
En tiempo de pandemia muchas instituciones educativas han apostado por mantener la máxima presencialidad adoptando un sistema de docencia híbrida, a pesar de su complejidad metodológica y tecnológica. En la clase híbrida la mitad de los alumnos reciben la clase en remoto, sin embargo, su experiencia de aprendizaje debe ser la misma que la de los compañeros que la siguen de forma presencial, es decir, deben interaccionar con profesores y compañeros, realizar las mismas actividades y sentirse igual de acompañados y exigidos. Esto, que ya muchos profesores habían logrado, tanto en la docencia presencial clásica como en las clases en remoto del confinamiento, podría verse resentido con este formato híbrido.
Una de las mayores dificultades durante estos primeros meses ha sido que los estudiantes enciendan sus cámaras. La mayoría de los docentes reconoce haber desistido ante las excusas constantes de sus estudiantes, aunque todos, tanto profesores como alumnos admiten que la falta de contacto visual empeora la comunicación y promueve la distracción de aquellos que no están presentes físicamente.
Hay varias razones por las que el uso correcto de la cámara debe ser obligado en la clase presencial híbrida:
1. Conocer a nuestros estudiantes sin mascarilla nos facilitará reconocerles y recordarles, no en vano nuestro cerebro dedica un área enorme al reconocimiento de las caras.
2. Ver a los alumnos en el monitor de clase ayuda a que el profesor les tenga presentes y enriquece la comunicación. Y una buena comunicación facilitará la implicación de estos estudiantes en la dinámica del aula favoreciendo su participación en el desarrollo de la clase.
3. Respecto al acompañamiento educativo, las cámaras nos ayudarán a simpatizar y empatizar con ellos, a detectar su estado de ánimo, de salud, y a sentirnos más cercanos.
4. No vamos a negar, que saberse observado mejora el nivel de atención y compromiso del estudiante que recibe la clase desde casa, aunque no es lo único que deberemos hacer en este sentido.
5. Pero, además, desde ahora, adoptar una actitud saludable y responsable en las relaciones virtuales forma parte de las habilidades en las que debemos educar a nuestros estudiantes.
Pero ¿cómo convencerles para que enciendan la cámara? Por un lado, explicándoles estas razones y, por otro, haciéndoles vivir una experiencia de aprendizaje mejorada gracias a ello. Podría ayudarte:
- Utilizar plataformas de videoconferencia que permitan visualizar a muchos estudiantes al mismo tiempo, y que les permita interaccionar a través de votaciones, pizarra compartida, salas para grupos, o uso de iconos o filtros.
- Acordar con ellos un código visual que facilite la comunicación, y realizar alguna actividad que promueva el conocimiento del grupo y la creación de una atmósfera de confianza implicando a ambos subgrupos.
- Dirigirse a los alumnos del grupo de casa mirando a la cámara y solicitar su intervención en la misma proporción que lo haces con los de clase.
Pero ojo, conseguir que enciendan sus cámaras es una condición necesaria pero no suficiente para asegurar su integración en la clase, igual que tener a los alumnos callados en el aula no implica que estén atendiendo. Por ello, además de verlos quizás necesites poner en práctica otras acciones como:
- Utilizar herramientas digitales con las que todos los estudiantes puedan intervenir en la clase a tiempo real. Estas herramientas además aportan una retroalimentación instantánea al docente, lo que le permitirá adaptar su explicación al ritmo de seguimiento de todos los estudiantes.
- Crear grupos mixtos (alumnos de clase con alumnos de casa) para la realización de tareas concretas.
Elaborado por Noelia Valle, directora del Instituto de Innovación de la Universidad Francisco de Vitoria