentirse juzgados por ello. Y es en este punto donde la empatía se convierte en un actor fundamental para establecer un mecanismo de conducta tolerante. Los alumnos primero deben sentirse entendidos y escuchados si queremos que verdaderamente sean capaces de ponerse en el lugar del otro y llegar a soluciones cooperativas, duraderas e integradoras.
La comprensión abrirá paso a la tolerancia
Estas bases ayudan de forma trascendental a evitar otras situaciones, que muy a nuestro pesar, aún siguen presentes en nuestra sociedad, como el bullying o la intolerancia a la diversidad de géneros, razas o religiones. Los colegios, con apoyo de los orientadores, debemos promover el respeto absoluto entre los estudiantes y sus familias, generando así un aprendizaje experiencial que los alumnos internalizan logrando una adecuada autoestima y conciencia cívica en comunidad educativa.
Los alumnos, desde que entran en el colegio deben desarrollar una "open mind" (mentalidad abierta) que los acompañará en su desarrollo como personas. Es importante que esta educación emocional no solo se trabaje desde los colegios. De nada sirve que en las aulas apliquemos estas técnicas si en casa, cuando hay un conflicto cotidiano, en lugar de resolverlo, se evita. Como decíamos anteriormente, las desavenencias son habituales y forman parte de nuestra naturaleza humana. Hay que detectarlas y, como si de un nudo se tratase, tendremos que deshacerlas resolviendo cada una de las causas que han hecho que se llegue a esa situación.
Tanto los niños como los adolescentes se encuentran en un momento clave de su desarrollo emocional. Cada experiencia es totalmente nueva y sus interacciones con otras personas también. Descubrirán emociones y tendrán disputas que hasta ese momento nunca habían vivido desconociendo por completo cómo solucionarlas de forma asertiva, por lo que nuestro papel es guiarles en todo momento ofreciéndoles las herramientas más adecuadas. Debemos mostrarles que desde la escucha activa y la empatía no solo se sentirán mejor con ellos mismos, sino que, además, aprenderán a respetar a las personas que les rodean, y que la tolerancia y el respeto se convertirán en claves para una buena convivencia que les acompañarán a lo largo de toda su vida.
Elaborado por Claudia Xibixell y Ángeles Barragán, orientadoras de British Council School