
Hoy en día las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) forman parte de nuestra realidad, así como, del de la de la inmensa mayoría de niños y adolescentes. El pensamiento adulto, generalmente, nos conduce a aventurar que el uso de estas tecnologías por parte de los menores resulta un elemento que influye negativamente en los procesos de aprendizaje, pero ¿cuál es la repercusión para los adultos?
El consumo de series y películas demuestra que para poder mantener la atención resulta necesario que estos productos cuenten con una serie de elementos como pueden ser, entre otros, una trama visual y de guion dinámica (cambio de personajes, planos y trama). Es por eso por lo que cuando intentamos visualizar nuevamente series del «pasado» nos pueden llegar a resultar decepcionantes e incluso aburridas. Esta misma percepción pueden experimentarla los denominados post-millennials (personas nacidas en los albores de los años 2000).
La evolución de la «sociedad del conocimiento» hacia la actual «sociedad de la información» implica una modificación del sistema de atención, por lo que para poder estimular el aprendizaje de niños y jóvenes atrás quedan las tradicionales clases magistrales.
De esta manera las TIC, no deben ser valoradas como un distractor, sino como un elemento motivador que contribuye, no solo a mantener la atención, sino también a captarla. Un ejemplo de esto pueden ser aquellos estudiantes con déficit de atención, que pueden estar sentados largos periodos de tiempo interactuando con un videojuego. Este hecho puede encontrar justificación en múltiples factores como los constantes cambios de escenarios, los diferentes sonidos, así como, otros estímulos semejantes. En la actualidad se sabe que los juegos y las TIC son herramientas eficaces para realizar intervenciones en procesos cognitivos como la memoria, el lenguaje o la atención en personas con deterioros, déficits o trastornos del desarrollo.
La controversia social respecto a las consecuencias positivas o negativas del uso de las TIC desde edades tempranas está servida. Sin embargo, es necesario evaluar que el beneficio de estas dependerá de las aplicaciones, del contexto en el que se usen y, como no, del tiempo de exposición. A este respecto cabe destacar el estudio desarrollado por Wen Liu y colaboradores (2020). Estos investigadores observaron que los niños que utilizaban videojuegos educativos en un dispositivo móvil o tableta, posteriormente, evidenciaban mayor atención sostenida cuando realizaban tareas académicas como la lectura. Del mismo modo, autores como Lucy García (2011) postulan que, en comparación con los adultos, los niños y adolescentes gracias a una mayor interacción con las TIC parecen mostrar un mayor procesamiento de memoria de trabajo (retención de la información a corto plazo para operar posteriormente con ella) y de rendimiento multitarea.
Otros investigadores como Andrea M. Spruijt (2019), apuestan por la inclusión de las TIC como elemento fundamental en la interacción padres-hijos. Spruijt explica como los progenitores pueden mejorar la interacción con sus hijos mediante la aplicación de estrategias de control de la atención, así como de otras funciones ejecutivas. Tal y como se indicaba anteriormente, para estimular estos procesos cognitivos se emplean juegos que contribuyen a establecer vínculos familiares más fuertes, y, en consecuencia, mejoran el rendimiento en estos procesos.
Elaborado por Marta Sepúlveda, Coordinadora del Máster en Neurociencia y Educación de la Universidad Isabel I