
El próximo 10 de diciembre se cumplirán 73 años de un momento histórico, la célebre Declaración Universal de Derechos Humanos, un documento adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas y clave para fijar unos derechos básicos e inamovibles para cualquier persona en cualquier rincón del mundo. Lamentablemente, 73 años después, la defensa de estos principios básicos continúa tan latente como entonces.
Una situación que nos afecta a todos, incluidos los más pequeños, tal y como señala UNICEF. Según datos de la ONG, antes del impacto de la COVID-19, unos 262 millones de niños y adolescentes de todo el mundo, 1 de cada 5, no podían ir a la escuela o completar su formación debido a la pobreza, la discriminación, los conflictos, el desplazamiento, el cambio climático o la falta de infraestructuras y maestros. Una cifra que en la actualidad, a causa de la pandemia y las limitaciones que acarrea, podría ser mucho mayor.
Todo ello, a pesar de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos recoge en su artículo 26 que toda persona tiene derecho a la educación, gratuita y obligatoria, al menos en lo que se refiere a la instrucción elemental y fundamental. Y es que no solo consiste en acudir a la escuela. UNICEF también señala en su informe sobre derechos humanos de 2021 que, aproximadamente, unos 617 millones de niños y adolescentes (el 58%) no alcanzan las competencias básicas en matemáticas y lectura. Una situación que ahonda en la desigualdad y genera brechas insalvables entre territorios, pero también entre géneros y clases sociales.
"A menudo damos por garantizados una serie de derechos y principios que, aunque entendemos como fundamentales, no lo son en todo el mundo. Es muy importante explicar esto a los más pequeños, que entiendan que existen situaciones de desigualdad. Que no tenemos que buscar en otros países o continentes, las hay cerca. Ellos vivirán en un mundo mucho más globalizado que el actual, y por ello, valores como la solidaridad y la empatía son más necesarios que nunca", señala Paqui Molinero, Jefa del Departamento de Innovación Educativa del grupo Brains International Schools.
Educación en valores, construyendo igualdad desde la base
Uno de los debates más recientes y relevantes en el sistema educativo español es precisamente este, apostar por una educación no solo orientada a la obtención de conocimientos y aptitudes, sino centrada en valores universales como la solidaridad, la empatía, el sentido crítico y la cooperación. Sin embargo, no siempre es sencillo introducir estas cuestiones en el aula, a menudo por falta de tiempo o materiales, aunque en los centros educativos del grupo Brains International Schools, llevan más de 40 años implantando un método orientado a la excelencia comprometida. Paqui Molinero, Jefa del Departamento de Innovación Educativa del grupo Brains, nos resume los cinco principios para introducir la educación en valores en el aula:
- Debatir, una forma de alcanzar consensos. Es necesario eliminar la comunicación unidireccional en el aula. Una de las formas más efectivas de aproximarse a las problemáticas del mundo actual es el debate. Permitir que los alumnos puedan discutir, de manera educada y ordenada, sobre temas de actualidad, compartir diferentes puntos de vista, y poder alcanzar acuerdos y consensos en cuestiones básicas. Enseñarles la importancia de poder expresar sus ideas y la importancia de saber escuchar.
- Fomentar la tolerancia. Exponer y conocer la diversidad de todo tipo es un paso necesario para desarrollar tolerancia y empatía entre los estudiantes. El rechazo de todo tipo de discriminaciones se puede explicar desde el conocimiento, a través del acercamiento a otras culturas y otras realidades sociales en el aula.
- Desarrollar el pensamiento crítico. Vivimos tiempos líquidos y acelerados, marcados por un exceso de información. Es importante educar un pensamiento crítico entre las nuevas generaciones, que puedan desarrollar razonamientos lógicos por sí mismos y evitar caer en estereotipos y estigmas que perpetúan las desigualdades sociales actuales.
- Uno para todos y todos para uno. Si algo positivo hemos de extraer de la pandemia, son las lecciones aprendidas, y una de ellas es la importancia de la solidaridad. Hemos entendido por primera vez que si no proponemos soluciones globales y actuamos de forma coordinada, difícilmente podremos solucionar los problemas de una sociedad cada vez más globalizada e interconectada, por lo que la cooperación es la única forma de actuación posible.
- Cuidar nuestro patrimonio común, nuestro hogar. La cuestión medioambiental es el principal reto global al que se enfrentarán las futuras generaciones, como ya hacemos las actuales. Es importante fomentar entre los más pequeños el respeto y cuidado de nuestro entorno, el principal patrimonio común compartido por toda la Humanidad.
"La educación en valores de las futuras generaciones es una tarea no solo de los educadores, sino del conjunto de la sociedad. Por eso, desde los centros educativos es importante introducirlo de forma transversal y más allá de las aulas, tanto en actividades extraescolares como en el recreo, en las relaciones con sus compañeros, con los profesores o con cualquier personal del colegio. Es una tarea muy exigente pero, sin duda, recompensada. Estamos ayudando a formar a niños y niñas para que se incorporen a la sociedad y consigan mejorarla poco a poco. Enseñarles y trabajar los ODS es el camino para lograr la tan necesaria sostenibilidad del planeta", concluye Paqui Molinero.