
Desde hace tiempo, los investigadores saben que todos los cerebros se encogen con la edad. La creencia habitual era que la educación podía frenar esta reducción de la medida del cerebro. Aun así, no hay pruebas que puedan verificar esta percepción.
Ahora, un estudio del consorcio europeo Lifebrain, coordinado por la Universidad de Oslo con la participación de la Universitat de Barcelona, constata que la educación superior no retrasa el envejecimiento del cerebro. El trabajo se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Uno de los participantes en esta investigación, David Bartrés Faz, miembro del Instituto de Neurociencias de la UB (UBNeuro), explica que «algunos trabajos anteriores habían establecido una relación positiva entre el nivel de estudios y el nivel del funcionamiento neurocognitivo, y esta idea era consistente con el hecho que los individuos con estudios superiores tienen una ventaja inicial sobre las personas con una educación inferior que se puede prolongar durante la vida adulta».
Sin embargo, estas pruebas provienen de investigaciones transversales que no pueden determinar cómo se producen las asociaciones entre la educación, el cerebro y los posibles cambios cognitivos a lo largo del tiempo en cada individuo.
Los cerebros se encogen al mismo ritmo
Mediante la agrupación de varios conjuntos de datos del cerebro del que dispone el consorcio Lifebrain, el estudio ha podido hacer un seguimiento de cambios en el cerebro en individuos durante muchos años.
Este hallazgo sugiere que la educación superior no influye en el envejecimiento cerebral, explica Lars Nyberg, profesor de la Universidad de Umeå (Suecia)
Los investigadores han encontrado que, aunque las personas con un nivel superior de estudios tienen volúmenes cerebrales algo más grandes que las personas con menos formación, sus cerebros se reducen al mismo ritmo a lo largo de la vida. «Este hallazgo sugiere que la educación superior no influye en el envejecimiento cerebral», explica Lars Nyberg, profesor de la Universidad de Umeå (Suecia), primer autor del estudio y miembro del consorcio Lifebrain.
Mesurar la reducción cerebral a lo largo del tiempo
Los investigadores midieron el envejecimiento del cerebro calculando el volumen de las regiones de la capa cortical y del hipocampo mediante resonancias magnéticas hechas a más de 2.000 participantes en los biobancos de Lifebrain y del Reino Unido. Estas zonas del cerebro tienden a reducirse con el paso del tiempo, como parte de un proceso natural. Los cerebros de los participantes se escanearon hasta tres veces durante un periodo de once años, lo que conoce como estudio longitudinal. «Esto es el que hace que este estudio sea único», destaca Nyberg. «El estudio es una prueba longitudinal a gran escala, con replicación en dos muestras independientes, y es una de las más grandes de este tipo».
La conclusión es que el cerebro de todas las personas se acabará encogiendo, pero la tasa de esta reducción no parece que tenga que estar afectada por los años que se ha estado estudiando, concluye Fjell.
Los investigadores compararon la tasa de reducción de las áreas cerebrales mencionadas en personas que habían finalizado los estudios superiores antes de los 30 años y en otros que no tenían. La edad de los participantes era de entre 29 y 91 años. Aunque la tasa de cambios cerebrales fue similar en todos los participantes, tanto los que tenían formación superior como los que no la tenían, los investigadores constataron que los primeros presentaban un volumen cortical ligeramente más grande en algunas regiones, pero incluso en estas áreas la tasa de cambio no estaba relacionada con el tipo de educación.
Anders Fjell, investigador de la Universidad de Oslo y uno de los autores principales del artículo, recuerda que «la investigación no dice que los estudios no sean importantes: la educación superior se asocia a ventajas en la vida, pero no podemos decir si causa estas ventajas». «Si las personas con estudios superiores tienen cerebros más grandes —continúa el experto—, es posible que esto retrase la aparición de demencia u otras afecciones relacionadas con un funcionamiento cognitivo inferior».
«La conclusión es que el cerebro de todas las personas se acabará encogiendo, pero la tasa de esta reducción no parece que tenga que estar afectada por los años que se ha estado estudiando», concluye Fjell.