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Pacto en tiempos de turbación

  • La Formación Profesional progresa razonablemente, pero aún necesita mejorar
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Siempre es necesaria la buena educación, pero ahora resulta imprescindible si queremos enfrentar el futuro sin las zozobras que han provocado las deficiencias e insuficiencias de nuestro modelo formativo actual.

El Informe Pisa saca los colores a la Enseñanza Media; la Formación Profesional progresa razonablemente, pero aún necesita mejorar; y la universidad no ha alcanzado todavía los niveles de calidad deseables. Por ello, porque necesitamos un sistema formativo mejor que rompa con los viejos demonios que lo encorsetan, necesitamos un gran pacto por la educación, aunque su viabilidad resulte complicada. Un pacto cuyos agentes somos todos -las familias, las asociaciones educativas, los profesores, los sindicatos, las organizaciones empresariales, los estudiantes...- pero que precisa consensos imprescindibles entre los partidos políticos, la Administración del Estado y las Comunidades Autónomas.

A los partidos y al Parlamento les corresponde dar estabilidad al sistema educativo con leyes pactadas y sostenibles en el tiempo hasta que den síntomas de obsolescencia, y les compete también dotar al sistema de los medios financieros suficientes para llevar a cabo los cambios necesarios.

A las comunidades les atañe implementar las políticas pactadas con el respeto a principios básicos e indiscutibles. Han de cumplir la Constitución para quienes lo deseen puedan estudiar en español y han de respetar el sentido y la unidad de ciertas materias que se convierten a veces en una constelación de saberes fragmentados y en una panoplia de orgullos étnicos.

No convirtamos la educación en un instrumento para alimentar las desavenencias ideológicas o los atavismos históricos

No convirtamos la educación, que sin duda es un elemento vertebrador, en un instrumento para alimentar las desavenencias ideológicas o los atavismos históricos. Y luchemos todos juntos por la reducción del fracaso escolar, la mejora de la FP, la modernización tecnológica de la educación, las necesidades de los nuevos estudiantes, la proyección social de la formación y la investigación, la internacionalización de la Universidad, la colaboración fecunda con el tejido empresarial, la mejora de la financiación, un catálogo en el que caben, sin duda, más aspiraciones y desafíos.

No sé si algún día llegaremos a escribir un Gran Pacto con mayúsculas. Y es que no estamos en tierra de consensos sobre los grandes asuntos que conciernen a la ciudadanía, cada vez más descreída de su clase política. El país se ha convertido en uno de esos guiñoles de feria donde los personajes armados con contundentes garrotes solo se mueven de su sitio para dar un estacazo al prójimo. Pero este es un asunto demasiado importante como para no seguir luchando. Creo que el próximo decreto sobre creación de universidades ofrece una excelente oportunidad para la búsqueda de un consenso que dé voz a los distintos interlocutores, y promueva una participación efectiva de toda la comunidad universitaria.

Ojalá lo entiendan así quienes tienen en sus manos los destinos educativos del país y desoigan, por una vez, la máxima ignaciana de que en tiempos de turbación no conviene hacer mudanza. Todo lo contrario, la mudanza educativa resulta imprescindible si queremos mejorar nuestra posición y hacer frente a los nuevos escenarios emergentes. Es preciso seguir luchando por un pacto y escribir poco a poco su letra pequeña. Solo así podremos construir el modelo educativo que la sociedad española precisa y demanda.

Elaborado por Rafael Puyol, Presidente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

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