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Los futuros retos de la educación en la era post coronavirus

  • Sigue existiendo una brecha enorme entre la nueva ciudadanía y la preparación para esa ciudadanía
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La crisis mundial causada por la pandemia del coronavirus ha supuesto un verdadero desafío para todos los sistemas educativos del mundo. De hecho, más de 90% de la población estudiantil mundial se ha visto afectado por el cierre temporal de los centros donde estudian. Días antes de la declaración del Estado de Alarma, el Consejo de Ministros aprobó el Proyecto de Ley Orgánica. No obstante, el debate parlamentario sobre la futura ley deberá también de acoger los retos y las oportunidades a los que no aboca la situación que estamos viviendo. El Área de AAPP de LLYC ha elaborado un informe "Retos para después de una crisis: la educación tras la Covid-19". Carmen Muñoz, Directora Senior de Asuntos Públicos en LLYC y Cristina álvarez, Experta en gestión pública y consultora especializada en comunicación, explican las conclusiones de este estudio.

Tras la aparición de una pandemia, ¿qué cambios principales se esperan en el sector educativo?

Se dice mucho, pero es la realidad, se aceleran los cambios que ya estaban en marcha. Diríamos que la alfabetización digital de profesores (y métodos pedagógicos) y de alumnos. Pero esa alfabetización, que recae en los docentes, no se puede mantener en el tiempo sin el apoyo del sistema educativo y de unas políticas públicas que hagan viable la digitalización del aula y la digitalización del acceso a la educación. Y eso tiene que ver con que uno de los cambios que agudiza la pandemia es la desigualdad en el acceso a una educación de calidad. La Educación Pública debería ser vertebradora de la nueva educación y eso sin el concurso de instituciones públicas y privadas, es imposible. No es solo la necesidad de una colaboración público-privada, sino de una co-creación público-privada: faltan muchos "cómo" a los "qué" definidos.

Múltiples voces han criticado los currículos, ¿cómo consideran que deberían ser según su investigación?

La pregunta era la misma antes de la COVID que ahora. Lo que no ha funcionado son las respuestas hasta la fecha. Sigue existiendo una brecha enorme entre la nueva ciudadanía y la preparación para esa ciudadanía. Lo decíamos hace poco en un artículo sobre las nuevas conversaciones post-COVID. La sociedad reclama el desarrollo de una ciudadanía funcional, emocional y resiliente, que entienda la complejidad y sus contradicciones, que busque respuestas técnicas y aplicativas, que desarrolle su inteligencia emocional y crítica, que sea creativa y colaborativa. Pero no existe un sistema de escucha social que sirva de nexo entre el modelo de ciudadanía necesitado y la oferta curricular que nos lleve a él. Hay que liberarse de muchas dependencias del pasado y no es fácil. La escuela no puede obviar su misión de preparar a ciudadanos libres y críticos. La misión de la escuela es quizá lo poco que no ha cambiado, pero ha cambiado el criterio de ciudadanía y las necesidades como sociedad.

La brecha digital ha supuesto un duro golpe para una parte de la sociedad durante el confinamiento, ¿de qué forma se debería tratar este asunto?

A pesar de que el 97 por ciento de las familias españolas con niños tienen acceso a Internet, según datos del INE, esta crisis ha puesto de manifiesto las carencias que en este sentido tienen los hogares más vulnerables. La falta de conexión a Internet y en otros casos la ausencia de dispositivos con los que seguir las clases online han hecho que, para romper la brecha, los centros educativos hayan personalizado su atención a través de otros medios como teléfono o entrega la entrega física de material educativo, aunque esto ni siquiera fue posible en las primeras etapas del confinamiento.

Urge una solución de conectividad universal que permita dar respuesta a las carencias de aquellos alumnos más socioeconómicamente desfavorecidos. Este es uno de los primeros asuntos en los que la colaboración público-privada aportaría resultados beneficiosos en el corto plazo. La Administración pública debe garantizar el acceso universal a la educación de los niños y jóvenes en las etapas obligatorias. Y el antecedente que nos ha dejado la crisis de la COVID-19 incluye la conectividad y los dispositivos para continuar con la actividad académica en caso de no ser posible la enseñanza presencial.

España es uno de los países con la tasa de abandono escolar más alta de Europa, ¿qué proponen desde su investigación para intentar disminuirla?

Aunque con grandes diferencias entre comunidades autónomas, la tasa de abandono escolar temprano es del 17,3 por ciento frente al 10,6 por ciento de media de la Unión Europea. La crisis sanitaria no puede ser un motivo para alejar más al país del objetivo de la UE de una tasa del 15 por ciento para el año 2020.

Apuntamos en nuestro informe la necesidad de incrementar los programas de refuerzo en horario no lectivo. Creemos que otra fórmula que se ha demostrado muy eficaz para la recuperación de los contenidos son las lecciones individuales y las tutorías en pequeños grupos.

Cristina Álvarez

La reducción de los currículos que ya han abordado países con excelentes resultados en las evaluaciones internacionales PISA puede contribuir a la mejora del aprendizaje. Se trataría de pasar de un modelo enciclopédico a otro más competencial, con el que hay un consenso general.

Consideramos que también es fundamental trabajar la regulación emocional de los alumnos al inicio del nuevo curso. La pérdida de hábitos, los miedos, traumas, la desmotivación pueden influir negativamente en la mejora académica, por lo que también sería interesante la puesta en marcha de programas que trabajaran las habilidades no cognitivas de los alumnos.

Otro de los debates más comunes se enfocaba en la educación infantil, ¿qué aspectos tratan en relación con esta etapa en la investigación?

