
Septiembre se acerca y con él la incertidumbre sobre la vuelta de los alumnos a sus aulas. Con el confinamiento, la educación a distancia ha servido como herramienta improvisada que ha logrado salvar el curso académico, pero que, sin tiempo de adaptación, no ha conseguido alzarse como una alternativa eficaz para el aprendizaje de los estudiantes. Más allá de los problemas técnicos, con la enseñanza telemática han surgido una serie de circunstancias que preocupan tanto a padres como a los profesionales de la educación y que limitan mucho la experiencia del alumnado.
En primer lugar, porque no podemos obviar que en España existe una brecha digital que ha agrandado estos meses las desigualdades entre los alumnos y entre los centros de enseñanza. En segundo lugar, porque la educación a distancia, tal como la hemos experimentado, supone una pérdida de conocimientos y experiencias para los alumnos que repercute, no solo en su formación académica, sino también en su formación como individuos y como parte de la sociedad. Ya nadie duda de que un sistema educativo robusto no debe basarse en la simple memorización de conocimientos que luego se vuelcan en un examen para su evaluación. La educación supone algo mucho más complejo y la falta de interacción con los profesores, con los compañeros y con todo lo que rodea a las aulas limita mucho las capacidades de aprendizaje del alumno.
Sin embargo, el cierre de los centros educativos y toda esta situación forzosa que nos ha tocado vivir puede significar una experiencia valiosa de cara a futuro si sabemos extraer las conclusiones adecuadas para renovar nuestro modelo de enseñanza. En Steelcase hemos analizado esta situación de la mano de profesionales de la educación a nivel global y hemos definir los próximos pasos necesarios para adaptarnos a este nuevo entorno.
Si 2020 es el año de la adaptación a la nueva normalidad, 2021 ha de ser el año de la reinvención y modernización de nuestras aulas. Y esto ha de hacerse basándonos a una serie de criterios, pero con una máxima transversal a todos ellos: la seguridad. La salud del profesorado, de los alumnos y de sus familias es el elemento primordial que hay que proteger, a la vez que garantizar un modelo eficaz de aprendizaje. Para ello, los centros de enseñanza tendrán que realizar grandes esfuerzos en el corto y medio plazo para repensar sus capacidades y establecer vías para proporcionar experiencias combinadas de aprendizaje remoto y presencial.
Regular la densidad y la distancia de personas en una misma aula, establecer divisiones mediante paneles o pantallas y reconfigurar la geometría de los elementos de las salas son algunas de las claves de la seguridad en las escuelas, y para ello, la educación online seguirá siendo relevante. Poder acompañar a padres, profesores y alumnos en el uso de las herramientas tecnológicas y favorecer la capacitación docente es esencial, pero también el ser capaces de conectar entre sí a los alumnos, las familias y el profesorado. Todo apunta a que avanzaremos hacia un modelo híbrido, donde lo online será muy importante para cuestiones individuales, mientras que la actividad presencial tiene que aportar un valor añadido en cuanto a interacción y colaboración.
En cualquier caso, el modelo del futuro debe garantizar no solo la motivación e involucración de profesores y estudiantes, sino también su bienestar a todos los niveles, tanto físico, como cognitivo y emocional.
Elaborado por Alejandro Pociña, Presidente de Steelcase Iberia