En septiembre no se espera una vuelta al colegio convencional. El retorno de la actividad lectiva en las aulas llega tras un paréntesis de meses sin pisar la escuela. Por este motivo, es previsible una adaptación al nuevo ritmo "más dificultosa y con un estrés adicional". Por esta razón, padres y docentes deben aplicar un extra de "calma y paciencia. Cada niño o niña necesitará su tiempo de adaptación", señala el psicopedagogo y profesor de Psicología de la Universitat Abat Oliba CEU, Ramón Novella.
En este contexto, "las dinámicas de las escuelas serán diferentes, adaptadas a la situación de excepcionalidad que vivimos". La escuela que los niños dejaron atrás en marzo no será la misma en septiembre. Respecto a cómo afrontar estas novedades, Novella apunta que aunque los niños "se adaptan con facilidad a las nuevas realidades y los profesores serán los mismos, sí que es necesario transmitirle que encontrará situaciones nuevas". Un mensaje que hay que acompañar de la certeza de que siempre tendrá "la ayuda de todos, familia y maestros".
La comunicación es clave porque ayuda a anticipar escenarios, como sería el de un segundo confinamiento. En este sentido, este profesor de la UAO CEU sí que ve conveniente hablar con los niños de que "puede pasar de todo" y que "la evolución de los acontecimientos nos puede llevar a un segundo confinamiento". La situación "ya no será nueva", por tanto, hay que "prever y avisar de que se pueden volver a encontrar en la misma situación".
La consigna es hablar y comunicar, lo que incluye escuchar "lo que los niños piensan y cómo ven la situación". Como afirma este experto, "cada niño es único" y hay que observar "cómo vive de manera particular esta situación".
Menos estresados que los padres
Los niños suelen vivir el retorno a la vida escolar como un acontecimiento ligado al reencuentro con los amigos, lo que les hace más llevadera la experiencia, apunta este experto. Por tanto, en general, no suelen vivir con angustia los días previos, y, si lo hacen, esta reacción es, frecuentemente, un espejo del ejemplo que ven en sus padres.
Como explica Novella, En muchas ocasiones, "el síndrome postvacacional de los niños viene generado por sus propios padres". Éstos deben ser conscientes de la imagen que transmiten. "Han de procurar dar ejemplo con su comportamiento. Si continuamente están transmitiendo el pesar por el final de las vacaciones y la vuelta al trabajo, quieran o no, estarán generando en sus hijos la misma actitud de queja y negativismo".
Como se ha señalado, el niño no tiene por qué vivir con angustia la vuelta al cole, pero, si fuera el caso, hay síntomas que ayudan a detectar este estrés: "la comunicación difícil, el rechazo a hablar del nuevo curso, los nervios, las dificultades en el sueño o en la alimentación, son señales de alerta", detalla Novella.