
Todas las empresas deben emprender hoy el viaje hacia la transformación digital y el sector educativo no puede quedarse atrás. Constituye una industria en todo el sentido de la palabra y esto ha impulsado a todo tipo de centros educativos, grandes y pequeños, a buscar nuevas formas de trabajar, más flexibles y conectadas.
De hecho, la pandemia mundial que empezó a golpearnos en 2020 ha tenido como consecuencia el incremento del trabajo a distancia y muchos organismos educativos han intentado mejorar sus infraestructuras tecnológicas de "back-end" apostando por modelos de nube empresarial.
Un sector con infraestructuras tecnológicas antiguas
Algunas organizaciones educativas suelen disponer de una base tecnológica basada en infraestructuras anticuadas, construidas sobre soluciones de almacenamiento tradicionales, servidores blade y un diseño de red poco optimizado. A todo ello se suman actualizaciones mal planificadas, problemas de soporte, retos de gestión del personal y, consiguientemente, reducciones de rendimiento. En definitiva, se trata de implantaciones tecnológicas en las que la integración es deficiente, la gestión es problemática y la escalabilidad es casi imposible por contar con una estructura compleja construida en tres capas.
Apuesta por los modelos cloud
Tradicionalmente, cuando las instituciones y organizaciones educativas han diseñado y desplegado estas infraestructuras de TI, lo han hecho pensando que pudieran funcionar al menos durante cinco años, con lo que esto supone desde un punto de vista de inversión, gastos y recursos. Por eso se trata también de una oportunidad perdida para adquirir la tecnología necesaria de una manera más eficiente, con un modelo de consumo de "pago por uso" basado en la nube y con capacidad para crecer de manera más estratégica y orgánica.
Gracias a este tipo de infraestructuras, los departamentos de TI serían capaces de construir, cambiar, ampliar, reducir o retirar nodos del clúster de una manera más sencilla y rentable. Y esto es igual de importante para una petrolera, una empresa de alimentación o una institución educativa. Los mercados cambian y la demanda global evoluciona, algo que también ocurre con los estudiantes, las facultades, las áreas de estudio y los métodos de enseñanza a distancia (en esta era post-Covid especialmente).
Es evidente que el sector educativo necesita tener hoy una infraestructura tecnológica mucho más ágil e inteligente, que huya del tradicional modelo de silos. Se trata de apostar por plataformas multicloud potentes y flexibles, a modo de base sólida sobre la que se puedan añadir servicios sin necesidad de cambiar la plataforma subyacente, ya sean de DBaaS (bases de datos como servicio), DaaS (escritorios como servicio), almacenamiento inmutable, ciberseguridad, etc.
Flexibilidad en las infraestructuras tecnológicas educativas
La casuística a la que se enfrentan los organismos educativos es muy variada, con una marcada diversidad en los patrones del tipo de estudiante matriculado en un mismo instituto y en un año determinado. Pensemos, por ejemplo, en el número de estudiantes extranjeros que viajan a una ciudad para estudiar o, por el contrario, los que prefieren seguir las clases en remoto. Y si a todo eso le añadimos además los cambios que se están produciendo con la pandemia, podremos apreciar de forma más clara aún la necesidad de flexibilidad que requieren las infraestructuras tecnológicas de estas organizaciones.
Es decir, si bien las instituciones educativas necesitan una potencia informática considerable para desarrollar sus programas presenciales, ahora además tendrán que gestionar cada vez más conexiones a distancia de estudiantes que se encuentran en otros puntos del país o en el extranjero. Por ello, sus sistemas deberán ser todavía más flexibles, eficientes, robustos y seguros.
Y este cambio tecnológico influirá incluso en los fondos externos (públicos y privados) que reciben las instituciones educativas para fomentar la investigación. Por ejemplo, los estudios médicos requieren contar con un buen almacenamiento de datos inmutable y a largo plazo o una gran capacidad de computación, por lo que disponer de la infraestructura adecuada permitirá a las universidades atraer más inversiones y mejorar su imagen. Hasta el punto de que mientras hasta hace poco un folleto universitario promocionaba los planes de estudio de la universidad, sus oportunidades sociales y oferta de ocio, el folleto del futuro dedicará más espacio a su propuesta tecnológica y su conectividad.
Un futuro más diverso e inteligente
Lo que todos deseamos es un futuro más inteligente, sí, pero también más diverso, en el que todos tengan acceso a la educación, independientemente de muchas de las barreras que han existido hasta ahora.
Las universidades, las escuelas, los institutos y todos los centros educativos pueden ofrecer una oferta más amplia, a un mayor número de personas y en un mayor número de lugares. A medida que la raza, el género y la diversidad neuronal se convierten en factores cada vez menos divisorios, también podemos democratizar el aprendizaje en todo el planeta gracias a la tecnología.
Elaborado por Iván Menéndez, Country Manager Nutanix España y Portugal