En los últimos años, numerosas investigaciones han concluido que la etapa de 0 a 6 años tiene una importancia indiscutible en el desarrollo académico posterior de los alumnos. Los primeros años de vida son los de más plasticidad neurológica y psicológica de los niños. Esto quiere decir que son también los años de mayor aprendizaje cognitivo y emocional, por lo que los estímulos que reciban los escolares en este periodo serán fundamentales en su desarrollo posterior.

Nuestro planteamiento es la necesidad de perseverar en la universalización de la escolarización de 0 a 3 años, que ya está en la agenda de las administraciones Estatal y autonómicas y que no puede retroceder como consecuencia de una posible crisis económica.

¿Qué papel tiene la Formación Profesional en la educación del futuro?

En la del futuro y en la del presente, clave. A pesar de los esfuerzos de las Administraciones y de las iniciativas privadas por impulsar estas enseñanzas, aún está muy lejos de su enorme potencial, quizá por una falta de conocimiento entre los posibles interesados, achacable exclusivamente a los promotores. Además, la percepción social hacia estas enseñanzas la sitúa mayoritariamente como una opción de menor categoría que la universitaria Y eso teniendo en cuentaque es la institución que más rápido se puede moverse para facilitar un mejor acople entre la demanda del mercado laboral y la oferta de los trabajadores. Eso y la formación ocupacional. Como señala la Fundación para la Calidad de la Innovación de la Formación y el Empleo en su Plan de Formación para la Reconstrucción 2021-23, uno de los cuellos de botella del mercado de trabajo es el bajo nivel de estudios de la población trabajadora. Según la EPA, el 34% de las personas activas tiene un bajo nivel de estudios. Esa situación, en el contexto actual, es una bomba de relojería que debe ser atendida con carácter inmediato.

¿Qué cambios sufrirá la actividad docente en la educación del futuro?

Si bien esta crisis ha dejado de manifiesto la utilidad de algunas herramientas digitales que se utilizaban de forma marginal, no sólo en educación obligatoria sino también en la superior, la relevancia de la formación presencial se ha revelado como incuestionable. En estos meses hemos escuchado voces que nos han señalado como la experiencia de aprendizaje para el alumno no es completa sin un contacto con el docente, sobre todo, en los niveles inferiores.

Carmen Muñoz

Creemos que la actividad de maestros y profesores estará ahora más apoyada por herramientas digitales que puedan integrar en su docencia y, en muchos casos, podría incorporar también a sus rutinas pedagógicas la autonomía que los alumnos han desarrollado en su trabajo durante estos meses.

Por otra parte, ya no es opcional para los docentes el desarrollo de sus competencias digitales, la elección voluntaria de recursos digitales para su docencia. Su actualización en este ámbito se hace imprescindible ante la posibilidad, ya no tan inimaginable, de tener que articular el curso a distancia.

Será interesante también asistir a cómo los docentes potencian para el aprendizaje la autonomía que sus alumnos han adquirido en estos meses de educación a distancia.

La educación online se encontraba en un segundo plano, ¿cómo va a afectar este protagonismo que ha tenido estos últimos meses a la presencial?

Como ya hemos explicado, la integración de los recursos digitales en todos los niveles educativos es ya indiscutible. Estas herramientas convivirán con mayor intensidad de lo que lo venían haciendo con otras analógicas, más extendidas antes de la crisis.

En cuanto a la educación online, ya apuntamos en nuestro informe que, en el ámbito universitario, adquirirá en los próximos años una mayor relevancia. Este crecimiento ya había sido apuntado por las plataformas tecnológicas educativas que imparten enseñanza no reglada universidades de todo el mundo y que, durante el confinamiento, han visto incrementadas sus matrículas de forma notable.

Pero no es algo exclusivo de plataformas como Coursera o Edx. Como consecuencia de la crisis sanitaria, la Universidad de Cambridge fue la primera en anunciar que todas sus titulaciones serán impartidas a distancia el próximo curso. Otras universidades del Reino Unido plantean la modalidad semipresencial.

Esto no quiere decir que todos estudios superiores tengan que transformar su planteamiento presencial a uno a distancia. De hecho, en las enseñanzas aplicadas la modalidad online presenta, obviamente, más dificultades que en las humanidades. Pero sí creemos que las titulaciones incluirán parte de sus asignaturas a distancia.

En cualquier caso, no se puede obviar el peso creciente que tendrán la enseñanza online en los próximos años. En una reciente entrevista, el director de Educación de la OCDE, Andreas Schleicher, planteaba que sin componentes de la enseñanza en el campus, como son conocer académicos de prestigio, el contacto con otros estudiantes o la "gran experiencia" universitaria, las instituciones están en una posición de vulnerabilidad ante la competencia de firmas tecnológicas que pueden ofrecer mejor aprendizaje online.

El desafío para las universidades, por tanto, es lograr una oferta en esta modalidad que sea de calidad, flexible y consiga recrear la experiencia universitaria, en cuanto a la interacción con el cuerpo docente y los pares.

¿Hasta qué punto es posible llegar a un Pacto Estatal por la Educación?

Es posible, porque depende la voluntad. El consenso más importante se tiene. No hay un solo actor, ni político, ni social ni económico satisfecho con el actual modelo y sus resultados. Hay un consenso en el diagnóstico. Y ahí estamos paralizados, estancados desde hace años. Ahora hay que ir más allá del consenso y para eso hace falta un clima político y social radicalmente distinto al actual. Y es urgente. Porque sólo con un Pacto será posible una legislación educativa duradera y que satisfaga al conjunto de la comunidad educativa.

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