Madrid
Encontrar a la persona perfecta para un determinado puesto. Esa es una de las misiones principales que tenemos los departamentos de Recursos Humanos. Un cometido no siempre sencillo, sobre todo cuando trabajamos en el sector de las nuevas tecnologías y las telecomunicaciones. Se trata de un ámbito que ha crecido y evolucionado a una velocidad trepidante los últimos años, por lo que el mercado de talento asociado a él también lo ha hecho. Y, aunque la mayoría de las veces las empresas dan con lo que buscan, a veces los procesos para cubrir determinadas vacantes nos llevan a callejones sin salida.
En general, las compañías en la actualidad buscan talento de perfil híbrido: personal altamente capacitado en competencias digitales que conjuguen un profundo conocimiento de las nuevas tecnologías con su aplicación; que cuente con la visión estratégica y de futuro que necesitan los negocios; y que concentre una óptima capacidad de gestión para establecer vínculos de valor, tanto con los altos ejecutivos como con aquel capital humano que ha de ejecutar los proyectos.
Según mi experiencia y la de mi departamento, estos perfiles híbridos son escasos y difíciles de encontrar. No soy partidario de las etiquetas ni de las categorizaciones cerradas, pero las candidatas y candidatos técnicos no suelen destacar por sus habilidades de gestión y visión de negocio. Es difícil que coincidan en la misma persona. Por este motivo, en ocasiones optamos por la creación de equipos heterogéneos multidisciplinares y multigeneracionales que puedan, en conjunto, ofrecer todo lo que necesitamos para un área determinada.
En este sentido, cabe destacar que para muchas empresas el equipo ideal está formado por personal de la generación X por su visión de futuro, su conocimiento estratégico y su humildad; por ejecutivos millenials, que aportan su comprensión de la tecnología y su visión sobre sus aplicaciones; y por capital humano de la generación Z, que contribuye con su capacidad de adaptación, productividad, e innovación.
Los miembros de la generación X son un perfil bien valorado. Se definen por su constancia, capacidad de sacrificio, humildad, búsqueda de estabilidad y proyección. Son un capital humano que se adapta fácilmente a cualquier ubicación dentro del entorno empresarial; son ejecutivos perseverantes que aportan estrategia, experiencia y entienden que la dedicación constante sirve a los objetivos de los negocios y a su éxito profesional.
Los millennials buscan en las empresas formación y especialización para desarrollar su proyección de carrera como herramienta para incrementar su valor en el mercado, lo que ocasiona un índice de rotación mayor que la generación X. Esto se debe a que se consideran marcas de sí mismos, algo que les hace más sensibles a la frustración y, por ello, buscan nuevos horizontes. Su condición de nómadas les hace ser menos interesantes para empresas que dedican tiempo y esfuerzo a capacitarles.
Por último, los pertenecientes a la generación Z. Aunque la estabilidad laboral no es lo más importante para ellos; son más dinámicos, algo que puede sumar en un contexto de mejoras orientado a la innovación. No es un perfil perseverante y presenta un menor grado de vinculación con la empresa. Buscan ser más productivos, no tanto para la compañía, sino para su propio beneficio. Es un perfil que, por encima de la cuestión salarial, valora más el tiempo libre, la flexibilidad horaria y la conciliación.
Aunque el pertenecer a una generación u a otra no etiqueta a una persona ni quiere decir que comparta todos los rasgos, sí que es cierto que nos ofrece una idea de cómo combinar distintos perfiles para materializar esa antigua, pero siempre presente, idea de que la unión hace la fuerza.
Elaborado por Pablo Nadal, director de Recursos Humanos de Grupo Aire